La falta de camas en planta vuelve a colapsar las urgencias del Hospital Insular: 80 pacientes esperan traslado

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —
2 de febrero de 2021 08:46 h

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Las carencias estructurales del Hospital Insular de Gran Canaria, el de referencia para la ciudadanía de la zona sur de la isla, vuelven a aflorar en forma de colapso en las urgencias. En estos últimos días se han registrado en el complejo imágenes que ya son habituales cada año por las mismas fechas, las de pacientes hacinados en camillas en los pasillos por la falta de camas libres a las que ser trasladados en planta. En esta ocasión, con una complejidad añadida: la COVID-19. Y no porque se haya producido un significativo pico de ingresos por esta causa en el servicio, sino por la necesidad de reservar un módulo entero (14 plazas) para los sospechosos de padecer la enfermedad y de esperar por los resultados de las pruebas PCR para aquellos pacientes que tengan que permanecer hospitalizados tras pasar por urgencias. 

A diferencia del año pasado, la gripe no ha incidido en el incremento de la presión asistencial. En febrero de 2020, ya había alcanzado la fase epidémica en las Islas, causando trece muertes, y se había juntado con un episodio de calima que agravó la situación en los hospitales canarios. En este invierno no ha habido ni rastro de este virus. “No hay gripe y tampoco es la COVID la que está provocando este colapso. Hay aumento porque hay deshidrataciones, hemorragias, neumonías, infecciones urinarias, úlceras... La población está cada vez más envejecida y la demanda asistencial es cada vez mayor”, señala un veterano médico. 

Los profesionales coinciden: la saturación en urgencias es el síntoma, pero la causa hay que buscarla en el resto del hospital. Según fuentes sanitarias, este lunes por la mañana permanecían en el servicio 80 usuarios pendientes de traslado. De ellos, 68 debían esperar a que se liberaran camas en las plantas de hospitalización del propio complejo y 12 tenían que ser derivados a clínicas concertadas. Alrededor de 40 camillas con pacientes se alineaban en los pasillos. La hilera “llegaba hasta la zona de los ascensores”, apuntan las mismas fuentes. 

Las urgencias del Insular cuentan con 52 boxes y 20 camas en el área de transición. Es decir, la cifra de usuarios pendientes de traslado (80) superaba este lunes la capacidad real del servicio (72). “El problema que sufre urgencias no es en sí mismo de urgencias, es de escasez de camas en el hospital. Si se traslada a esos 80 pacientes de más, que equivalen a más de dos plantas de hospitalización, y los boxes quedan libres, se puede trabajar bien, en condiciones”, señala el enfermero Luis Vega, que a través del sindicato Asaca mantuvo una reunión este lunes con la gerencia del complejo hospitalario y con la subdirección de Enfermería para trasladar una serie de propuestas con el objetivo de subsanar las deficiencias en el servicio. 

“Normalmente atendemos una media de 200 o 220 pacientes al día. Si ya empezamos el día con esos 80 usuarios pendientes de traslado, más los nuevos que llegan... ¿Dónde los atendemos? En pasillos, en sillas en la sala de espera, algunos que tienen que esperar de pie, en sillas de ruedas... No es manera”, lamenta Vega, que suma a la dotación habitual la posibilidad de utilizar en los momentos más complicados otros tres puestos de atención en el área de paradas o emergencias y ocho sillones de otra sala. Los lunes y martes suelen ser los días más difíciles en las urgencias del centro. Por la propia dinámica de trabajo en el complejo, los fines de semana, con los especialistas de guardia, se dan menos altas hospitalarias, lo que redunda en un incremento de la presión. A medida que avanza la semana, la rueda gira y el incremento de altas en planta, ya con los médicos en jornada ordinaria, repercute en las urgencias, puesto que se liberan más camas y se puede desahogar algo el servicio, que aun así “sigue lleno”. 

