Oficinas colapsadas, trámites que sólo pueden agilizarse con un ordenador que tenga una buena conexión y si tienes certificado digital o correo electrónico. La tecnología avanza sin frenos, pero deja atrás a las personas que ya partían de una situación de dificultades económicas o exclusión social. La Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) ha elaborado un estudio que muestra que los costes son el principal problema para que las familias con menos recursos puedan contar con un ordenador y conexión. Por ello, pide que se avance en el reconocimiento de Internet como “bien social no optativo”. El estudio sostiene que el principal reto es superar la barrera de la “primera brecha digital” o acceso a los dispositivos y a la conexión para luego poder trabajar la formación.
El sociólogo Jesús Arvelo, coordinador del informe y trabajador de EAPN, advierte de que se está creando una brecha “entre grupos de la sociedad muy conectados y otros que no” en un mundo donde tener un correo electrónico o acceso a Internet es fundamental para no quedar aislado y acceder a un empleo. Las personas a las que se ha valorado en las encuestas realizadas para elaborar el informe parten de realidades diversas: están en su mayoría en desempleo, tienen dificultades económicas y nivel de estudios generalmente bajos, así como carencia de redes de apoyo familiares. También hay perfiles con problemas de tipo emocional, ansiedad, depresión, adicciones, personas sin hogar … Un dato positivo que refleja es que la gran mayoría de los encuestados (374 personas que forman parte del programa Integra, que trabaja en once municipios de Canarias con perfiles en situación de exclusión) sí dispone de teléfono móvil (97%), pero se detectan diferencias en la calidad de acceso a Internet, además de que a través de este dispositivo no se pueden realizar todos los trámites o comunicaciones oficiales.
El dato más alarmante es la cantidad de personas que no disponen de otros dispositivos como ordenadores (74%) o tabletas (87%). Lo más habitual además es no tener ninguno de los dos dispositivos (67%). En cuanto al nivel de conexión a Internet en casa (por fibra óptica, adsl, wifi pública…) vuelve a aparecer que la brecha digital de las personas en exclusión social se da principalmente por causas económicas. Primero, por los costes elevados de internet (69%), y segundo por los costes elevados de los medios tecnológicos (46%). “Se trata de dos barreras económicas diferentes, pero estrechamente relacionadas: pierde rentabilidad y carece de sentido tener internet en domicilio sin tener equipamientos y viceversa, tener equipamientos sin tener internet en domicilio”, señala el informe, que añade que por ello es más frecuente encontrar usuarios en esta situación que sí tienen teléfono móvil y “no deja de ser una situación adaptativa a una realidad de brecha digital”.
Hay un grupo menos numerosos, pero con una realidad destacable, que es el colectivo que no dispone ni siquiera de teléfono móvil (un 3% de los encuestados) . También destaca un 11% que tienen tecnología obsoleta o móviles no inteligentes. Además, un 7% de los que sí que disponen de smartphones no cuentan con Internet en ellos. Esto dificulta las posibilidades de localizar a estas personas cuando por ejemplo pueden ser beneficiarias de una prestación económica o por otros trámites, los que las sitúa en una situación de mayor vulnerabilidad. Además, Arvelo señala que otra cuestión importante es que Internet es una herramienta de conexión con el mundo, y aspectos como no disponer de correo electrónico o redes sociales también ahondan en la sensación de aislamiento.
Solo disponer de teléfono móvil tampoco es suficiente para los hogares en exclusión que cuentan con menores escolarizados o jóvenes estudiantes. El sociólogo recuerda que se trata de un dispositivo que para realizar trabajos de clase es muy limitado. De estos hogares, un 35% de los encuestados no tenía acceso a Internet y el motivo era principalmente la pobreza económica. “Estos datos sitúan la importante incidencia de la brecha digital por motivos de falta de equipamiento y/o conexión, repercutiendo en una mayor desigualdad educativa”, detalla el informe.
Una brecha que se agudiza
La crisis de la COVID-19 ha acentuado esta brecha. La pandemia “fue señalada por los usuarios porque han tenido dificultades económicas añadidas en el confinamiento”, explica Arvelo. De hecho, un 37% lo remarcó. “Esto es debido no solamente a las necesidades de readaptación de los profesionales, sino por la acentuación de ciertas dificultades en las personas que forman parte del eslabón social de mayor vulnerabilidad, y que suele sufrir, en primer lugar y en mayor grado que el resto de la sociedad cualquier crisis o incertidumbre”, recoge el estudio.
¿Hay apoyos económicos para mantener Internet? El 71% de los encuestados declaró que no recibe ningún apoyo para estos gastos, el 24% que recibe ayuda de familiares o de redes personales y solo un 2% manifestó que tenía apoyo para esta finalidad de alguna entidad social o una organización. Por ello, entre las recomendaciones de la EAPN destaca que se deben aumentar los apoyos institucionales para luchar contra la brecha digital, ya que estas personas “no pueden quedar relegadas a la ausencia de políticas públicas y a su reemplazo por las redes personales y familiares”.
La Red Europea de Lucha contra la pobreza resalta que las administraciones públicas deben tomar conciencia de que Internet es “un bien social no optativo, al que la gente no puede optar por voluntad personal, sino que se ha convertido en un bien obligatorio para una adecuada inclusión e igualdad de oportunidades, de la misma manera que lo es la educación”. En este sentido, considera necesario explorar que reciba “la misma consideración que otras carencias básicas, y se articulen medidas políticas similares a las relativas de pobreza energética y agua, donde será necesaria la intermediación con las compañías que ofrecen estos servicios actualmente”.
Así mismo, defiende que las políticas públicas y la acción social prioricen que ningún hogar con menores o jóvenes en el sistema educativo carezca de un medio tecnológico adecuado (ordenador, portátil o tableta) y tampoco de conexión a internet en el domicilio. “Hasta el momento se han observado iniciativas en el caso de proveer del medio tecnológico a los hogares con estudiantes, pero una escasa importancia en cuanto a proveer dicha conexión a internet, sin la cual el único apoyo del medio tecnológico sería ineficaz e incompleto”, insiste EAPN.