El Charco, la laguna donde se refleja la identidad e idiosincrasia del pueblo de La Aldea

Imagen de arcivo de la fiesta del Charco de La Aldea.

Silvia Álamo

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El 11 de septiembre, a las 17.00 horas, hay una cita indiscutible y muy esperada en el noroeste de Gran Canaria: la tradicional tirada a El Charco, en La Aldea de San Nicolás. Miles de personas se agolpan en torno a la laguna que se encuentra en la desembocadura del barranco para, según despegue el volador, entrar al agua y ser felices con las caras llenas de barro, con sus grandes cestas buscando la mejor lisa o dando abrazos y pidiendo “salud” por un año nuevo que comienza en este alejado (cada vez menos) municipio grancanario. La Fiesta de El Charco es una de las manifestaciones populares más multitudinarias y ancestrales de Canarias. Es un espacio donde se refleja la identidad e idiosincrasia y un sentimiento y seña de unidad del pueblo aldeano.

No está de más explicar que esta tradicional cita está enmarcada dentro de las fiestas patronales en honor a San Nicolás de Tolentino, que comienza cada año su programa festivo a finales del mes de agosto y lo finaliza a mediados de septiembre. Desde tiempos antiguos al día siguiente de la festividad religiosa -el 10 de septiembre- se bajaba hasta la playa para practicar la Embarbascada –una técnica de pesca que consistía en verter savia de plantas como el cardón o la tabaiba para provocar un efecto narcotizante en los charcos y así poder pescar fácilmente con las manos- en este caso en aquella laguna. 

No existe una fecha determinada para la iniciación de la celebración de esta fiesta, afirma el cronista de La Aldea de San Nicolás, Francisco Suárez Moreno, que la sitúa a finales del siglo XVII – principios del XVIII. De hecho, la primera referencia histórica que se tiene es un mandato obispal de 1776 que determina que ya está integrada en las fiestas patronales. En aquel entonces el obispo Delgado y Venegas intentó poner orden a la fiesta regulando la participación de los hombres mezclados con mujeres. “En la segunda mitad del siglo XVIII es el momento histórico en que las fiestas canarias alcanzaron su gran esplendor en todas las Islas. Santos, vírgenes, finados… tenían sus cofradías que organizaban, en su honor, grandes festejos al amparo de las parroquias, institución creada en La Aldea en 1742 y confirmada en 1783”, recoge en su libro ‘El Charco. Fiesta, Paisaje y Patrimonio’ el historiador aldeano. 

El Charco siempre ha despertado interés entre medios de comunicación, estudiosos y quiénes se acercan a celebrar este día. Ya en 1887, el primer conservador de El Museo Canario, Víctor Grau-Bassas, hablaba de “un desarrollo festivo cargado de alegría y pasión”. En uno de sus escritos contaba “nada más original que esa fiesta digna bajo todos los conceptos de ser presenciada tanto por gente estudiosa como por diletantes. Las mujeres en las cuales se conservan más pronunciados los caracteres de la raza bailan, cantan, corren y luchan con frenesí. Estos percances producen en el público estrepitosos aplausos. Yo creo que en esto es donde se caracteriza más la raza canaria”.  

Sin embargo, esta fiesta no siempre se ha celebrado tal y como la conocemos. Entre 1956 y 1962 un casi eterno ciclo de sequía afectó a la comarca haciendo mucho daño al ecosistema y al gran humedal de La Marciega, además de la sobreexplotación de aguas del subsuelo a principios del siglo XX. “Las imágenes que tenemos de 1963 a 1966 vuelven a reflejar el fracaso de la fiesta por la sequedad casi total del Charco”, cuenta Francisco Suárez. Si bien es cierto que no se dejaba de bajar a la playa a pasar el día y festejar, pero sin hacer la pesca. Ante la gravedad de la situación las autoridades se plantearon la construcción de una charca artificial en el margen derecho de la desembocadura del barranco -hoy el Parque Rubén Díaz- en la que introducirían peces de otro lugar para la celebración. Se hizo realidad en 1969 y comenzó entonces la recuperación del entorno de El Charco con plantaciones, la construcción de un merendero e, incluso, un pequeño parque zoológico. 

