La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

La evolución del Archipiélago en memoria histórica: cuando Las Palmas de Gran Canaria cambió su calle a Franco en los 80

Santa Cruz de Tenerife ha sido noticia en las últimas semanas tras la finalización del catálogo de vestigios y calles franquistas que aún permanecen en la ciudad. Desde la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias se dio a conocer el trabajo realizado por un equipo de profesionales liderado por la catedrática en Historia del Arte Maisa Navarro que evidenció que hay unos 78 monumentos, calles, vestigios y honores que retirar o modificar para cumplir con las leyes de memoria histórica. El alcalde de la ciudad, José Manuel Bermúdez (Coalición Canaria), aseguró rápidamente en un comunicado que con este estudio se estaba estigmatizando a la capital de Tenerife, ya que el catálogo de vestigios no incluía a otros municipios. El dirigente político ya era conocedor de otro estudio encargado por su corporación a la Universidad de La Laguna y liderado por la misma catedrática y que apuntó las mismas conclusiones. “No es nada nuevo”, recuerda a este periódico Navarro, que lleva estudiando la arquitectura y el arte como vehículo de propaganda franquista desde hace décadas. Remarca que en los años ochenta, Las Palmas de Gran Canaria (con su primer gobierno democrático tras la dictadura y de izquierdas) cambió el nombre de la calle general Franco por la Avenida Primero de Mayo sin que existiera aún la Ley de Memoria Histórica. 

En las elecciones de 1979, Manuel Bermejo (Unión del Pueblo Canario) se convirtió en alcalde de Las Palmas de Gran Canaria tras un pacto con el PSOE, pero al año siguiente los socialistas se aliaron con UCD haciendo alcalde a Juan Rodríguez Doreste. Paralelamente, en el Congreso se encontraba el diputado por la UPC Fernando Sagaseta. El periodista Enrique Bethencourt, autor del libro La Unión del Pueblo Canario. Luces y sombras del nacionalismo autodeterminista de los 70-80, destacó de él que “era defensor de la gente que peor lo pasa y creía profundamente en el modelo soviético. En sus intervenciones casi siempre hacía referencia a los problemas de Canarias, como con las referencias a los intentos de creación de bases militares en Arinaga. Defendía una ley de divorcio y puso a Canarias en el primer plano en España”. Fueron tiempos de movilizaciones sociales, recuerda también el historiador Sergio Millares, que resalta que desde principios de los 80 se cambiara esa calle dedicada a Franco, mientras que en Santa Cruz de Tenerife hubo desde entonces una negativa de las fuerzas mayoritarias en el ayuntamiento. El historiador subraya que no se puede afirmar que la capital tinerfeña sea una ciudad franquista ya que la influencia del republicanismo fue muy importante, pero el hecho de que albergara la Capitanía General fue clave para que se levantaran esos monumentos que ahora son señalados por el catálogo de vestigios como el construido en honor a Franco o el de Los Caídos. 

Sin monumentos franquistas en Las Palmas de Gran Canaria 

Maisa Navarro realizó una investigación en 1979 titulada Arquitectura del Mando Económico en la Ciudad de Las Palmas, organismo creado por la “lejanía” de Canarias y dependiente de la Capitanía y que aplicaba una “economía de guerra”. En el estudio explica que “debido al sistema de propaganda, propio del momento, era más fácil sustituir una idea por una imagen, imagen que venía facilitada por la arquitectura”. Y añade que “sólo de este modo” es posible entender el tremendo lujo y aparato escénico que supuso la construcción del Monumento a los Caídos en Santa Cruz de Tenerife. Por el contrario, en lo referente a las obras de tipo benéfico, barriadas obreras… señala que además de la labor social más o menos eficiente perseguida con su realización, se traduce “el enorme efecto de pantalla que supuso esta actividad, más simbólica que resolutoria de necesidades”. Dichas barriadas eran entendidas así como un medio de diferenciar geográficamente una clase social. En la mayoría de los casos lo que conseguían era segregar aún más. En esta ciudad destacan barriadas como de las 79 viviendas de La Isleta, para personas en una situación de mayor exclusión. 

