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El día que llegó el virus: la reconstrucción de las primeras horas de la pandemia en España, un año después

Toni Ferrera

29 de enero de 2021 21:48 h

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Las primeras noticias sobre un nuevo patógeno altamente contagioso que había inundado las calles de China ya resonaban con fuerza por España. La mirada estaba ahí, al otro lado del globo, por varios motivos. Falta de información, cuarentenas alarmantes, incredulidad por las extrañas neumonías en la provincia de Hubei. Todo mientras Europa (y el resto del mundo) aún no era consciente de que se avecinaba la peor pandemia en un siglo. Y España estaba más pendiente del estreno del primer gobierno nacional de coalición en más de 40 años desde la restauración de la democracia.

Los 31 de enero suelen ser fechas con poca historia salvo casos excepcionales. En la Segunda Guerra Mundial, en 1943, se confirmó la victoria soviética en Stalingrado, lo que supuso un giro decisivo en el frente oriental. En 1999, científicos de la Universidad de Alabama (Estados Unidos) descubrieron en los restos de un chimpancé llamado Marylin, fallecido en 1985, que el virus VIH procede de ese animal. Y en 2020, ese mismo día, el Reino Unido salió de la Unión Europea y se notificó el primer caso de coronavirus en España.

Resultó ser un turista alemán que llegó a Canarias procedente de Múnich, Alemania. Un viajero más. Otro extranjero que frecuentó el Archipiélago por sus playas. La concatenación de los hechos fue la siguiente: el Hospital General de La Gomera recibe una llamada de Salud Pública la noche del 29 de enero advirtiendo que la embajada alemana en España ha avisado de que seis ciudadanos alemanes se encuentran en La Gomera, y que uno de ellos ha estado en contacto “muy estrecho” con un positivo. En ese momento, como relata el gerente del hospital, Isidro Manuel Brito, se activó el 112 y se “dispararon todas las alarmas”. Esa noche no localizaron al grupo. Lo hicieron al día siguiente, en el apartamento donde se hospedaban. Todos ellos (solo uno dio positivo) fueron atendidos por Adela Schmidt, enfermera de un centro de salud en Hermigua, un municipio de poco más de 1.500 habitantes.

Esta es su historia:

“Yo no me levanté pensando que atendería al primer paciente de COVID-19 en España. Me acuerdo de que la noche anterior estaba viendo las noticias, y vi todo lo que estaba ocurriendo en Wuhan y los hospitales que estaban levantando. Y dije: menos mal que vivo en La Gomera. Pero hoy ya no existe lo lejos. Da igual dónde vivas. Estamos todos comunicados y los virus no conocen fronteras. Nadie se puede sentir seguro”.

Adela es enfermera en un centro de atención primaria. Cuenta que el día en que conoció a los pacientes alemanes había acudido a su espacio de trabajo como cualquier otra jornada. Fue a la cocina a por un café, y se encontró con un compañero. “Me dice: ¿dónde están los EPI (Equipo de Protección Individual)? Y yo le pregunté que para qué los buscaba”. Sanidad ya había dado la orden de atender al grupo de alemanes sospechoso de una posible infección. Adela bajó y se reunió con la médica, Myriam Darias. Ambas marcharon en ambulancia hasta el apartamento municipal donde se hospedaban los turistas, en el valle de Hermigua.

“Yo decía: 'eso no puede ser'. A nivel interior tenía un montón de miedo. Que vaya otro. Porque no sabes realmente, y te vienen miles de cosas a la cabeza. Lo mejor es que vas por el idioma. Y que éramos un equipo. Yo sentía que con la médica, los técnicos de la ambulancia… Todos tuvimos nuestros miedos y dudas, pero eso nos hizo fuertes. Superar el miedo y actuar. Nos pusimos los EPI y fuimos”.

Al llegar, Adela y el resto de los sanitarios atendieron a los pacientes. Valoraron la situación en la que estaban, recogieron sus datos y chequearon cualquier síntoma respiratorio. Al final, como detalla, todos ellos se encontraban bien. Eran asintomáticos. El ruido venía de fuera. “Había mucha tensión. El mundo te miraba. El turismo, la política. Todos. A mí hasta me llamaron de Alemania. Yo necesitaba estar en el fondo del asunto, no quería salir por la televisión ni por la radio. Me quité de allí. Estaba centrada en mi trabajo. Y sentía que necesitaba mucha fuerza porque era una situación extraordinaria”. 

El idioma en común fue una gran ayuda. Adela también es alemana, así que sirvió como puente para entablar conversaciones más fluidas entre el personal y los posibles infectados. Quería que “no hubiera malinterpretaciones” y dejar claro que “ellos estaban bien”. “Pero la prensa estaba alerta, y en esas situaciones todo el mundo busca el mínimo fallo. Es muy fácil nadar fuera del agua. Es muy fácil opinar cuando no te toca y cuando no te toca siempre lo haces mejor”.

“Yo quiero decir que me sentí acompañada por los compañeros y los especialistas. Éramos un equipo y formábamos una pequeña pieza dentro de un gran engranaje. Al final no hay nada seguro. Cuando piensas que no te toca sí te puede tocar. Estas situaciones que no has elegido son con las que aprendes y terminas sintiéndote orgullosa”.

Una cerveza para almorzar

Los seis alemanes eran de Baviera, cuna de la cerveza. El gerente del Hospital General de La Gomera, Isidro Manuel Brito, cuenta que los pacientes se enfadaban porque querían una cerveza para almorzar, a lo que el centro respondió ofreciendo agua con gas. “No demandaban nada aparte de la comida y la bebida. Estaban bien. Eran asintomáticos y habían venido de vacaciones, por lo que encontrarse con esto les resultó extraño. Nosotros les dimos agua con gas en sustitución de cerveza. Fuimos cordiales con ellos, como con cualquier otro enfermo, pero con la prudencia que requería”.

Adela también recuerda esta anécdota. “Tenían la información, o a mí me decían, que como eran asintomáticos y a otro grupo les habían dado cerveza, les diéramos lo mismo. Me contaban que se sentían bien. Que por qué les quitábamos la cerveza. Claro, en el almuerzo, nadie se emborracha de eso. Yo creo que tienen razón, es como si te tomas un vino. Pero no podíamos ceder. Y eso era difícil transmitirlo”.

Y una reflexión

Ese virus que “en principio creíamos que era una gripe”, como recuerda Brito, ha provocado el año más anómalo de varias generaciones. La crisis económica y sanitaria no ha dado un solo respiro. Todo es diferente.  Aún así, un año después, La Gomera puede presumir de no registrar ningún caso activo de coronavirus este viernes. Una pequeña paradoja. “Cómo ha cambiado al mundo y cómo nos ha cambiado este virus. Desde todos los puntos de vista. Es la nueva normalidad, pero ¡dios mío! Lo que estamos viviendo es duro. Y bastante triste. Espero que la vacunas sean la solución. Aunque tenemos que ser pacientes y convivir así unos meses”. Con aquel caso de recuerdo de lo desconocido un último día de enero de 2020.