Las camareras de piso han afirmado que, con tasas de ocupación turística de casi el 90%, tienen “las peores condiciones laborales de su vida” y trabajan a destajo.
Esta es una de las denuncias que se recoge en Kellys Unión Tenerife, una página de camareras de piso con miles de seguidores en su cuenta de Facebook, y en la que denuncian lo que consideran “injusticias laborales”.
Su presidenta, Mónica García, cuenta a EFE que la situación actual es pésima: “Trabajamos a destajo, con controles desorbitados, por el mismo sueldo hacemos el doble e incluso el triple de habitaciones que deberíamos llevar, lo que conlleva el no poder irnos a casa hasta terminar el trabajo. Nosotras trabajamos por horas y no por cargas”.
Advierte de las consecuencias físicas de su trabajo y de las patologías que genera, como la afección del túnel carpiano, bursitis, epicondilitis, cervicalgias, dorsalgias, lumbalgias, varices, espolones calcáneos, fascitis plantares, sin contar las consecuencias psicológicas.
Una camarera de piso, que no quiere revelar su identidad, ha señalado a EFE que además de estas patologías, hay otras como las infecciones de orina por “aguantar el pis durante la jornada” y asegura que sus horarios le han provocado numerosos problemas renales.
Mercedes Vera, camarera de piso, también se queja de las enfermedades pulmonares por los productos utilizados para limpiar y blanquear las juntas de los baños a pesar de la advertencia de que son nocivos para la salud.
Alto absentismo laboral
Este colectivo se defiende de los reproches del alto absentismo laboral y al respecto la presidenta de Kellys Unión Tenerife señala que, en los casos de embarazo, han pedido seguimientos de sus bajas y algunas continúan trabajando “con el mismo ritmo frenético” hasta la semana 20 de embarazo, poniendo en riesgo así el estado de salud de ellas y de los bebés.
Además, aclara que las bajas establecidas en el sector muchas veces son dadas debido a “las condiciones de maltrato físico por la explotación laboral” a la que, añade, están expuestas.
“En cuestión de dos años se han ido cuatro personas con incapacidades, algo se está haciendo mal y los responsables no son capaces de afrontarlo. Cuando nosotras protestamos nos hacen sentir culpables, débiles; pero no es verdad, nos están explotando”, ha sentenciado Mercedes Vera.
A todo ello se suma una gran brecha salarial entre los camareros y sus homólogas. El Tribunal Superior de Justicia canario en 2018 reconoció la diferencia en los pagos tras un recurso de Comisiones Obreras.
Los complementos salariales por productividad, cuando la ocupación del hotel supera el 50%, estaban fijados en 84,69 euros para las trabajadores, mientras que para los trabajadores era de 288,66 euros.
La trabajadora anónima afirma que en su hotel paga el plus de productividad de las camareras con 30 euros, pero el de los camareros asciende hasta 400 euros.
Las tres entrevistadas han asegurado que anteriormente las mujeres se trasladaban al sur para trabajar como limpiadoras ya que pagaban “100 y 200 euros más que un supermercado” pero los últimos convenios han creado, en su opinión, unas condiciones “paupérrimas”.
Un punto de inflexión
Recuerdan que la muerte en agosto de 2023 de una camarera de piso de 45 años sacudió a los trabajadores y decidieron que era el momento de terminar con “el abuso laboral”.
Sus compañeras consideran que, a pesar de las patologías que sufría la trabajadora, “este trabajo mata tarde o temprano” y si no tienen una enfermedad “es cuestión de tiempo desarrollarla”.
La presidenta de Kellys Unión Tenerife ha compartido que los sindicatos conocieron la noticia antes que ella, pero no se pronunciaron hasta que la prensa publicó la noticia.
Recuerda que otra de las grandes luchas del colectivo es el adelanto en la edad de jubilación, que quieren que esté en los 58 años, pues creen que “es más que suficiente antes de que nos matemos trabajando”.
Ante la manifestación de este sábado, Mónica García ha afirmado que la isla se sostiene del turismo y debe ser sostenible, “aunque para las empresas hoteleras parezca un sueño imposible de alcanzar”.
Por otro lado, creen que el turista no es el problema, sino las condiciones de servicio ya que, según Mercedes Vera, a veces han sentido “vergüenza de recoger la propina por no haber hecho un buen trabajo”.
“Esto no es turismo de calidad, ellos llenan sus bolsillos de millones pero los clientes no son tratados de forma correcta porque nosotras tenemos una carga de trabajo monumental y no damos abasto”, sentencia Vera.
Según los informes de Comisiones Obreras, el 71% de las camareras de piso sufre trastornos generalizados de ansiedad y están medicadas para poder soportar las jornadas laborales. Siete de cada 10 desarrollan enfermedades mentales y el índice de accidentes laborales ronda el 21,11%.