El uso generalizado de las mascarillas durante la pandemia de coronavirus es un obstáculo para la comunicación no verbal porque oculta la boca y parte de la cara. A la mayoría de la población, esto le puede requerir mayor gestualidad o producir leves malentendidos, pero para las personas sordas no poder leer los labios es un serio obstáculo a la hora de comunicarse. El colectivo pide que se usen equipos de protección transparentes y se implementen técnicas de comunicación más inclusivas para prevenir que la crisis sanitaria agrave su situación de vulnerabilidad.
La imposibilidad de leer los labios de su interlocutor dificulta las actividades básicas de las personas sordas, desde hacer la compra hasta poner una denuncia en la policía o recibir atención médica.
Aleida Sáfores, estudiante de medicina con una pérdida sensorial moderada en ambos oídos, dice que el uso generalizado de las mascarillas “intensifica el constante sentimiento de discriminación y el cansancio que le supone a las personas sordas la lucha diaria por acceder a la información y ser una parte activa de la sociedad”.
Pone como ejemplo su experiencia durante una reciente consulta médica. Aunque le explicó a la médica que tiene hipoacusia, esta rechazó su petición de que se retirara la mascarilla a una distancia de más de dos metros y procedió con la consulta. Sáfores le insistió varias veces en que no entendía lo que decía y aunque hablase en ocasiones más alto, pronto volvía a su tono normal, que ella no podía oír bien.
Desde Fasican, la Federación de Asociaciones de personas Sordas de las Islas Canarias, piden que aquellos que trabajen en atención al cliente usen pantallas faciales o mascarillas transparentes que permitan leerles los labios.
Sin embargo, aunque las pantallas faciales estén consideradas equipos de protección personal, no pueden sustituir a las mascarillas. Las pantallas protegen de los aerosoles y las salpicaduras que pueden transmitir el virus y tienen múltiples ventajas. Facilitan la comunicación no verbal, son más cómodas para las personas que portan gafas y son fáciles de desinfectar y reutilizar. Aún así, no pueden sustituir a protección de las vías respiratorias que otorgan las mascarillas y deben ser utilizadas solo como un complemento.
Las mascarillas transparentes tampoco son una posibilidad en estos momentos. En respuesta a las denuncias por parte de la comunidad sorda, varias empresas y organizaciones de toda Europa se han lanzado a desarrollar modelos que permitan leer los labios. Sin embargo, no existe ninguno homologado actualmente en España.
Roberto García, docente de psicología de la personalidad en la Universidad de La Laguna con experiencia con personas sordas, dice que el obstáculo añadido que suponen las mascarillas puede tener “un impacto psicológico” en las personas con problemas de audición porque “agrave el sentimiento de aislamiento”.
Para mejorar la comunicación con ellas, subraya la importancia de la paciencia y la búsqueda de métodos alternativos de comunicación. “Dado que no todo el mundo puede aprender lenguaje de signos, es importante que cuando alguien se comunique con nosotros de una manera a la que no estamos acostumbrados, tengamos paciencia e intentemos entendernos”, dice. “A las personas sordas hay que hablarles de manera clara y sin darles la espalda, entendiendo su situación y buscando maneras de comunicarse que le sean más cómodas sin caer en exageraciones”. Si hablando no consiguen entenderse, García recomienda probar la comunicación escrita.
Los problemas de las personas sordas durante esta crisis sanitaria no se limitan al uso de mascarillas. El acceso a la información, de especial importancia en un momento de cambios drásticos y en rápida sucesión, sigue siendo un problema grave, ya que a menudo no hay transcripciones ni intérpretes a lenguaje de signos en los principales medios de comunicación. Lo mismo ocurre en la educación, que con su traslado online no se ha adaptado bien a la necesidad de todos los alumnos.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ya avisó de cómo la pandemia está exacerbando las desigualdades y la exclusión que sienten los grupos más vulnerables de la sociedad. “Las personas con discapacidades son de las más golpeadas con por la COVID-19”, ha dicho. “Con la vista puesta en el futuro, tenemos una oportunidad única para diseñar e implementar sociedades más accesibles para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Para Sáfores, la estudiante de medicina, el cambio más importante que debe dar la sociedad para integrar a las personas sordas como ella es cambiar la manera de pensar sobre la discapacidad. “Debemos recordar que la discapacidad es una construcción social dentro de un sistema de opresión y privilegio como lo son el género, la raza, la clase o la sexualidad”, dice. “Una vez que se toma consciencia de esto, basta con la empatía y el trato equitativo, incorporando la accesibilidad y las adaptaciones no desde el paternalismo y la condescendencia, sino desde la consciencia y el compromiso social por una sociedad equitativa”.