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Varios medios de comunicación nacionales y muchos canarios ya habían anunciado días atrás que el “recibimiento” al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, iba a ser “caluroso”, como en efecto ha sido, en su visita a San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, para inaugurar la cúpula de la catedral.
La manifestación pacífica convocada por una docena de sindicatos estudiantiles, asociaciones de padres y madres, de profesores y de alumnos, una hora antes de la llegada prevista de Wert a la catedral, se encontró con miles de personas que se concentraron en la calle La Carrera, la única que no fue cortada por furgones de policías que desde hace dos días rodean el perímetro del templo.
A los policías nacionales llegados de Madrid para controlar la sonora protesta contra el ministro y la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) apenas se les vio al inicio de la protesta, ya que la mayoría estaba alerta tras las vallas de las obras de la catedral, pero cuando varios grupos de personas arremetieron contra ellas y lograron vencer algunas, los antidisturbios salieron en tromba y fue cuando se produjeron las primeras detenciones y heridos.
Algunos manifestantes lanzaron objetos y petardos tras las vallas, pero tras la primera carga policial, los objetos volaron hacia los policías, desde pancartas hasta botellas de agua, mientras los abucheos iban en aumento, no ya sólo contra el ministro, caricaturizado como “Francio a werto”, sino contra los gobiernos estatal y canario.
La tensión duró más de una hora, hasta que el ministro de Educación y Cultura y sus acompañantes abandonaron el recinto, aunque no se les pudo ver ni a la llegada ni a la salida, gracias a que se había cerrado uno de los accesos para que la comitiva no tuviera contacto ni de lejos con quienes protestaban contra la Ley Wert, una ley que logró congregar desde estudiantes de instituto hasta catedráticos de la Universidad de La Laguna. “Menos policía y más educación”, y “dimisión, dimisión, dimisión” fueron algunas de las consignas más coreadas.
Wert no vio a los manifestantes, pero es difícil que pudiera hacer oídos sordos a los gritos en su contra que se escucharon durante horas en las inmediaciones de la catedral, que por fin esta tarde sí será accesible al público.