Fuerteventura se enfrenta a la que estaÌ considerada ya como la principal amenaza para el ser humano en este siglo: el calentamiento global y el cambio climaÌtico. Este fenómeno, sumado a las carencias de las infraestructuras para la desalación de agua, ponen en peligro la gestión de agua potable en una de las islas más desérticas del Archipiélago. De este modo, se trata de uno de los efectos más devastadores que amenazan al territorio majorero.
La preocupacioÌn por la urgencia climática, a escala planetaria, ha entrado tambieÌn en la agenda poliÌtica de la Isla y la lucha contra el cambio climaÌtico tiene por primera vez rango de consejeriÌa en el Cabildo majorero. Su responsable, Marlene Figueroa (PSOE), destaca que es preciso dar una respuesta al desafiÌo que supone el cambio climaÌtico. La institucioÌn insular tambieÌn introduce en su estructura otro concepto hasta ahora poco habitual en la poliÌtica local: la economiÌa circular. Supone un cambio de paradigma, persigue “cerrar el ciclo de vida de los productos” y reducir al miÌnimo la generacioÌn de residuos.
Para desarrollar una estrategia propia hace falta tener datos. En el caso de Fuerteventura, no es que no existan, pero no son de faÌcil acceso y no se pueden consultar en un portal especiÌfico. Desde mediados de la deÌcada pasada no se publica un anuario estadiÌstico de la Isla. El uÌltimo fue en 2006 y teniÌa diez capiÌtulos. El primero estaba dedicado a los indicadores sobre territorio y clima. Presentaba, como novedades, los datos sobre insolacioÌn o la posibilidad de comparar climatoloÌgicamente la costa Este y la Oeste. No era mucho, pero era algo. En los uÌltimos anÌos, Fuerteventura se ha quedado atraÌs en el diagnoÌstico de sus indicadores maÌs relevantes, mientras que otras reservas de la Biosfera ya tienen cierto recorrido en ofrecer soluciones locales ante el reto del cambio climaÌtico.
La Isla ha aumentado su poblacioÌn en los uÌltimos dos anÌos y ha superado los 113.000 residentes. Hace apenas un lustro era al reveÌs: teniÌa unos 7.000 habitantes menos y perdiÌa poblacioÌn. En cambio, el parque de vehiÌculos no ha dejado de crecer: maÌs de 11.000 en una deÌcada. En la Isla hay 73 vehiÌculos por cada 100 habitantes y, por ahora, el uso de automoÌviles eleÌctricos o hiÌbridos todaviÌa es modesto, mientras que el transporte puÌblico se reduce a ciertos segmentos de poblacioÌn y su utilizacioÌn no es generalizada.
En un taller reciente sobre el impacto de la humanidad en el planeta, organizado por la FundacioÌn CeÌsar Manrique, se ofrecieron numerosas evidencias de los cambios que ya se estaÌn produciendo y de la necesidad de ser parte activa de los cambios que hay que llevar a cabo en la sociedad y en la poliÌtica. Por ejemplo, desde 2008 hasta hoy hemos emitido tanto dioÌxido de carbono como los dos primeros siglos de industrializacioÌn. Otro dato: el Planeta tardoÌ mil anÌos en que aumentara su temperatura media en un grado centiÌgrado. El siguiente grado centiÌgrado que ha aumentado lo ha hecho en solo sesenta anÌos. Y otro: los diez anÌos maÌs caÌlidos de la historia, desde que hay registros, pertenecen al siglo XXI. Uno de los ponentes, JoseÌ Luis De Vicente fue comisario de la exposicioÌn ‘DespueÌs del fin del mundo, en el Centro de Cultura ContemporaÌnea de Barcelona’, y aseguroÌ que surgioÌ de preguntarse que “si el cambio climaÌtico es lo maÌs importante que nos pasa, por queÌ parece que no nos importa, por queÌ nos comportamos como si no fuera verdad”.
En Fuerteventura, auÌn no hay respuesta para esa pregunta. Canarias va atrasada, o “desprotegida frente a la emergencia social del cambio climaÌtico por la inaccioÌn” del anterior Gobierno autonoÌmico, como senÌalaba en un informe el responsable de poner en marcha un Observatorio sobre el cambio climaÌtico que no llegoÌ a arrancar en el pasado mandato. Canarias es de las pocas comunidades autoÌnomas que no tiene un organismo dedicado exclusivamente al cambio climaÌtico. Desde 2012, cuan- do desaparecioÌ la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio ClimaÌtico, no hay un organismo de este tipo en el ArchipieÌlago que im- pulse las poliÌticas conjuntas contra el cambio global. El nuevo presidente de Canarias, AÌngel ViÌctor Torres (PSOE), ha anunciado la creacioÌn de una Ley canaria de lucha contra el cambio climaÌtico y la implementacioÌn en el futuro de una tasa turiÌstica que revierta en la mejora del paisaje.
No obstante, en Fuerteventura algo se empieza a mover. AdemaÌs de la creacioÌn de la ConsejeriÌa de Cambio ClimaÌtico, el proÌximo 27 de septiembre, la Isla se une a la iniciativa mundial contra el calentamiento global que plantea el movimiento de joÌvenes estudiantes Fridays for Future, impulsado por la joven sueca Greta Thunberg. Ese diÌa se haraÌ una marcha por el clima que recorreraÌ Puerto del Rosario, entre la DelegacioÌn del Gobierno y Playa Chica. A la organizacioÌn de la marcha se han sumado Oasis WildLife Fuerteventura y la fundacioÌn Chekipa, junto a diversos medios de comunicacioÌn y empresas hoteleras, del sector primario, asociaciones y organizaciones sin aÌnimo de lucro como Limpiaventura o el Consejo de la Juventud de Canarias. La semana previa al acto se denominaraÌ Semana de accioÌn por el clima y se llevaraÌn a cabo distintas actividades y talleres.
