Cada vez más ricos. Y cada vez más pobres. La percepción social subjetiva de la población canaria dibuja un Archipiélago desigual, con dos extremos cada vez más alejados desde 2004, cuando la Encuesta de Ingresos y Condiciones de Vida de los Hogares Canarios (EICVHC) empezó a preguntar a los residentes de las Islas en qué clase socioeconómica se situarían. En estos últimos 20 años ha habido una crisis financiera y otra sanitaria. Y los resultados muestran que ambos sucesos han ayudado a incrementar el número de canarios que se consideran con más poder adquisitivo que la media; y también quienes sienten que están por debajo de ese mismo promedio.
El Instituto Canario de Estadística (ISTAC) publicó esta semana una comparativa de todas las EICVHC publicadas desde principios de siglo. Esa encuesta pregunta a los hogares participantes en el sondeo a qué clase social creen que pertenecen. En 2004, el 5% de los domicilios isleños cuestionados aseguró creer formar parte de una clase “por encima de la media” o “rico”, el 56,5% afirmó sentirse “en la media”, el 18,5% apuntó “por debajo de la media” y el 9,3% señaló “pobre” o “casi pobre”. En 2022, 18 años más tarde, esos porcentajes han variado.
El número de hogares que ahora piensan que están “por encima de la media” o son “ricos” ha alcanzado el 10,5% de la muestra, los que se atribuyen estar “en la media” han caído un poco, al 53,94%, mientras que las viviendas que opinan estar “por debajo de la media” (21,19%) y “pobres” o “casi pobres” (13,08%) han aumentado. Las cifras reflejan que ha aumentado la desigualdad. Ya no solo en el sentido más estricto de la misma, sino también en la percepción de la población de la Comunidad Autónoma.
“En Canarias se lleva viendo desde hace más de una década cierta polarización en la renta, en la distribución de la misma. De tal forma que tenemos más gente con más dinero y menos gente con menos dinero”, señala José Saturnino Martínez, doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) experto en temas de educación y desigualdad social.
Lo cierto es que los datos respaldan esa autopercepción. En 2007, poco antes del crac financiero, había 344.606 canarios con ingresos en el IRPF de no más de 12.000 euros, lo que el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) considera “clase baja”. En 2020, sin embargo, el primero del COVID, ya eran 467.889 los declarantes que integraban este grupo. El porcentaje ha mutado del 45,4 al 49%. En lo que respecta a la “clase alta”, esto es, aquellos que superan los 30.000 euros anuales, en 2007 eran 110.122 y en 2020 resultaron ser 172.957. Del 14,5 al 18,1%. La “clase media”, como es de esperar, ha perdido peso.
“Cuando estudié por última vez este asunto, lo que me salía era que el nivel de los ricos canarios era más o menos similar a los del conjunto del país. Sin embargo, los pobres canarios eran más pobres que los del resto de España. Y como resultado, pues las desigualdades eran mayores en el Archipiélago que en el Estado”, reflexiona Saturnino.
Por su parte, el sociólogo Josué Gutiérrez Barroso, doctor en Sociología por la Universidad de La Laguna (ULL), coincide con Saturnino en apreciar un crecimiento de la desigualdad en Canarias, pero critica la pregunta planteada por la Encuesta de Ingresos y Condiciones de Vida de los Hogares Canarios del ISTAC. Barroso cree que la pertenencia a una clase social debe estudiarse de una forma más objetiva haciendo valoración de la riqueza e ingresos, no preguntando a la población qué consideran al respecto.
“El concepto de clase social se construye, no se le pregunta a la gente”, razona.
El sociólogo explica que en este tipo de cuestionarios surge lo que los expertos denominan “deseabilidad social”, un término que hace referencia a la necesidad de las personas a quedar bien con el entrevistador. “Lo anormal es que alguien te diga que es de clase baja, por ejemplo”, expone Barroso.
El también investigador de la ULL continúa el análisis de Saturnino y añade, además, que lo ocurrido en Canarias “forma parte de una tendencia nacional e internacional”. ¿Motivos? Hay muchos, precisa. Pero en lo específico de las Islas, el sociólogo indica que tiene mucho que ver con la “dependencia del sector público y la dificultad para acceder a trabajos cualificados” por culpa, en parte, del monocultivo del sector turístico.
Más datos de la EICVHC detallan que el porcentaje de la población canaria que dice estar “por debajo de la línea de pobreza relativa” ha aumentado, al pasar del 18,7% en 2004 al 20,54% en 2022; que las proporciones de las familias “con mucha dificultad” y “con mucha facilidad” para llegar a fin de mes también ha subido, en consonancia con las primeras cifras expuestas; y que, si hace casi dos décadas solo 21,6% de los hogares isleños vivía en régimen de alquiler, actualmente lo hace el 30,9%.