“Estamos en manos de una tecnoburocracia que carece del dominio que requieren estas situaciones. Tenemos capitanes marítimos que ni son capitanes ni tienen experiencia marítima”. Quien se pronuncia con esta contundencia es José Antonio Madiedo, presidente de la Asociación Española de Marina Civil, capitán con más de 50 años de experiencia y ex director general de la Marina Mercante del Principado de Asturias. Para Madiedo, la actuación de la Capitanía Marítima de Las Palmas en el incendio y posterior naufragio del arrastrero de bandera rusa Oleg Naydenov en aguas cercanas a Gran Canaria ha demostrado la “ineficacia” del sistema para gestionar un accidente de este tipo.
Este especialista en maniobras marítimas sostiene que en el caso del pesquero se ha encadenado una serie de errores que ya está ocasionando “un evidente daño ecológico en una de las zonas más ricas de pesca”. La primera pregunta que se hace es por qué no se extinguió el incendio a bordo del buque. Según explica, el pesquero dispone, además de los extintores, de un sistema automático que libera dióxido de carbono para apagar el fuego por sofocación. “Nada de esto funcionó” cuando se declaró el incendio el pasado sábado sobre las 13.30 horas, asevera Madiedo, que se cuestiona si en la última inspección realizada al Oleg Naydenov en el Puerto de La Luz “todo estaba en orden o se pasó algo por alto”.
También se pregunta si la tripulación intentó sofocar el fuego y si contaba con la titulación adecuada y había hecho cursos en materia de prevención y extinción de incendios.
Tras la llegada de los servicios de emergencia al muelle Reina Sofía, donde estaba atracado el pesquero -que tenía previsto zarpar sobre las 21.00 horas de ese mismo día hacia los caladeros de Mauritania-, se adopta la decisión de lanzar, desde un barco de Salvamento Marítimo, un cañón de agua sobre el barco incendiado que “lo único que hace es inundarlo, lo deja sobrecalado”. “Lo lógico parece que hubiera sido apagarlo con espuma, salvo que hubiera algo que lo desaconsejara”, expone.
Madiedo coincide con el capitán del Oleg Naydenov en que el remolque del pesquero fuera de la dársena portuaria -alegando problemas de flotabilidad- fue un error. En su opinión, habría sido conveniente que los barcos que estaban situados en el espigón se hubieran desplazado a otras zonas del puerto para facilitar las tareas de extinción y que se colocaran unas barreras contenedoras para evitar que el fuel que almacenaba el buque -1.409 toneladas- se extendiera.
Tampoco entiende que no se desalojara el muelle si existía el riesgo de que se produjera una explosión en el Oleg Naydenov. “Había una nube de gente alrededor del barco”, apunta.
Para el presidente de la Asociación Española de Marina Civil, las autoridades deberían exigir los planos del barco, para comprobar dónde estaba el combustible y dónde se originó el incendio: “Según las maquetas de este tipo de barco, los tanques están en la parte delantera e inferior del barco, pegado a la quilla, es muy díficl que el fuego alcanzase el tanque”. Madiedo precisa que en las fotos del buque incendiado, ya en mar abierto, que se han publicado en la prensa se puede apreciar que el fuego está en la popa, en un puente elevado y que lo que arde son los aparejos de pesca.
Otra de las decisiones que le resultan incomprensibles es la de pasear el buque de Gran Canaria a Fuerteventura en una zona de alto tránsito marítimo, en el “paso natural” ente las dos islas. Tras alcanzar un área de alto valor pesquero, recientemente declarado Lugar de Interés Comunitario (LIC), el buque cambia de trayectoria y termina hundiéndose a quince millas de Maspalomas. “El barco tenía un rumbo que no conducía a ninguna parte, a ningún puerto”, asevera Madiedo, que recuerda que ya el lunes 13 “estaba entre las intenciones de Capitanía Marítima” hundir el Oleg Naydenov. “¿Se hundió o lo hundieron?”, se cuestiona.
“Tenemos más servicios que nunca, pero hay más accidentes y somos más ineficaces. Necesitamos un servicio marítimo integral con gente profesional”, concluye.