La Atención Primaria es “la puerta de entrada” de las personas trans para entrar al circuito sanitario. Sin embargo, en buena parte de los casos, se chocan contra un muro al percibir los centros de salud como un lugar hostil. Las dificultades para cambiar su nombre en los historiales por el desconocimiento de los administrativos, las preguntas de su psiquiatra: “¿tus reglas son normales?”, y la inclusión de “transexualismo” como enfermedad previa en uno de sus informes clínicos han hecho el proceso del palmero Damián Rodríguez más difícil.
A pesar de que este polémico parte médico se emitió casi un año después de que entrara en vigor el Protocolo de Atención Sanitaria a Personas Trans del Servicio Canario de Salud, lo contraviene de manera flagrante, ya que los ejes vertebradores de esta guía de actuación son el acompañamiento y la despatologización y, además, exige la formación, la sensibilización y el respeto por parte de los profesionales como pilares básicos de la asistencia.
Este documento revela que en España, el 28,7% de las personas trans “se ha sentido discriminado o tratado de forma incorrecta en los servicios de salud públicos”. El 50% no acude a Atención Primaria por miedo, el 34% porque cree que puede ser atendido de forma vejatoria, y un 36% por no querer expresar su identidad de género abiertamente en consulta. A estos alarmantes datos se suma la falta de una política estatal relativa a la salud de las personas trans, que provoca que el colectivo “no tenga los mismos derechos en todas las comunidades autónomas”, dejando que la aproximación que los profesionales hacen sea “superficial y sesgada”. Por ello, en muchas ocasiones, las personas trans en lugar de recurrir a su centro de salud, acuden primero a los colectivos, entornos donde no sufren “violencia estructural”, tal y como señala María José Hinojosa, psicóloga del colectivo LGTBI Gamá.
El protocolo del Gobierno de Canarias pretende subsanar los efectos que causa en la salud de las personas trans sentir incomprensión o desinformación cuando acuden al médico. Hinojosa considera que se trata de una guía vanguardista que incluye elementos novedosos como el derecho a la libre autodeterminación del género y por ende, la prohibición de cuestionar la identidad de la persona o el derecho de los menores a bloquear la pubertad.
En la práctica, el desconocimiento del documento o de los servicios a los que debe derivarse a los pacientes entorpecen la aplicación de este protocolo. “Hay profesionales que preguntan a sus pacientes si están seguros o si no se van a arrepentir en un futuro. Cada vez son menos los casos, pero si vienen a Gamá a denunciar esto siempre intentamos ponernos en contacto con el centro de salud para llevar la formación y la sensibilización, velando siempre por una atención libre de prejuicios despatologizada”, explica la psicóloga.
Hinojosa insiste en que los obstáculos pueden surgir por transfobia o por desconocimiento. “Hay profesionales sanitarios que cuestionan el derecho a la libre autodeterminación de la identidad, igual que hay machismo, pero también hay casos en los que lo que influye es la desactualización”, puntualiza. “El protocolo está colgado en el sistema informático Drago, pero todavía no es muy conocido. Si no has atendido o acompañado a una persona trans, puedes desconocer el protocolo”, reconoce. “Lo que hay que tener claro es que la enfermedad no es la transexualidad, sino la transfobia”, asevera.
Para evitar ambas situaciones, la norma estipula que “todos y todas las profesionales del centro de salud, desde personal administrativo, auxiliares de enfermería, celadores, enfermeros y médicos deben estar formados y sensibilizados en todo lo relacionado con el colectivo trans, independientemente de sus creencias personales, para poder ofertar un acompañamiento y una atención sanitaria de calidad”. La comunicación no verbal y el lenguaje son herramientas determinantes en todo el acompañamiento. El protocolo señala que se debe nombrar siempre a la persona con el nombre con el que se identifica, y que se debe mostrar una actitud gestual de comprensión y de conocimiento sobre su contexto. La atención a la salud psíquica también es importante, al tratarse de un colectivo “vulnerable y castigado por la transfobia”.
Una de las figuras que incorpora este plan de actuación es la del gestor o gestora de casos en cada una de las Unidades de Acompañamiento a personas Trans (UAT), ubicadas en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y en el Hospital Universitario de Canarias de Tenerife. Estos profesionales, “con formación específica y experiencia acreditada”, tendrán la función de escuchar y asesorar a los usuarios y derivarlos al resto de profesionales según precise.
Pese a la importancia de este perfil, no ha sido hasta este mes (casi un año después de la implantación del protocolo) cuando el Gobierno de Canarias ha designado a las personas que ocuparán el puesto, tal y como ha confirmado la Consejería de Sanidad a este periódico. Nombres que serán conocidos próximamente y que, además, tendrán la función de formar a todos los profesionales que conforman la red sanitaria del Archipiélago. Hasta el momento, tal y como explica Hinojosa, la formación corría a cargo de las propias asociaciones y, en la mayor parte de los casos, los sanitarios acudían solo de forma voluntaria.
A pesar de la tardanza en la ejecución de estos nombramientos, la psicóloga de Gamá confía en que “vienen buenos tiempos para avanzar con este protocolo”, ya que el SCS ha mostrado “su implicación y su intención” de progresar en este aspecto. “Hemos visto cómo después del caso de Damián, en un solo día actualizaron el sistema informático para que no apareciera transexualismo como enfermedad”, subraya. En el caso de las islas no capitalinas, las dificultades son mayores, entre otras causas, por la ausencia de UAT. Hinojosa ha adelantado a este medio que se prevé formar a varios profesionales que ya están en esas islas con el fin de atender y derivar a las personas trans al área que les corresponda.
No aceptar la identidad de los menores, otra forma de maltrato
La obra Los abusos sexuales a menores y otras formas de maltrato sexual de Félix López Sánchez recoge por primera vez como maltrato no aceptar la identidad de género de un menor. El protocolo del Servicio Canario de Salud presta especial atención a los procesos de tránsito que comienzan desde la infancia. De acuerdo con el documento, la identidad “empieza a desarrollarse entre los 15 meses y los tres años”. Para entender a los menores, la escucha de sus propios relatos es fundamental, “sin presuponer que por su edad el niño o la niña no son capaces de manifestar su sexo sentido y sin recurrir a expresiones comunes tales como ”el niño es muy pequeño y hay que esperar a que tenga 12 años“.
En el caso de que la voluntad de los menores de iniciar el tratamiento choque con la de sus progenitores, de acuerdo con la Ley 8/2014 de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales, “la negativa de padres o tutores [...] podrá ser recurrida ante la autoridad judicial, que atenderá en último caso al criterio del beneficio del menor”.
Uno de los epígrafes más novedosos del protocolo es el referido a la cirugía de los niños intersex. En el caso de las personas que nacen en Canarias con genitales ambiguos, la reconstrucción genital se retrasará hasta que “el individuo sea competente para decidir por sí mismo cómo debería hacerse”, reservándose la intervención médica al mero asesoramiento al entorno sobre la mejor manera de tratar la situación.