''Uno se pregunta cómo entraron allí, porque había raíles, barro y cascotes''

El rescate de los excursionistas en la galería de agua de Tenerife fue “duro y trabajoso” con temperaturas de hasta 35 grados y tramos en los que el agua llegaba a la cintura, y “uno se pregunta cómo entraron allí, porque había raíles, barro y cascotes” por todas partes, dijo este martes el oficial jefe del Consorcio de Bomberos de Tenerife, Salvador Reyes.

El oficial jefe afirmó que a medida en que se profundizaba en las labores de auxilio del grupo de excursionistas, de los que seis fallecieron, se iba complicando el rescate con unas condiciones de humedad extrema y un ancho de unos 90 centímetros que dificultaba el transporte de camillas.

Salvador Reyes precisó que en el operativo participaron unos 40 bomberos y el primer equipo que entró a la galería Piedra de los Cochinos se encontró con cinco de los jóvenes, de los que dos no tenían pulso ni respiraban.

Por ello los bomberos se concentraron en sacar al exterior a los que parecían “agonizantes, a los más afectados”, pero la galería era tan estrecha que no se podía trabajar en grupos grandes de rescate, por lo que entraban de tres en tres y se relevaban.

Para entrar a la galería los bomberos llevaban equipos autónomos de respiración y botellas de repuesto con un peso por equipo de unos 15 kilogramos, que debían trasladar casi agachados porque hay zonas que miden entre 1,40 y 1,35 metros de altitud.

Se estableció un punto de abastecimiento de aire a la mitad de la galería con el objetivo de proporcionar oxígeno a los excursionistas y según comentó Salvador Reyes, hasta los 1.100 metros de profundidad se respiraba bien, por lo que no había necesidad de utilizar los equipos de respiración.

A partir de ahí se encuentra un charco con agua que llega casi hasta la cintura y las primeras personas del grupo aparecían después, a unos 1.200 metros de la entrada.

Difícil rescate

La dificultad del rescate se agravó por el riesgo de que pudiera pasar algo grave a los rescatadores, que además contribuían a “contaminar más la atmósfera” porque al respirar se exhala anhídrido carbónico, lo que puede perjudicar a los heridos.

En la galería puede haber bolsas de aire “más o menos respirable” pero en las zonas en las que el oxígeno es inferior al 14% “la muerte sobreviene rápidamente”, que es probablemente lo que ocurrió a las dos primeras víctimas que encontramos“, detalla el oficial jefe.

Reyes cree que los excursionistas comenzaron a sentir dolores de cabeza, mareos y desorientación según iban caminando, hasta el punto de que algunos supervivientes relataron que caían de rodillas al suelo y al tratar de levantarse volvían a caer, con los músculos agotados.

Uno de los bomberos que ayudó al rescate también tuvo síntomas leves de asfixia, ya que cedió su equipo de respiración a otro miembro de un cuerpo de seguridad y notó cómo se le acababa rápidamente el oxígeno.

Añadió Salvador Reyes que previsiblemente los excursionistas más fuertes siguieron avanzando por la galería pensando en encontrar la salida, pero lo que hicieron es internarse donde cada vez hay menos oxígeno “y ha tenido estas consecuencias”.

De hecho, precisó que el canal por el que pretendían atravesar los excursionistas, y que confundieron con la galería de agua, está a unos 100 metros de distancia y corre el agua a una altura de unos 10 o 15 centímetros.

Salvador Reyes aseguró que hay un problema de concienciación entre los excursionistas de que deben tener precaución en zonas que no conocen y lugares peligrosos, y advirtió de que no se puede entrar en una galería de agua, a menos que se vaya con un experto, y desde luego no se puede acceder “con cuatro linternas que se apagan rápido”.

Reyes recordó que también participó en el rescate de las personas accidentadas en el año 2000 en una galería de agua en Guía de Isora, en la que fallecieron tres personas, y en la que se registraron hasta 53 grados centígrados, lo que obligó a relevos continuos y rápidos.