Vanesa Muñoz desafía al cáncer subiendo la cima más alta de Marruecos

Eloy Vera

Las Palmas de Gran Canaria —

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Vanesa Muñoz es malagueña. Llegó a Fuerteventura para trabajar como enfermera hace 16 años. En tierra majorera nació su hija y se quedó. La foto de perfil de su WhatsApp descubre su pasión por el submarinismo, el único deporte al que ha mostrado una fidelidad continuada durante años. En 2017 se topó con un obstáculo en el camino. Ese año le diagnosticaron cáncer de mama. Dos años después y recuperada, cuenta que “era pequeño, pero, dentro de los cánceres de mama, el más agresivo. Se da en un 10% de las mujeres y es agresivo porque carece de una terapia dirigida”.

Le practicaron una tumorectomía y un tratamiento de quimioterapia y radioterapia durante un año. La respuesta fue buena. Durante ese año trató de mantenerse activa. “Intenté que mi hija no se diera cuenta de lo que estaba pasando. La llevaba a natación y me metía con ella a nadar en la piscina; iba a caminar, corría un poco”, señala. Tras acabar con el tratamiento, siguió con el deporte. “Una vez pasado el cáncer, está demostrado que practicar deporte es lo mejor que hay para prevenir que recidiva. Realizarlo disminuye las posibilidades de una recaída con el mismo tipo de tumor”, explica.

No recuerda si fue por televisión o las redes sociales, como descubrió Todos somos cáncer, un reto de “esfuerzo y superación” para mujeres que han padecido cáncer de mama, han pasado por un tratamiento de quimioterapia y radioterapia y, en su mayoría, han sufrido amputaciones de sus pechos. Serán nueve mujeres, en principio, las que se aventuren a subir la montaña del Atlas marroquí, de la mano del alpinista valenciano y mentor de la iniciativa Salvador Sanchis.

En la web del reto aparecen datos que preocupan: 27.000 nuevos casos de cáncer de mama al año en España y un pronóstico para 2025 de cerca de 30.000, un 12,3% más que en la actualidad. También hay sitio para el optimismo a través de esta iniciativa, cuya finalidad es “devolverle la ilusión a cada una de estas mujeres, que se demuestren a ellas mismas y al mundo que después de una enfermedad tan terrible y años de recuperación pueden realizar lo que se propongan”.

Vanesa se animó a presentarse. Grabó un vídeo, donde contaba lo que le había pasado y por qué se presentaba al reto, y lo envió. Recuerda que lo hizo en Egipto, donde esos días practicaba submarinismo. La respuesta llegó en diciembre. Había sido aceptada. El primer sentimiento fue de alegría. “En aquel momento no pensé ‘madre mía la que se me viene encima’”, comenta.

Destinos de aventura

Asegura ser una aventurera que, desde joven, ha buscado en sus viajes destinos donde compaginar la visita para conocer su cultura con poder practicar algún deporte. Ha estado en Perú haciendo trekking y buceando en África, un continente que ama y al que regresa siempre que tiene opción. Toubkal, techo del Atlas, era una excusa para volver a África.

Esta enfermera explica que, con este reto, lo que quiere demostrar es que después del cáncer sigue habiendo vida. “Se puede continuar adelante e, incluso, estar mejor. Recuperarse y hacer cosas que antes no hacías”. Continúa conversando y asegura que “cuando se está metido en esto, crees que es imposible volver a ser la misma que eras. Los tratamientos son muy agresivos, te cambian física y emocionalmente. Este desafío es una lucha, pero también una ilusión”.

El equipo de mujeres (habrá otra de Canarias y el resto de lugares repartidos de norte a sur de la Península) iniciarán el reto el día 22 de septiembre. Las acompañarán, además de Salvador Sanchis, guías locales, portadores, un cocinero, fotógrafo, médico y enfermera. También contarán con los últimos avances de la tecnología: un GPS vía satélite para que aquellos que lo deseen puedan seguir el reto en tiempo real y, por el cielo, un dron con cámara recogiendo todos los detalles de la aventura.

Durante una semana subirán la montaña de Toubkal y otros picos de la zona como el Ras y el Timesguida, con caminatas diarias, de unas ocho horas de media. Se alojarán durante el trayecto en refugios y casetas de campaña.

Antes de que eso llegue, Vanesa lleva meses entrenando. Ha perdido la cuenta de las veces que ha subido el pico de La Zarza, la montaña más alta de Fuerteventura. Alguna vez también ha pateado hacia la cima de La Muda. Hace caminatas de 14 kilómetros, carreras, bicicleta, apnea… “El entrenamiento y el reto me están demostrando que soy capaz de cualquier cosa. Cuando veo que no tengo ganas de entrenar o me cuesta mucho hacerlo, me digo ‘si con lo que he pasado pude con ello, cómo no voy a poder con esto’ y tiro para delante”, comenta. Además, “la experiencia y todo lo que entrene previamente será bueno para mi cuerpo”, dice esta aventurera.

Cuenta cómo una parte del dinero recaudado en el reto irá destinado a la lucha contra el cáncer, “a aquellas asociaciones minoritarias de la enfermedad, a las que llega menos dinero”. También pretenden hacer un libro sobre el reto para venderlo y recaudar fondos para pequeñas asociaciones.

Vanesa recuerda que cuando estaba enferma y veía a mujeres que habían padecido un cáncer de mama y decían que para ellas era lo mejor que les había pasado en la vida, “pensaba que era imposible”. “No puedo decir que para mí ha sido lo mejor que me ha pasado, pero tiene cosas positivas, como este reto, conocer al resto compañeras que van a ir, a las que quiero como amigas de toda la vida y solo las conozco a través de WhatsApp, pero es que se crean vínculos, porque todas hemos pasado por lo mismo”.

Por delante tiene otro sueño: Kilimanjaro en 2020. Hace años visitó Tanzania y prometió que volvería al país para subir la cumbre más alta de África. Ya tiene el billete de ida para el próximo año. Antes le espera el ascenso de Toubkal.

Amiga de marea viva

Vanesa Muñoz ha sido la última en incorporarse a las filas de Marea Viva, un club deportivo de Fuerteventura, que ha integrado deporte y solidaridad a través de su participación en pruebas deportivas vinculadas a actos solidarios. Los deportistas de Marea Viva corren, nadan y pedalean para dar visibilidad a asociaciones como Aderis (Asociación de Discapacidad, Enfermedades Raras e Integración Social) o la lucha que lidera la ONG Actays contra TaySachs y Sandhoff, una enfermedad degenerativa, de las denominadas raras, que afecta al cerebro y al sistema nervioso central.