Una sala de espera y un pasillo de tránsito, los últimos 'parches' para aliviar el colapso en urgencias del Insular

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —
17 de noviembre de 2021 17:15 h

0

Una sala de espera para familiares y un pasillo acristalado de tránsito hacia la zona de consultas externas. Son los últimos 'parches' habilitados en las urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria para aliviar el colapso de pacientes que sufre el servicio por la falta de camas de hospitalización a las que poder derivarlos. Una “masificación sin precedentes” que llevó a 22 médicos adjuntos a firmar la pasada semana una carta en la que denunciaban las “pésimas condiciones” en las que están ejerciendo la actividad asistencial y alertaban de que la seguridad clínica estaba “gravemente comprometida”. 

Después de este escrito, la dirección del complejo hospitalario y la jefatura del servicio han adoptado algunas medidas que, según los facultativos, no solucionan el problema. La gerencia informó la pasada semana de que se había abierto el área de traslados durante 24 horas, se había acondicionado una sala para las altas y se había creado un nuevo módulo para pacientes Covid.

La estancia utilizada en la etapa prepandémica como sala de espera para los familiares de las personas ingresadas en urgencias se ha habilitado ahora -con unas placas de aluminio que sirven de separación- para albergar, antes de su traslado a planta o a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a pacientes que han dado positivo en las pruebas de infección activa del coronavirus SARS CoV-2. En los últimos meses, esta zona se había destinado a los ingresos sospechosos de padecer Covid-19, con síntomas de la enfermedad. Si el resultado del test era positivo, se les conducía a un módulo reservado para los casos confirmados. 

La habilitación de esa sala de espera, con capacidad para unas seis camillas, como zona Covid ha permitido recuperar para su uso habitual el módulo D, que en la pandemia ha sido utilizado para asistir a pacientes con coronavirus, de manera que en sus 14 camas se atienden desde esta semana a personas con otras patologías para tratar de despejar los pasillos de urgencias y de radiología y aliviar así la situación de hacinamiento. 

Otros usuarios han sido colocados en camillas ubicadas en un pasillo situado en una zona de tránsito que está acristalada y que conduce hasta el área de consultas externas. En este lugar, que según fuentes internas se utiliza habitualmente para “guardar camillas sucias”, se pueden ubicar otras seis o siete personas pendientes de ingreso en planta. 

Estos últimos cambios han permitido reducir ligeramente el número de pacientes amontonados en los pasillos. Según ha informado en la cadena Ser la gerente del hospital, María Alejandra Torres, este miércoles por la mañana había 58 personas esperando por una cama en planta. Los profesionales del centro recuerdan que durante estos últimos días la media era de unos 70. Además, lamentan que con estos últimos parches se vuelve a colocar a usuarios en zonas “no adecuadas” para una asistencia digna. 

En la carta remitida la pasada semana a varios estamentos sanitarios, los médicos adjuntos denunciaban que en determinados módulos los pacientes tienen que esperar entre cuatro y seis horas para poder ser atendidos y que, posteriormente, deben permanecer en camillas en los pasillos de urgencias o radiología. En los informes que elevan a sus superiores a diario, señalan que la sobreocupación asistencial roza el 200% y que se han producido situaciones como la de dos personas que tuvieron que estar más de veinte horas en un sillón con oxigenoterapia por falta de espacio en el servicio. 

Los problemas de presión asistencial son ya habituales en las urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria. Sin embargo, en las últimas semanas la situación se ha agravado. A los problemas estructurales del edificio, a las limitaciones espaciales, se les une el déficit de personal y las dificultades para liberar camas en las plantas de hospitalización, lo que se traduce en que los pacientes deben esperar horas, incluso días, en urgencias, hacinados en camillas en los pasillos, hasta que se puede realizar su traslado. Los profesionales reclaman la agilización de esta salida, tanto para aquellos que tengan que quedar ingresados en otras áreas del centro como para quienes puedan ser derivados a las clínicas concertadas. 

Colegio de médicos y sociedad de urgenciólogos

“Se nos está forzando a un incumplimiento sostenido de varios artículos del código deontológico de la profesión”, han advertido los facultativos adjuntos en un escrito dirigido este mismo miércoles al presidente del Colegio de Médicos y al de la Comisión de Bioética y Deontología de la organización profesional para volver a poner de manifiesto la pérdida de calidad asistencial y la imposibilidad de garantizar una prestación digna a los pacientes. 

También se ha manifestado esta semana la sección canaria de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) para solidarizarse con los profesionales del Hospital Insular y expresar su preocupación por el “continuo deterioro” de la asistencia sanitaria urgente. El escrito solicita la intervención del consejero, Blas Trujillo, para que “actúe y evite los hechos que deterioran la labor que se realiza en los servicios de urgencias de nuestra comunidad”, en particular en el hospital de referencia del sur de Gran Canaria. 

“Los trabajadores y los ciudadanos nos hemos acostumbrado, lamentablemente, a la masificación de pasillos de urgencias cada vez que aumenta la demanda asistencial” sin que, frente a ello, se acometan “planes de choque”, señala la sociedad, que insiste en que los sanitarios tienen que trabajar en condiciones “lamentables, sorteando camillas con los mismos recursos escasos y soportando largas e intensas jornadas laborales” a costa de “la salud y la conciliación familiar, sin más agradecimiento” que el de la población. 

El escrito de SEMES recalca que los problemas del Hospital Insular “son comunes a todos” los servicios de urgencias, por lo que insta a “abordar la masificación para evitar tener a pacientes aparcados en los pasillos”; dimensionar las plantillas de acuerdo con la demanda asistencial e introducir horarios a turnos que permitan a los profesionales conciliar, y buscar nuevos espacios físicos “adecuados al tipo de paciente e incremento de la demanda”.

El Defensor del Paciente ha elevado al fiscal superior de Canarias, Luis del Río, una petición para que investigue e intervenga en lo que considera “un ataque a la intimidad, a la confidencialidad y a la falta de asistencia de los pacientes en situación tercermundista” en las urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria. Hay que recordar que 23 médicos ya llevaron a principios de 2019 a la Fiscalía Provincial de Las Palmas el colapso asistencial en el servicio. El Ministerio Público archivó la denuncia apenas dos meses después de que se hubiera presentado sin solicitarles información adicional y dando por bueno un informe presentado por la Consejería de Sanidad sin posibilidad de contradicción.