Ayunos interminables, dietas dañinas, ser objeto de burlas, de chistes, de discriminación… Es lo que sufren las personas que no cumplen un estándar de belleza impuesto por la sociedad y que se traduce en gordofobia y violencia estética. La sufren hombres y mujeres, pero en el caso de ellas se le suma el machismo, que valora a las mujeres únicamente por su físico. Así lo explica Magdalena Piñeyro, cofundadora de la plataforma Stop Gordofobia y que ha elaborado una guía para el Instituto Canario de Igualdad (ICI) con el fin de identificar este tipo de violencia y ayudar a erradicarla. “Las mujeres sufrimos todas la gordofobia porque esta sociedad está obsesionada con que seamos extremadamente delgadas, bellas, jóvenes, sin arrugas, sin celulitis y perfectas, porque lo que tiene el patriarcado es que no mira ninguna otra cualidad”, apunta. Además, recuerda que ese ideal de belleza considera que las mujeres no deben salirse de la talla 90-60-90, ser pequeñas y frágiles, mientras que ellos deben ser grandes y fuertes, por lo que tienen más margen de kilos para ser considerados gordos.
Piñeyro asegura que la gordofobia se empieza a sufrir desde la infancia, con episodios de bullying, y también con comentarios desde las familias. Desde muy pequeñas, explica que se aprende a tapar el cuerpo, a disimular y poco a poco la presión estética llega al punto de tener que depilarse, maquillarse… La autora del libro 10 gritos contra la gordofobia lamenta que por ello existan tantos casos de bulimia y anorexia y que cada vez aparezca a edades más tempranas. La violencia estética relata que también ocurre en las citas médicas. “La salud debe abordarse de forma integral, no solo la física, sino la mental”, y añade que “hay personas delgadas que pueden estar sanas o no y personas gordas que pueden estar sanas o no”. En la guía se recoge que la salud es, en muchas ocasiones, utilizada para justificar la gordofobia, pero “la salud implica mucho más que el peso: es integración social, autoestima, atención sanitaria de calidad, derecho al empleo y a una vida digna, medio ambiente libre de contaminación...”, se detalla en el documento elaborado por Piñeyro.
“Una persona gorda a lo mejor no tiene problemas de salud física, pero puede estar hecha polvo porque tiene una ansiedad o una depresión porque hay toda una sociedad que la discrimina, le insulta en la calle, que no la quiere y no la desea, porque siempre está sola…”, lamenta, por lo que se cuestiona: “¿a qué estamos llamando salud realmente?” Además, la sociedad presupone que cuando una persona no baja de peso es siempre por sus hábitos de vida, porque no come sano… pero “no se tienen en cuenta los factores genéticos, la cultura, la clase social, el acceso que tienes a los alimentos, qué es lo que te puedes permitir…”.
“El activismo me salvó la vida”
En su caso, también ha sido víctima en numerosas ocasiones y ha realizado esas dietas estrictas que crean frustración. “El activismo me salvó la vida”, afirma. Fue el hecho de contar su experiencia a otras compañeras y que otras mujeres expresaran las suyas lo que demostró que no son casos aislados. “Muchas creíamos que solo nos pasaba a nosotras”, indica. La plataforma Stop Gordofobia les ha servido como espacio liberador en el que se han dado cuenta de que existe un problema social, que la culpa es de una “sociedad que nos discrimina”. “Me di cuenta de que yo no tenía que cambiar mi cuerpo, sino que era la sociedad la que tenía que cambiar y dejar de discriminarme”, añade.
En el proceso asegura que fue fundamental “reconciliarse” consigo misma. “Situar al enemigo fuera y no dentro de mí hizo que pudiera cuidarme mucho más, tomar decisiones amorosas con mi cuerpo, y acabar con ayunos interminables, dietas restrictivas que me hacían daño, subidas y bajadas de peso que son super dañinas para la salud, y cuidarme desde el amor y desde el afecto”, asegura. También ve importante hacer terapia para cuidar la salud mental por todo lo que esa sociedad vuelca a través de la gordofobia.
Piñeyro recuerda que se sufre discriminación en el ámbito laboral. “Las mujeres gordas tenemos más dificultad para encontrar trabajo, sufrimos acoso callejero, insultos y otro tipo de vejaciones”. La autora de la guía contra la gordofobia añade que hay casos “de compañeras gordas que han sufrido abusos sexuales y como son gordas nadie les cree: ¿quién va querer violar a una gorda?, les dicen”. El cruce entre gordofobia y machismo se evidencia constantemente. También en el hecho de que a la plataforma le escriban chicos para decirles: “Me gustan las mujeres gordas, pero no sé cómo contárselo a mis amigos”.
La activista y agente de igualdad se mantiene esperanzada en que la juventud ahora dispone de más información. Por ello, detecta más concienciación, sobre todo por parte de las chicas, que saben identificar esa presión que existe sobre sus cuerpos. “Hay cierta sensibilidad y creo que es positivo”, añade. Considera que las redes sociales son un espacio de “mucha discriminación y de mucha humillación, pero también de rebeldía, de conocimiento y de encontrarse”. En este sentido, disponer de un espacio en Instagram, Twitter y Facebook sobre gordofobia fue revolucionario porque numerosas personas afectadas pudieron hablar de ello y contar sus experiencias.
Aumento de los trastornos alimenticios
El consejero de Sanidad del Gobierno de Canarias, Blas Trujillo, señaló la semana pasada en el Parlamento que se ha detectado un aumento de los trastornos alimenticios tras el confinamiento, por lo que ve necesario que se incrementen los recursos para atender a estas personas. Estos trastornos tienen en las Islas una prevalencia de entre el 4,1 y el 6,41% y estas enfermedades afectan sobre todo a chicas adolescentes. Asimismo, recordó que durante la pandemia se ha podido percibir este grave problema por parte de las familias y aboga por actuar en las redes sociales para que “no contaminen” la vida social. De hecho, los casos de anorexia y bulimia entre adolescentes se han disparado.
Piñeyro recuerda que el confinamiento supuso problemas de salud mental para prácticamente toda la población “por la presión que estábamos sufriendo y además sobre la gente gorda y sobre las mujeres había mucha presión para que no engordásemos en la cuarentena. Había mucho humor gordófobo y mucha presión sobre los cuerpos”, apunta. En este sentido, subraya que es necesario asumir que “los procesos cambian los cuerpos, que no siempre depende de nosotras, que no es una cuestión de voluntad individual y hay muchas cuestiones que inciden”, concluye.
La guía para detectar la gordofobia y luchar contra ella se puede descargar en la web del Instituto Canario de Igualdad (ICI). En el documento se establecen una serie de pautas para dejar de discriminar, como dejar de usar la palabra gordo o gorda como insulto, hablar de alimentación en un sentido amplio, señalar las burlas, los chistes o el bullyng así como apostar por el deporte inclusivo, visibilizar la variedad corporal o dejar de comentar los cuerpos ajenos. Del mismo modo, se alude a la necesidad de trabajar por la inclusión social y laboral y, sobre todo, de “escuchar a las personas gordas”.