Navarro destaca que hubo una labor específica del Mando Económico en cada isla, según la orientación de la misma, pero, sobre todo, teniendo en cuenta su volumen numérico. Por ello, afirma que el número total de edificaciones aparece claramente desigual, en primer lugar, entre ambas provincias, de modo que se detecta una superioridad en el número de construcciones mayor en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. También detecta diferencias entre islas capitalinas y no capitalinas y dentro de cada isla según el protagonismo de los núcleos capitalinos. Durante la investigación, remarca además la desatención a la provincia oriental. Sobre las construcciones con una finalidad más propagandística como el monumento a Los Caídos de la capital tinerfeña, remarca que iniciativas de este tipo “son constatables en calidad de proyecto en el Ayuntamiento de Las Palmas”. Así, en el archivo documental pudo hallar expedientes como los de construcción de un monumento conmemorativo de la partida del Generalísimo en los puertos de Las Palmas y de La Luz o un proyecto de construcción de Cruz a los Caídos, de características similares a las recogidas por el monumento tinerfeño y que preveía su ubicación en los comienzos de los jardines del Hotel Santa Catalina. 

Finalmente, estos proyectos nunca llegaron a construirse, por lo que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria no ha tenido que retirar obras de este tipo de su vía pública para cumplir con la memoria histórica, como sí ha ido haciendo con los nombres de calles. Durante el anterior mandato, se modificaron seis calles y se descartó renombrar a las arterias que realizaban las batallas del bando nacional durante la Guerra Civil. Uno de los últimos ejemplos fue la modificación de la calle Calvo Sotelo, que permanece junto al mercado de Vegueta con la nueva denominación, calle El Progreso. Sergio Millares apunta que prácticamente todos los vestigios han ido desapareciendo de la ciudad, aunque quedan placas del yugo y las flechas, símbolo de la falange, y otros que han sido señalados pero que pertenecen a propiedades privadas o a otras instituciones y que, por tanto, salen de la competencia municipal. Entre ellas menciona el escudo franquista que permanece en la Base Naval de la capital grancanaria y que desde Delegación del Gobierno apuntan que es el Gobierno de Canarias quien ahora tiene las competencias según su ley de memoria histórica. 

En el plazo de un año la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias espera contar con un catálogo de vestigios completo de todo el Archipiélago. El de Santa Cruz de Tenerife resultaba urgente por la cantidad de ellos sin suprimir aún de la vía pública y porque existía un riguroso trabajo encargado a la Universidad de La Laguna en este sentido. No obstante, la mayoría de municipios de Canarias se han ido adaptando poco a poco a las leyes de memoria histórica, primero a la de Zapatero del año 2007 y después a la autonómica de 2019. En 2020, el municipio de Moya (gobernado por el PP) eliminó una placa de exaltación a Franco que descubrió accidentalmente al pie de una Cruz. Y esta misma semana el Ayuntamiento de Arucas cambiaba su calle a Calvo Sotelo. 

Arrecife, entre los ejemplos de cumplimiento

En otras islas también se han ido haciendo los deberes. Aunque aún no se dispone del catálogo de vestigios completo, ayuntamientos como Arrecife remarcan que hace ya varios años que se constituyó una comisión de Memoria Histórica que modificó el callejero sustituyendo las vías que incumplían la ley por otras relacionadas con personajes destacados de Lanzarote. La actual directora general de Patrimonio del Gobierno de Canarias, Nona Perera, formaba parte de dicha comisión y recuerda que las calles se modificaron sin necesidad de alardear políticamente de ello. Santa Cruz de La Palma es otra de las ciudades que confirman que ha desaparecido toda huella franquista de ella, el último de los símbolos en retirarse fue el símbolo de Blas Pérez, ministro de la gobernación con Franco. Puerto del Rosario también ha ido cambiando calles, pero no han confirmado a este periódico si quedan huellas franquistas aún. 

La Comisión Técnica de Memoria Histórica de Canarias se reunirá próximamente para analizar el catálogo de vestigios franquistas de Santa Cruz de Tenerife. En especial, urge la retirada del conocido como monumento a Franco, del que los expertos destacan que no cabe la posibilidad de resignificarlo, ya que en él se  numerosos símbolos franquistas en todo el conjunto escultórico; desde “la figura del arcángel que simboliza al propio tiempo la circunstancia histórica del vuelo realizado por el general Franco para iniciar la guerra en el avión conocido como Dragon rapide”, hasta los escudos alegóricos a los 9 partidos judiciales de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en 1960 , entre otros. Esta misma semana la Autoridad Portuaria inició la retirada de la hélice del crucero Canarias, elemento representativo de acciones de combate perpetradas contra la población civil en distintos lugares del territorio nacional y señalado en este catálogo.