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El volcán de La Palma separa también de sus animales a decenas de familias que han perdido su casa

Natalia G. Vargas

Los Llanos de Aridane —
8 de octubre de 2021 22:00 h

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Los animales son lo único que queda para muchas familias que han perdido todo en la erupción de La Palma. La falta de un lugar seguro donde situarlos ha forzado a muchas personas a dejar a sus mascotas en casas de acogida o en el Instituto Eusebio Barreto de Los Llanos de Aridane. Este centro educativo se ha convertido en las últimas semanas en un refugio para perros, gatos, conejos o aves rescatadas de la zona dañada por la lava. Decenas de veterinarios y de voluntarios de toda Canarias pasan mañanas, tardes y algunas noches allí para velar por la salud física y emocional de estos animales. ''De golpe su vida se ha roto y no saben por qué están aquí. No saben por qué no están en un campo abierto o cerca de su familia'', explica Esther Campos, presidenta de la Protectora de Animales y Plantas Benewara.

Campos lleva desde el domingo 19 de septiembre conviviendo con sus cinco gatos en su inmobiliaria de La Laguna. La lava también la ha obligado a dejar su vivienda. A pesar de todo, ha decidido invertir su tiempo en cuidar a los animales de otras familias afectadas por la erupción.

Sandra y Aday son vecinos de Jedey, uno de los barrios desalojados por el avance de la colada. Ahora conviven con algunos familiares en un edificio, por lo que tuvieron que dejar a sus diez gallinas en el Eusebio Barreto. Más de 20 días después de haber sido evacuados, han encontrado una alternativa para sus animales. ''Vamos a llevarlas a una finca de plataneras que tenemos para que puedan estar al aire libre'', cuentan.

Aday acaba de superar por segunda vez la leucemia y habla del volcán con resignación. ''Después de ganar dos guerras, esto es una batalla más''. Pero para él y su familia los animales son fundamentales. ''Mi padre es mayor y está acostumbrado a estar siempre con nuestras gatas. Como por el momento no pueden vivir con nosotros, tiene miedo de que se olviden de él'', cuenta Sandra.

Estrés y ansiedad

Los animales del Eusebio Barreto han sobrevivido a la erupción, pero aún tienen que convivir con el sonido del volcán y con la ceniza que lo cubre todo. ''A todos se les nota el susto y la ansiedad. No solo por la catástrofe que están viviendo, sino también por la separación repentina de su hogar. Es un shock postraumático brutal'', señala el veterinario de La Palma César Bravo. A veces, cuando las explosiones del volcán son constantes, los especialistas se ven obligados a recurrir a la sedación.

Muchos de los animales que han sido rescatados tienen la mirada perdida o llegan en estado de deshidratación. Otros han tenido que salir corriendo o se han visto afectados por el humo, los gases y la ceniza, por lo que presentan heridas en la piel o problemas respiratorios y oculares. ''Tienes que darles una estructura mental porque están tocados emocionalmente, como las personas. La diferencia es que ellos no saben lo que ha pasado'', matiza la presidenta de Benewara. Para ofrecer a los animales una rutina, los voluntarios se organizan para sacarlos a pasear cada día a la misma hora y para mantener limpio el espacio. Además, por las noches, nadie puede ir a ver a los animales.

Carla es vecina de Los Llanos de Aridane. Con 17 años ha decidido invertir su tiempo en cuidar como voluntaria a todos los animales que pasan por el Instituto Eusebio Barreto. ''He visto a perros que lo han pasado mal. También hay mucha gente que se aprovecha de la situación para abandonar a sus perros. A mí me gusta verlos bien. Quiero cuidarlos y que tengan la máxima atención'', sostiene. La voluntaria explica que algunos han llegado enfermos y han necesitado una operación. Otros han llegado con la cadera partida por haber sufrido algún atropello. El patio está repleto de donaciones, pero la voluntaria explica que hace falta comida más específica, porque algunos gatos llegan diarrea por haber inhalado gases o ceniza.

Los rescates

Algunos animales llegan a este centro educativo de la mano de sus propios dueños, que han sido desalojados y ya no tienen un lugar en el que tener a sus animales. Sin embargo, la mayoría de ellos son rescatados directamente por los equipos de emergencia. ''Todas las mañanas se reúnen los científicos con los operativos de seguridad en el Puesto de Mando Avanzado. Allí se informa de las zonas en las que podemos entrar'', cuenta el veterinario César Bravo.

Los veterinarios, acompañados de agentes de seguridad, son los encargados de salvar a los animales. Durante estos rescates deben ir calzados de forma adecuada, con casco, mascarillas y todo el material necesario para hacer la captura con seguridad.

El ganado se deriva al recinto ferial de El Paso. Hasta el momento este espacio aloja a 180 animales entre cerdos, burros, conejos, gallinas, cabras y ovejas. El concejal de Desarrollo Local y Ganadería del Ayuntamiento, Gustavo Concepción, indica que estos animales llegaron ''bastante nerviosos'' los primeros días. ''Presentaban mucho estrés, que no era solo por el volcán, sino también por estar fuera de su hábitat.

“Ahora, gracias a la tarea de los voluntarios y las donaciones que recibimos desde varios puntos del archipiélago, podemos mantenerlos en buenas condiciones'', apunta. Hasta este punto pueden desplazarse también las familias para ordeñar a sus cabras y cuidar a su ganado.

''Vemos una alegría enorme en las familias que pensaban que lo habían perdido todo y de pronto encuentran a su perro o a su gato'', celebra el veterinario. ''A veces es lo único que les queda, y reconforta saber que estás haciendo algo que a esa persona le va a ayudar a salir adelante'', añade. Algunos palmeros y palmeras van cada día al instituto para intentar localizar a sus animales. Para facilitar los reencuentros, la protectora Benewara publica en su página de Facebook fotografías de todos los animales rescatados.

''Lo que necesitamos es que nadie se olvide de esto cuando pare el volcán. Cuando haya una aparente normalidad, también hará falta gente y los damnificados seguirán necesitando ayuda'', defiende Esther Campos.