Más de cuatro millones de personas han salido de Ucrania desde el 24 de febrero huyendo de la guerra. La mayoría de estas cifras son mujeres y niños que no solo enfrentan la barbarie del conflicto, sino que también sufren el riesgo de caer en redes de trata. Cada día desde que comenzó la invasión rusa, cientos de voluntarios se han desplazado hasta puntos fronterizos como el de Medyka, en Polonia, para ofrecer “a cambio de nada” transporte o acogida a los desplazados ucranianos. Esta oleada de solidaridad descontrolada preocupa a las autoridades y pone el foco de nuevo en un peligro que no ha nacido en esta guerra, sino que se propaga por todo el planeta y contra el que luchan cada día las mujeres que toman la ruta migratoria canaria: el tráfico de mujeres y niños con fines de explotación sexual o laboral.
El 1 de abril, la Policía Nacional detuvo en una estación de guaguas de Madrid a un hombre que llegó a España desde Polonia con dos jóvenes ucranianas de 15 y 16 años a las que pretendía prostituir. El hombre, también de nacionalidad ucraniana, aseguró que las dos menores eran sus sobrinas y que eran hermanas, pero este no portaba ningún documento que justificara el parentesco y los agentes descubrieron que no existía tal vínculo. El captador viajaba con un bolso con droga, 4.600 euros en efectivo y ropa “poco adecuada para la época del año”.
La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, explica que casi no hay diferencias entre los métodos de actuación de las redes de trata con las víctimas de Europa del Este y con las procedentes de África. “El método de captación fundamentalmente es el engaño, que luego se convierte en coacción, intimidación y violencia. Se producen violaciones y retirada de documentos. Con las mujeres africanas es también habitual utilizar el vudú”, apunta. El objetivo no es solo la explotación sexual, sino que se amplía también a la explotación laboral.
Rosell reconoce que, en el caso de Ucrania, preocupa el alto número de personas voluntarias que se han movido hasta las fronteras para transportar mujeres y niños. “Sé que algunas acciones son bien intencionadas, pero en otros casos el riesgo de trata o de venta es máximo”, advierte. En este sentido, la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, aconseja que todas las personas desplazadas por el conflicto de Ucrania aprovechen la directiva 2001/55 de la Unión Europea que se ha puesto en marcha por primera vez para garantizar el derecho a la acogida temporal, el permiso de residencia y de trabajo de los refugiados ucranianos.
“Lo que tienen que hacer para poder trabajar de manera legal y tener todos los derechos es solicitar esos papeles”, insiste Rosell. El Ministerio del Interior es el encargado de centralizar todas estas solicitudes, no solo a través de los centros de recepción instalados en Madrid y Barcelona, sino también mediante las comisarías provinciales. La delegada también propone acudir a las organizaciones sociales como Cruz Roja o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género destaca que se ha ampliado el 016 (el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género) a víctimas de trata o de explotación sexual de Ucrania y del resto de países. Además, ante el contingente de mujeres ucranianas que han llegado a España, se ofrece la información directamente en ucraniano a través de WhatsApp, teléfono o correo electrónico.
Las redes de trata en la frontera sur
Todos estos métodos de protección desaparecen en la frontera sur. “Se está hablando ahora de la trata de mujeres en las fronteras cuando aparecen mujeres de otros conflictos, pero no se ha hablado con las mujeres que entran por la ruta canaria. Esto es una forma de discriminación que crea refugiados de primera y de segunda”, critica la activista y defensora de derechos humanos Helena Maleno.
La denuncia es uno de los puntos críticos para las mujeres africanas que sufren violencia sexual o que caen en manos de traficantes, ya que se topan con el miedo a la deportación al estar, en muchos casos, en situación administrativa irregular. “Hay mujeres que han sido expulsadas a su país de origen y han caído otra vez en redes de trata”, cuenta la fundadora del colectivo Caminando Fronteras.
Maleno destaca que en el caso de Canarias se producen dos situaciones diferentes. Por un lado, se repite el perfil de las mujeres que llegan al Archipiélago en redes de trata y que terminan siendo explotadas en otros países de Europa como Francia o Bélgica. Por otra parte, hay mujeres que llegan hasta Italia por la ruta del Mediterráneo y que son explotadas luego en Canarias.
“Las redes criminales no solo están formadas por personas que trabajan en origen, sino también en los países de tránsito y de destino, y también hay hombres de poder político y económico. Estos últimos permiten que las mujeres estén en la calle siendo explotadas y ofreciendo servicios sexuales a los turistas en las Islas, como en el caso de las mujeres nigerianas”, especifica la activista, que además defiende que la trata ha sido utilizada para limpiar la imagen de la policía de control fronterizo.
Para ella, las mujeres que emprenden la ruta canaria necesitan que se haga un seguimiento de su proceso migratorio. “Las redes de trata son terriblemente violentas, pero la violencia institucional también lo es. Ahora mismo hay muchas mujeres detenidas en El Aaiún, sufriendo violencia sexual en redadas que comenzaron a partir de que el Gobierno de España mostró su apoyo a Marruecos respecto al Sáhara Occidental”, asegura Maleno.
Violencia contra las mujeres en la guerra
La organización Human Rights Watch ha publicado un documento este lunes en el que alerta de que la población civil de Ucrania está sufriendo una vulneración reiterada de sus derechos por parte de las tropas rusas. El Derecho Internacional Humanitario establece que en la guerra se debe velar por la integridad de los civiles. Sin embargo, según la organización, los ucranianos están sufriendo saqueos, amenazas y, en el caso de las mujeres, abusos sexuales. “Human Rights Watch recibió otras tres denuncias de violencia sexual por parte de soldados rusos en aldeas de la región de Chernihiv y Mariupol, pero no ha podido verificarlas de forma independiente”, apuntan.
La magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias Gloria Poyatos señala que en este tipo de conflictos es muy difícil de medir el alcance de la violencia sexual contra las mujeres. Poyatos explica que la violación ha acompañado a las guerras a lo largo de toda la historia y que el cuerpo de las mujeres ha sido “el campo de batalla” para los combatientes. “Se trataba de delitos menos serios ejecutados por los hombres de todos los bandos”, cuenta la magistrada en un artículo publicado en Huffington Post. “En la guerra, tanto vencidos como vencedores violan”.