El padrastro de Yuliza Pérez, Antonio Luis Ferreira Machado, fue declarado este jueves culpable de asesinato como autor de la muerte de la joven dominicana, ocurrida en 2007 en su domicilio familiar de Lanzarote, por un tribunal jurado que le ha juzgado en la Audiencia Provincial de Las Palmas.
El veredicto del jurado fue leído en torno a las nueve de la noche en la sala del juicio y, a la vista de la decisión del tribunal, fiscalía y acusación particular insistieron en pedir veinte años de prisión para el acusado, mientras que su defensa, que antes abogaba por una pena de sólo diez años, solicitó ahora quince años.
El jurado le declaró, por unanimidad, “culpable de agarrar por el cuello a Yuliza Pérez y apretarlo hasta darle muerte, asegurándose de que la misma no podía defenderse ni pedir auxilio y actuando de forma sorpresiva”.
Además, por mayoría, consideró probado que actuó “con la total intención de causar su muerte por estrangulamiento, sin dar a la misma posibilidad de defensa”, según relató su portavoz.
Al respecto, recordó los testimonios de distintos peritos que, durante la vista oral del juicio, pusieron de manifiesto que el cadáver de la joven no presentaba “lesiones de autodefensa”.
Al tiempo, el tribunal consideró, por unanimidad, que no quedó probado que, como sostenía su defensa, el asesino actuara “cegado por la tensión de la discusión mantenida”, tanto por la referida falta de signos de pelea entre él y su víctima como por las propias declaraciones que efectuó en el juicio, señalando que “momentos antes le había pedido perdón” por una discusión del día anterior.
Antonio Luis Ferreira Machado, ex pareja de la madre de Yuliza, había admitido ante el tribunal jurado que el 8 de noviembre de 2007 agarró a la joven porque quería que le perdonara por una discusión que tuvo con ella por su empeño en pertenecer a los Testigos de Jehová y que acabó por estrangularla, aunque sin darse cuenta al principio de que había muerto.
Reconoció, además, que luego bajó a ver a una vecina y después sacó el cuerpo hasta la calle y lo trasladó en su coche al vertedero de Argana Alta, donde lo dejó tapado con tierra hasta que fue hallado casualmente por un vecino que paseaba a sus perros cinco días después, para quedarse luego esperando en su casa del barrio de Los Geranios, en Arrecife, a la llegada de la madre de la joven.
Sin pensar en contarle lo ocurrido, la ayudó a buscar a su hija desde que comenzó a preocuparse porque no regresaba, hasta el punto de participar luego en cuatro búsquedas que se organizaron, al tiempo que facilitaba pistas falsas a la policía y a la familia, según rememoró.