El Charco vuelve a su sitio inicial

A principios de los años ochenta comienza el pueblo de La Aldea a disfrutar de la recuperación, llegaron las tan esperadas lluvias y se regenera el entorno del Charco. La construcción de las presas hizo que cambiara la infraestructura hidráulica del municipio donde, además, se comenzaba a hablar de la exportación de los tomates a Europa. El viejo pleito de La Aldea -que tuvo su mayor apogeo entre 1912 y 1927- había quedado atrás y los cambios a nivel económico, social y demográfico eran ya más que latentes. En todo este proceso llega la Democracia y la participación de la mujer en la fiesta que se comienza a introducir como pescadora, convirtiéndose muchas de ellas en protagonistas de la fiesta. 

A principios de los 90 el ecosistema está recuperado y en los años 2000 ya la masa vegetal se podía comparar con la de principios de siglo, por lo que se decide por esa época que la charca artificial pase a la historia y se vuelva al sitio original, la desembocadura del barranco. Desde entonces a finales de agosto comienza el acondicionamiento del Charco, se abre al mar y se deja unos días para que se limpie y luego se adecúa todo el entorno para que todo esté a punto para recibir a miles de personas el 11 de septiembre. Es una estampa inolvidable en el pueblo la figura de Francisco Suárez ‘Kiko el tractorista’ haciendo esta popular limpieza: “Ya está Kiko limpiando El Charco” y ese era un mensaje que transmitía el sentimiento de la cercanía de la fiesta. Hace unos años Kiko se jubiló, pero continúa la misma empresa trabajando en la limpieza, sus hijos, junto a otro compañero, han cogido el testigo. 

El volador que pone orden a la salida

La emoción que se vive en los momentos previos a la gran tirada a El Charco casi se puede tocar. El corazón late muy fuerte y marca el ritmo que debe seguir el choque de piedras en las manos (aunque es cierto que existe controversia de que se deba hacer o no, la realidad es que se ha convertido en tradición) al son del ‘Soy Aldeano’, ‘Hola Don Pepito’ de una punta a otra, y el cántico más típico, el ‘Pío-Pío’. Todo ello hasta que llegue la banda acompañada de la comitiva para poner música al gran momento en el que el volador suba al cielo y se corra hacia al agua. 

Aunque hoy el volador es casi el elemento principal de la fiesta del Charco, antaño no se conocía su presencia. Fue en 1950 cuando apareció, pues la población había experimentado un gran auge, pasando de 1900 habitantes a más de 5400 en aquellos años. En ese momento las autoridades se vieron obligadas a regular la pesca, dejando solo el uso de las cestas y guelderas. También se delimitó el espacio, con la pintada de la raya de cal blanca, que llega hasta la actualidad, y se decidió que un volador, lanzado por el primer edil, sería el que marcaría la tirada, fijada a las 17.00 horas. 

A partir de ese momento la fiesta también cobró un gran impulso con la programación del tradicional Baile del Muelle, cucañas, etc. Pero fue en los 90 cuando el Charco se acentúa como el acto principal de las fiestas patronales. Con el objetivo de recuperar las antiguas costumbres y evitar los desplazamientos en coches, desde muy temprano un grupo de vecinos y vecinas cumplen con la tradición de hacer la ‘Caminata Al Charco’. A las 10.00 horas ponen rumbo desde el casco hacia la playa para enganchar a las 12.00 horas con la banda de música en dirección al muelle, donde se celebra el tradicional baile. En el Parque Rubén Díaz, conocido popularmente como ‘El Chozo’, el ambiente es familiar, de música popular, folclore, comida y muchos reencuentros. 

El cronista cuenta que ha leído sobre una costumbre muy parecida en algún país del norte de África, de hecho en el África Subsahariana hay fiestas de pesca en ríos, donde el jefe del pueblo da la orden de entrar a pescar, relatos que han sido confirmados por personas migrantes que se han instalado en La Aldea y han conocido la fiesta.

El Charco, Bien de Interés Cultural

El 26 de junio de 2006 a través de una publicación del Boletín Oficial de Canarias, llegó a La Aldea una de las noticias más esperadas, la laguna donde se celebra la Fiesta de El Charco era declarada como Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Canarias, con la categoría de Sitio Etnológico. Se cumplía con ese propósito que había iniciado el Ayuntamiento aldeano a principios de los noventa por su “gran influencia simbólica, paisajística y la fuerza representativa de la cultura y la historia de Canarias”. Aunque la propuesta se inició en 1995 desde el Ayuntamiento, fue la participación de los estudiantes de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria la que logró que se hiciera un documento más completo que se presentó por ambas instituciones al Cabildo insular. 

Tras pasar todo el proceso burocrático llegó la declaración en 2006, pero con una reducción del entorno de protección inicial propuesto por la ULPGC y el Consistorio aldeano.