Problemas y medidas
Desde el punto de vista institucional queda mucho por hacer. Para atajar el cambio climaÌtico hay dos tipos de medidas que se pueden poner en marcha de forma inmediata: medidas que mitiguen el cambio, que supongan una reduccioÌn de emisiones, y medidas de adaptacioÌn al nuevo escenario que va a llegar. En Fuerteventura, como en otras Islas, siÌ se ha avanzado algo en el desarrollo de energiÌa eoÌlica, aunque se ha retrasado su puesta en marcha, pero, por contra, se estaÌ peleando contra un proyecto de liÌnea de alta tensioÌn sobredimensionado, que desde el Cabildo se ha entendido que no encaja con los paraÌmetros de desarrollo sostenible. Las Islas tienen una elevada huella de carbono al quemar hidrocarburos para generar maÌs del 92% de la energiÌa que se consume.
La gestioÌn de los residuos sigue siendo un problema, aunque se aprecia maÌs concienciacioÌn. En 2015, 28 de cada 100 majoreros aseguraban que no reciclaban nunca plaÌsticos y latas, mientras, que ahora, ese porcentaje se ha reducido al 18 %. Si hace cuatro anÌos eran 54 de cada 100 los que deciÌan que reciclaban siempre estos envases, ahora son 66 de cada 100, seguÌn la Encuesta de condiciones de vida de los hogares canarios.
La gestioÌn del agua potable supone un problema auÌn mayor. SeguÌn la informacioÌn que ha trascendido del Consorcio de Abastecimiento de Aguas a Fuerteventura (CAAF), el volumen de agua que se desala, pero no se factura, se ha ido aproximando, en los uÌltimos anÌos, al 50% y los informes internos del organismo advierten de un “considerable aumento de las peÌrdidas”. Unos informes solicitados por el hoy vicepresidente segundo del Cabildo, AndreÌs BriansoÌ (Podemos), reconocen que las infraestructuras de desalacioÌn y de conduccioÌn de agua potable en Fuerteventura estaÌn obsoletas y que, por tanto, hacen falta inversiones de forma urgente para garantizar el suministro de agua potable en toda la Isla. La ecuacioÌn es clara: si aumentan las peÌrdidas de agua es necesario desalar maÌs para suministrar a los abonados, por lo que se incrementa tambieÌn el consumo de electricidad y la contaminacioÌn que se produce para generarla.
Los riesgos en la costa
En el ArchipieÌlago, seguÌn los investigadores del Instituto de OceanografiÌa y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, entre 1927 y 2017 el nivel del mar se ha incrementado en 17 centiÌmetros. Por cada centiÌmetro que sube se pierde un metro de playa. El estudio de la universidad apunta tambieÌn que desde 1983 hasta 2017 la temperatura media del oceÌano en las Islas ha subido un grado centiÌgrado.
El riesgo del cambio climaÌtico sobre el litoral estaÌ formado por tres aspectos: peligrosidad, exposicioÌn y vulnerabilidad, y sobre los tres se puede actuar. En Canarias, el factor dominante es el cambio del oleaje. SeguÌn el ingeniero IÌnÌigo Losada, que realiza trabajos de consultoriÌa para adaptar las zonas de costa a los efectos del cambio, en Canarias las olas extremas seraÌn maÌs extremas y habraÌ un cambio en su direccioÌn que erosionaraÌ diques y espigones.
AdemaÌs, en las Islas hay una gran exposicioÌn y vulnerabilidad y se ha incrementado el riesgo por la ordenacioÌn territorial, por lo construido en la costa. HabraÌ maÌs oleaje en el sur de cada una de las Islas, mayor probabilidad de ciclones y efectos en las infraestructuras que se han disenÌado mal o no se han mantenido bien. “Canarias es, probablemente, la comunidad autoÌnoma con mayor riesgo en su costa”, asegura Losada.
Es de las regiones maÌs vulnerables, el aumento medio del nivel del mar “no hay quien lo pare” y la adaptacioÌn va a ser necesaria hasta en el escenario maÌs favorable. “Es maÌs barato adaptarse que reparar los danÌos”, dice. Losada senÌala a quienes tienen que hacer algo ante esta situacioÌn: todas las administraciones, desde las estatales a las locales, pero tambieÌn las empresas.
Entre los riesgos climaÌticos que se contemplan en las estrategias contra el cambio climaÌtico elaboradas para otras Islas, que se pueden extrapolar a Fuerteventura, estariÌan los fenoÌmenos meteoroloÌgicos y oceanograÌficos adversos, como olas de calor extremo, un aumento gradual de las temperaturas miÌnimas y aumento de frecuencia en las temperaturas maÌximas, lluvias torrenciales, mayor erosioÌn, incremento del nivel del mar y afeccioÌn sobre el litoral, incremento potencial en la frecuencia de formacioÌn de tormentas tropicales, modificacioÌn de la orientacioÌn de los vientos, mayor presencia de polvo sahariano y un aumento de la concentracioÌn de dioÌxido de carbono en la atmoÌsfera.