Condenado a 12 años de prisión por agredir sexualmente a un menor

La Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a 12 años de prisión a un ciudadano británico, Dean Michaels, residente en San Bartolomé de Tirajana, al sur de Gran Canaria, por cometer una agresión sexual a su vecino de once años en el interior de su vivienda. El fiscal solicitaba 14 años de prisión e inhabilitación absoluta para el detenido, mientras que el letrado de la defensa pidió la absolución por considerar que no estaba suficientemente probado que las relaciones no fueron consentidas.

El fiscal aseguró en sus conclusiones que se juzga al detenido por una agresión sexual a un menor, al que practicó una felación en contra de su voluntad, según su propio testimonio. Los hechos que se juzgaron se remontan a julio de 2007, cuando el niño subió voluntariamente a la casa de su presunto agresor para recoger una mochila que este le mostró desde una ventana y le quería regalar. El denunciante reconoció que días atrás, Dean Michaels ya lo había invitado a acompañarlo a través de gestos, y mostrándose ligero de ropa desde su ventana.

El niño en ningún momento comentó nada de esto a sus padres, a pesar de que estos declararon ante el Tribunal que habían advertido a sus tres hijos sobre su vecino, del que se decía en el barrio que “andaba siempre con jóvenes de 17 ó 18 años”, según declaró el propio padre. El denunciante afirmó que una vez dentro de la casa, el acusado cerró la puerta, las cortinas y apagó la luz, se sentaron en el sofá y Dean Michaels le preguntó su edad, su nombre y su orientación sexual.

A continuación, y según el testimonio del menor, lo obligó a practicarle una felación mientras “me agarraba con fuerza” y, posteriormente, el detenido le hizo otra al niño. Este salió de la vivienda cuando oyó a sus padres llamándolo desde la calle de manera insistente. Los padres declararon que fue uno de sus hijos quien los alertó de que el niño estaba en el interior de la vivienda del vecino, y por lo tanto, comenzaron a llamarlo para que saliera. “A pesar de nuestra insistencia tardó unos diez minutos en salir”, afirmó la madre, y lo hizo “muy nervioso y sin querer contar, en un principio, lo que había ocurrido”.

Lo hizo posteriormente a su madre y ante la policía, en el momento de presentar la denuncia. A partir de ese momento, y según el testimonio de sus progenitores y los peritos que prestaron declaración ante el Tribunal, la conducta y el rendimiento académico del menor se han resentido de manera importante y negativa. De hecho, acreditaron que sufre un trastorno traumático.

Defensa

El acusado, que permanece en prisión preventiva en Salto del Negro, negó que hubieran existido relaciones sexuales con su vecino, del que dijo que no conocía de nada y además no podía entenderse con él, porque “no hablo español, ya que trabajo con ingleses”. Este extremo fue negado por el menor y sus padres, quienes afirmaron en todo momento que aunque no tenían amistad con el detenido, sí lo tenían identificado como un vecino con el que se relacionaron siempre en castellano.

El abogado de la defensa mantuvo a lo largo del juicio celebrado esta semana, que la hipótesis de que el menor se asustó al verse sorprendido en el interior de la vivienda de una persona contra la que sus padres le habían advertido, y se inventó una agresión sexual. Esta idea no se vio apoyada por el testimonio de los psicólogos y médicos forenses durante la vista, quienes afirmaron que la evolución negativa del menor desde el momento que ocurrieron los hechos que se juzgan, están provocados por los abusos que sufrió.

De hecho, se mostraron convencidos de que el miedo que sintió el menor a contar lo sucedido, no estaba basado en el temor por la reacción de sus padres hacia él, como mantuvo el letrado de la defensa, sino a agravar la salud de su padre que había sufrido hacía poco un infarto de miocardio.

El detenido, mantuvo que la transcripción de su primera declaración era errónea y que fue el menor el que subió a su casa, sin motivo. Él lo dejó entrar, pero asegura que le quiso hacer entender que debía irse, porque estaba esperando a unos amigos.