La vestimenta para tirarse al Charco

El debate sobre la vestimenta con la que se debe tirar a El Charco ha ido en aumento en los últimos años. Hay quienes piensan que debe ser con traje y corbata ellos y las mujeres con ropa de gente mayor, incluido el pañuelo. Unas imágenes que llaman poderosamente la atención de los medios de comunicación. Sin embargo, el cronista cuenta que esta costumbre viene a raíz de que el Ayuntamiento insistiera en que no se tiren con bañador, sino con ropa, “como se hacía antes”. Se puede interpretar como un malentendido en la comunicación, pues cuando esta situación se convirtió en costumbre en muchos paisanos, se insiste también desde el Ayuntamiento y los programas de las fiestas que “esa no es la tradición, sino que hay que tirarse al Charco con ropa normal”, explica Suárez Moreno. El hoy concejal de Festejos del Ayuntamiento, Néstor Óliver Ramírez, considera que es un debate que cada uno interpresa “a su manera” y que “casi todas las formas son respetables” -en referencia a la vestimenta-, no obstante insiste en que no se tiren “en bañador ni con atuendos que se alejen de lo que representa esta fiesta”. 

“No es mi papel obligar a nadie como debe ir o no vestido, pero sí recalcar que estamos en un evento, que aunque sea multitudinario, debemos dar ejemplo respetando la idiosincrasia de una fiesta única. Vivirlas con orgullo y no olvidarnos de la importancia que tienen para las aldeanas los aldeanos”, alega, en referencia también al debate generado por la utilización de camisetas de propaganda como la popular de Ron Arehucas con la mítica frase en la espalda “De Aquí Pal’ Charco”. 

Como se había explicado anteriormente, el Charco es la fiesta más reconocida del municipio de La Aldea, pero se encaja dentro de una amplia programación festiva. El edil explica que este año se ha diseñado un programa lleno de actos para que llegue a todos los sectores de la población. Para el día 11 se incorpora ‘La Molienda’, que nace como un homenaje a La Charanga de La Aldea por su décimo aniversario. “Tenemos un patrimonio cultural/musical en La Aldea de San Nicolás que está al alcance de muy pocos pueblos y nos sentimos muy orgullosos de todos y cada uno de ellos. Para mí como concejal, y como músico de profesión, es un auténtico honor poder potenciar y dar visibilidad a ese gran valor que tenemos en nuestro querido municipio”, apunta. 

Los tres días más grandes de las fiestas de La Aldea, el 9, la popular Bajada de La Rama, el 10, Día de San Nicolás con la Función Religiosa y Gran Procesión y por la tarde la Tradicional Romería Ofrenda y el 11 el gran día de El Charco, se celebran este año entre semana, pero aun así se espera gran afluencia de visitantes. 

El Día del Charco se prevé que asistan unas 10.000/ 12.000 personas, cuenta el concejal, que se estrena en el cargo y asegura que recibe el gran día “con toda la ilusión y ganas que siempre tiene el pueblo de La Aldea para este día tan señalado en nuestro calendario”. Su deseo es que el pueblo aldeano y las y los visitantes que se acerquen respeten las tradiciones y la idiosincrasia de esta fiesta única. “Espero que sea una fiesta donde reina la alegría, donde podamos compartir momentos con nuestras familias y amigos. En el que una vez y estemos dentro del charco podamos dar un abrazo a ese familiar, amigo o conocido y decirle con toda la emoción que siempre tenemos en ese momento ¡Feliz Año!”.

Tras el momento estelar y la continuación de las parrandas, la fiesta vuelve al casco del pueblo para celebrar ‘Las Galas del Charco’. Un tradicional acto la noche del 11 de septiembre que nació en 1969 enmarcado en un proyecto comunitario para recaudar fondos para mejorar la zona de baño de la playa. Se generó la ‘Operación Muelle’, bajo la influencia de alumnos de las primeras generaciones del colegio, que ya eran profesores en la localidad, cuenta el cronista. 

El éxito de este encuentro fue tal que se convirtió en un acto para el que la juventud cada año preparaba un espectáculo musical, “lleno de fantasía y creatividad”. Posteriormente se fueron institucionalizando y hoy es el Ayuntamiento quien organiza este acto con la participación de artistas de renombre en la Isla. 

Tras este gran día, vuelve el pueblo a sus quehaceres, terminan los últimos actos programados en las fiestas y comienza el Año Nuevo Aldeano. 

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