Los pacientes llegan a esperar hasta 48 horas en urgencias hasta ser trasladados a planta. Además, antes del ingreso deben someterse por protocolo a una prueba PCR y aguardar por sus resultados, en ocasiones hasta seis horas. “El problema es que siempre estamos con un margen alto de ocupación. Ante cualquier problema de gravedad, como podría ser un accidente múltiple, nos vemos con muy poco margen de maniobra”, advierte el enfermero. 

Denuncia en Fiscalía, CULP y fuga de profesionales

Los médicos adjuntos del Hospital Insular de Gran Canaria acudieron hace dos años a la Fiscalía Provincial de Las Palmas para denunciar el “inaguantable” colapso del servicio y la “desidia institucional”. El Ministerio Público archivó las diligencias al entender que no había ningún tipo de responsabilidad penal en los hechos relatados por los sanitarios, a los que ni siquiera llegó a citar para que prestaran declaración o aportaran documentación adicional. 

La solución por la que han abogado en los últimos años los sucesivos equipos directivos de la Consejería de Sanidad pasa por la ampliación del hospital a través de la cesión, por parte del Cabildo de Gran Canaria, del edificio que albergaba el Colegio Universitario de Las Palmas (CULP). El acuerdo se materializó finalmente el pasado mes de noviembre, casi dos años después de su anuncio. Entre el personal de urgencias del Insular se muestran, no obstante, escépticos. No solo por el retraso en el proyecto, sino también por la ubicación de este edificio, alejado del bloque principal del hospital, lo que podría complicar las labores para trasladar a los pacientes para la realización de pruebas o para su ingreso en planta. 

La sobrecarga laboral en las urgencias del Insular ha provocado en el último lustro la marcha de hasta 33 médicos adjuntos del servicio. También de un grupo importante de enfermeros y auxiliares de enfermería debido a las extenuantes condiciones de trabajo. Para los profesionales, resulta ilustrativo que en el proceso de movilidad interna convocado por la gerencia del hospital ningún profesional haya aspirado a ingresar en este servicio. “Los más veteranos se han ido, y no porque se hayan jubilado, ni porque hayan sacado plazas por concurso-oposición. No han soportado seguir en el servicio”, apunta un sanitario que ejerce desde hace años en el complejo de referencia del sur de Gran Canaria. 

El incremento de plantilla ha sido, precisamente, una de las reivindicaciones que han hecho llegar los trabajadores a la gerencia en la reunión mantenida este lunes a instancias de Asaca. Luis Vega explica que han pedido reforzar cada turno con dos profesionales de enfermería, dos auxiliares y un celador más. El profesional ha percibido “bastante receptividad” a la propuesta por parte de la gerente, que “entiende y es conocedora del problema”. La dirección del centro ha pedido una semana para estudiar las soluciones planteadas. Y es que algunas de ellas tienen que ver con los servicios de ambulancias, que no dependen directamente del hospital, sino del concierto entre el Servicio Canario de Salud (SCS) y las adjudicatarias. 

Los trabajadores han solicitado que se habilite una sala de transferencia de pacientes desde las ambulancias hasta los boxes, ya que, como consecuencia de la pandemia, la empresa de transporte sanitario que opera en la isla no permite a sus empleados acceder a estas zonas de urgencias, como hacían habitualmente, lo que obliga a los profesionales del hospital a trasladar al paciente fuera del recinto, a través de la recepción, “que es además por donde entran los familiares”. También han reclamado que se refuerce la presencia de ambulancias en horario nocturno,. Solo hay dos vehículos y los pacientes tienen que esperar “cuatro y cinco horas” tras ser dados de alta para poder ser trasladados a sus domicilios o residencias. “Son horas de mas que se está ocupando una cama en urgencias y genera más sobrecarga en un servicio que ya de por sí no está bien habilitado, que no reúne las condiciones necesarias”. 

El personal también denuncia que en todo el servicio solo hay un baño asistido, de los que permiten la entrada de una camilla para poder higienizar en condiciones a los pacientes, y que en los momentos de más afluencia se acumulan “hasta 50 personas en una zona con un solo aseo”. 

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