¿Cómo puede una persona haber crecido en un país sin librerías y después convertirse en escritor? Juan Tomás Ávila Laurel (Malabo, Guinea Ecuatorial, 1966) ha desmontado esa lógica ya que es el escritor más traducido de su país, donde al pasear por sus calles cualquiera se percataría de que es fácil comer en un restaurante y tomar una copa en un bar pero no toparse con una librería. De esta realidad nace el documental El escritor de un país sin librerías que estos días se ha proyectado en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife gracias a Filmoteca Canaria. El filme, protagonizado por Juan Tomás, retrata la situación que se vive en la dictadura de este país de África central, excolonia española hasta 1968 y el único país de África donde el español es lengua oficial. Lo hace a través de su figura, la de un escritor que a pesar de escribir en español no tiene editora en España y que vive en un pueblo de Barcelona desde 2011 cuando abandonó su país por oponerse públicamente al régimen de Teodoro Obiang, el dictador con más años en el poder.
En la infancia de Ávila Laurel no hubo muchos libros pero con los pocos que tuvo aprendió a leer. Recuerda que en su casa había únicamente los textos sagrados de las misas y los del santo rosario y con los que comenzó a interesarse por la lectura. Gracias a esa “luz”, como él llama a ese don para la escritura, Ávila, aunque se formó universitariamente como enfermero, de decantó finalmente por el camino de la literatura, un ámbito dentro del cual sus sueños como escritor no suenan ambiciosos, ya que su humilde pretensión es poder colocar baldas llenas de libros en el piso superior de su casa en Guinea Ecuatorial. En este trayecto de la literatura ha escrito numerosos poemas y novelas sobre el pasado colonial de su país vinculado a España o sobre las realidades de las personas africanas que desean llegar a Europa. Sin embargo, a pesar de escribir en castellano y de que sus obras se traducen en otros idiomas como en inglés o francés, Ávila no tiene editora en España y a veces sus libros se venden exclusivamente fuera de nuestro país. Ávila destaca entre estos casos una de sus obras, El juramento del Gurugú, que narra la situación de las personas africanas que viven en el monte del mismo nombre en Nador a la espera de poder pasar la frontera con Melilla. Este libro se tradujo directamente al inglés por una editorial británica que más tarde la colocó en Francia. En España esta obra no puede leerse porque no se ha editado.
El autor guineano cree que la temática de sus obras influye en el hecho de que algunos de sus libros no sean editados en España. “Que se hable de los africanos que están en el monte Gurugú no se si altera mucho el pensamiento. Quizá a alguien le moleste, pero esos africanos van a seguir ahí. Esto lo hablo desde un punto de vista lógico. Pero sabes que las posiciones de las políticas no son lógicas nunca. Posiblemente el hecho de que no se haya encontrado editoras españolas que tengan interés, puede ser debido a que no quieren tocar ese tema”, remarca.
Este asunto parcialmente velado en España no es el único silenciado. El pasado colonial español en sus posesiones africanas, como el de Guinea Ecuatorial, es un tema que pasa superficialmente o incluso se muestra desaparecido tanto en los currículos escolares como en los medios de comunicación. Para el escritor, el nexo entre España y su excolonia se intenta ocultar. Este mutismo histórico comenzó durante la dictadura franquista cuando se decidió que toda información referente a la colonia se consideraría materia reservada amparada en la Ley de Secretos Oficiales hasta 1976. Y a pesar de que que han pasado más de 40 años, la inercia sobre la ocultación del pasado colonial español continua. Pero Ávila ofrece otra posible causa más: “En España y en algunas partes de Europa hay negrofobia. Guinea Ecuatorial es un país de gente negra y si se diera algún tipo de vía libre para la entrada de los guineanos, sería también la forma en la que entrarían otros muchos africanos”, apunta.
“España no termina de mostrarse con el suficiente grado de beligerancia para que ciertas cosas punibles no se produzcan”
El vínculo colonial de España con Guinea Ecuatorial finalizó oficialmente en 1969 después de más de 70 años de colonización que llevó incluso a convertir a este pequeño país en provincia española. Inmediatamente Franciso Macías Nguema se convirtió en presidente de la nueva nación para más tarde aferrarse al poder hasta que su sobrino, Teodoro Obiang, lo derrocó con un golpe de estado. Desde entonces, no solo la corrupción, sino también la falta de libertades persiguen al presidente, tal y como ha denunciado Amnistía Internacional en varias ocasiones instando a Obiang a poner fin a décadas de violaciones de derechos humanos.
De hecho, Ávila Laurel dejó su país en 2011-aunque regresa cada año- tras el estallido de la primavera árabe que se inició y continuó en varios países norteafricanos. Ese año, el por entonces presidente del Congreso de los Diputados, José Bono (PSOE), realizó una visita al dictador Obiang. “Entendí que era una forma de apoyar a Obiang y darle aliento, ya que se vería asustado porque le podía tocar a él”, apunta. El sentimiento que le embargó lo llevó a comenzar una huelga de hambre y a tomar la decisión de abandonar Guinea Ecuatorial, ya que su exposición pública contra el régimen le dificultaría la estancia en su propio país.
Para el autor, aunque en la teoría Guinea Ecuatorial es una nación independiente, España sigue jugando un papel en la dictadura del país que él atribuye al refrán “quien tuvo, retuvo”. Ávila denuncia que los nuevos lazos entre España y Guinea han adoptado otras formas y que guineanos que se enriquecieron en los últimos tiempos han traído el dinero a su expotencia colonizadora, donde han comprado propiedades y depositado su dinero en cuentas bancarias. “Mucha gente ya ha dicho que España se comporta como un paraíso fiscal para la gente de Guinea Ecuatorial”, denuncia. El escritor sostiene que personas que ostentan el poder permiten de cierta manera este tipo de actuaciones y establece una comparativa con el juicio celebrado en París contra Teddy Obiang, uno de los hijos del presidente, que fue condenado por blanqueo de capitales. “España no termina de mostrarse con el suficiente grado de beligerancia para que ciertas cosas punibles no se produzcan”, indica.
Y aunque haya alguna trama corrupta en manos de la justicia, como el caso Kokorev que se ha investigado desde un Juzgado de Las Palmas de Gran Canaria, el escritor no lo considera suficiente: “Este caso se está juzgando ahora pero desde que Guinea Ecuatorial es país, ha habido flujo de bienes de un sitio para otro. ”Creemos que lo de Kokorev debe ser una parte mínima de lo que se sabe“, opina. Ávila opina que el hecho de que haya cuentas o propiedades procedentes de la corrupción del gobierno guineano solo puede funcionar cuando en el otro lado hay personas que hacen la vista gorda: ”Son personas con mucho poder las que pueden decidir que eso se hace. El hecho de que haya personas con esos bienes es porque alguien ha cerrado los ojos y ha permitido que eso se dé“, remarca.