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El mal olor de la marca Gran Canaria

Ana Tristán

Las Palmas de Gran Canaria —

El emisario submarino que se encuentra a la altura del Teatro Pérez Galdós, en Las Palmas de Gran Canaria, se rompió el pasado domingo 26 de enero ocasionando una fuga importante de vertidos fecales. Desde Emalsa confirman el incidente y aunque aún no se conoce el motivo, aseguran que es bastante probable que fuera como consecuencia del temporal que afectó al archipiélago a finales de la semana pasada. Los técnicos de la concesionaria están haciendo una evaluación de los daños para poder reparar lo antes posible la rotura, tarea que se ha complicado debido a las adversas condiciones climatológicas.

Como explicó a Canarias Ahora Leopoldo O´Shanahan, biólogo que fue científico del Instituto Canario de Ciencias Marinas, “ese emisario, al arrancar de tierra, en zona donde baten las olas corre riesgo de romperse”. Estos tubos submarinos, los famosos emisarios, son los encargados de verter a dos kilómetros de la costa el agua sobrante de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR), localizada en Barranco Seco.

Parece algo insignificante, un tubo que se rompe, sin más. Pero esto no sólo supone que miles de metros cúbicos de aguas fecales, osea, porquería, flotan ahora en la costa con las consecuentes implicaciones para la salud pública y para el ecosistema. Significa también que algo ocurre. Porque a pesar de contar con las infraestructuras necesarias para el saneamiento del agua, como las estaciones de bombeo que recogen las aguas fecales de la ciudad, eliminan los gruesos, y la bombean a la estación depuradora de Barranco Seco, el agua fecal no se depura al cien por cien, hecho que queda patente cada vez que alguna rotura de los emisarios deja a la vista las manchas marrones, como se pudo observar y oler esta semana en las playas de La Laja – San Cristóbal, donde además apareció flotando un trozo de tubería que la corriente devolvió a la orilla.

En opinión de O´Shanahan, “una mancha tan clara muestra que son aguas nada depuradas, porque si estuviera bien hecho, no se tendría que ver nada”.

Aquí es dónde entramos en el eterno debate: ¿cuánto pagan los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria para que sólo se depure una parte del agua, y no toda? Según han confirmado a este periódico varios expertos en la materia, lo normal sería que los vertidos sin depurar se arrojaran al mar únicamente en situaciones extremas en que rebose la capacidad de absorción de la estación de bombeo, o como ellos llaman “vertidos punta”. Pero estas situaciones deberían darse una o dos veces al año, en circunstancias extremas (ante lluvias excesivas, por ejemplo, que rebosen la capacidad de depuración), y no a diario, como de hecho ocurre.

De los aproximadamente 44.000 metros cúbicos/ día que la estación de bombeo de la zona del Teatro Pérez Galdós, en la capital grancanaria, envía a la estación depuradora de Barranco Seco, cerca de 7.000 metros cúbicos son vertidos diariamente al mar sin depurar. Y no en situaciones extremas como debería ocurrir. Esto suele pasar desapercibido porque el emisario submarino se adentra dos kilómetros del mar, vertiendo todos estos residuos lo suficientemente lejos para que no nos lleguen los malos olores. Pero, en caso de una rotura como la ocurrida el otro día, los desechos flotas en la orilla, como bien olemos todos.