Radiografía de la pobreza en Canarias: más de 100.000 personas pasaron hambre en los últimos diez años

Hogares ubicados en barrios en buenas condiciones, integrados por familias de hasta cuatro personas, no monoparentales, sin menores a cargo y sustentadas solo por prestaciones. Estas son las características principales que presentan los hogares en situación de exclusión social en Canarias, según el último Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social elaborado por la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) y presentado por Cáritas. Sin embargo, factores como el género, la nacionalidad, el nivel de estudios o la precarización del empleo condicionan este complejo fenómeno que, a diferencia de lo que ocurre en el resto del país, “no se concentra en barriadas y zonas marginales”, sino que se distribuye por todos los rincones de las Islas.

En Canarias, un 29% de la población está en situación de exclusión social, ya sea moderada (13,3%) o severa (15,7%). Sin embargo, del 71% restante, solo el 40,1% está integrado de forma plena, frente al 30,8% que se encuentra en un estado de integración precaria. Según el documento, la vivienda, el empleo y la salud son las dimensiones en las que los canarios y canarias encuentran más dificultades. En 2018, el 20% de la población canaria no pudo afrontar los costes de la vivienda, y el 23% tuvo que reducir los gastos de agua, luz e Internet.

El contexto socioeconómico en el que se dan estos datos se caracteriza por un aumento demográfico motivado por la “mayor capacidad de atracción de población migrante” que tiene el Archipiélago y que consigue paliar el descenso de la tasa de fecundidad. A pesar de que, una vez en las Islas, se convierten en uno de los colectivos más vulnerables y susceptibles de sufrir la exclusión. Asimismo, el PIB per cápita de Canarias es menor que el español, situándose en 19.657 euros por habitante frente a la cifra nacional, 23.179 euros. El gasto en protección social también es inferior a la media española. En el Archipiélago, el dato se limita a 2.714 euros por persona. Mientras tanto, en España el promedio asciende a 3.214 euros.

Hambre, hacinamiento y vida en barracones

Hambre, hacinamiento y vida en barracones El aumento en un 2% de la desigualdad entre la población con menos ingresos y la más rica del Archipiélago conduce, de acuerdo con el estudio, a una sociedad cada vez más polarizada. Si bien en 2008 la brecha era de un 31,7%, en 2017 ascendió a un 33,8%. El fuerte menoscabo que han sufrido los ingresos de los grupos de menor renta explica el agujero cada vez más profundo que separa los bloques sociales.

A esto debe sumarse el lastre de la crisis, cuyos efectos han sido más devastadores para la población con menos recursos, que ha visto mermada su renta en un 16,8%. Mientras tanto, durante la recesión, la renta de la población más rica aumentó en un 8,3%. De este modo, la acumulación de obstáculos a lo largo de sus vidas unida al deterioro o la ausencia de mecanismos personales, familiares y de protección social pública apuntan a un alto riesgo de “cronificación” de la exclusión.

Este escenario arroja datos devastadores. En el ámbito de la vivienda, el informe revela que 111.000 personas “pasaron hambre con frecuencia en los últimos diez años o la están pasando ahora mismo”, 122.000 personas con discapacidad viven en hogares con barreras arquitectónicas, 300.000 canarios y canarias tienen deudas referidas a los pagos de suministro en la vivienda y 115.000 tienen domicilios “en precario”, es decir, facilitado gratuitamente por otras personas o por instituciones, realquiladas, ocupadas ilegalmente, o han sufrido amenazas de expulsión del hogar.

En esta línea, 16.000 personas viven en situación de “infravivienda” en chabolas, barracones o dependencias prefabricadas y 83.000 en estado de hacinamiento (casas de menos de 15 metros cuadrados). Por su parte, el 12,5% de los hogares encuestados sufre humedades, suciedades y malos olores.

La exclusión social también condiciona la salud. 273.000 personas en Canarias han tenido que dejar de comprar medicamentos y abandonar tratamientos o dietas por motivos económicos. La situación es aún más difícil cuando todas las personas adultas que integran un núcleo familiar padecen enfermedades crónicas, problemas graves de salud o discapacidad que limita su vida diaria (3,2% de los hogares). 83.000 personas en mal estado de salud, según este informe, no han recibido ningún tipo de asistencia médica pese a necesitarla.

Algo similar sucede en el caso de quienes dependen de cuidados y ayudas externas para la rutina y no han recibido ese apoyo (44.000 personas). La educación y alfabetización también dependen en gran medida de la integración social. De esta forma, en un 7,2% de los hogares en exclusión, ninguno de los miembros de entre 16 y 64 años tiene estudios. La brecha de género también prevalece en el ámbito de la exclusión. El riesgo de caer en una situación de aislamiento de la estructura social crece si eres mujer. Los datos revelan que, de los hogares sustentados por hombres, un 25,6% está en exclusión. Mientras que, cuando el sostén económico es una mujer, la cifra asciende a un 31,2%.