Más vulnerabilidad, violencia sexual y recursos pensados para hombres: las barreras para las mujeres sin hogar

“Las mujeres se enfrentan a mayores riesgos y formas de violencia solo por el hecho de serlo. Esta circunstancia convierte a la calle en un territorio aún más hostil, por lo que tienden a intentar invisibilizarse, a pasar desapercibidas, lo que dificulta aún más, si cabe, el acceso a los recursos y ayudas”. Es la conclusión del informe Exclusión Residencial Extrema en la isla de Tenerife, presentado este martes por Cáritas Diocesana. Las personas sin hogar o en situación de exclusión residencial extrema representaron solo en esa isla en el año 2022 el 0,25% de la población residente, en términos absolutos 2.261 personas, una cifra que se ha reducido respecto a antes de la pandemia, pero que se ha cronificado

El informe destaca que es necesario analizar el punto de partida de las mujeres dentro de la sociedad actual, atravesadas por la discriminación de género, “que se manifiesta en diferentes ámbitos de la vida, como el acceso a la educación, el empleo y la participación social”. A ello se añaden asimetrías vinculadas con condiciones salariales y acceso a puestos de trabajo, o la asignación de roles tradicionales de género que limitan su autonomía y desarrollo personal.

El estudio expone que se suman varios condicionantes que duplican la vulnerabilidad de las mujeres. Por una parte, “se replican las vivencias de violencia, especialmente sexual, al sobrevivir en calle donde confirma un 57,9% de vivencias de violencia, relacionadas con agresiones sexuales, frente a la media de un 13,8% identificada en la población general femenina”. Todo ello “sin olvidar la exposición constante a la utilización sexual para la prostitución y la explotación, fenómeno que se identifica en una triple vulnerabilidad cuando se suman la exclusión residencial extrema, junto al ser mujer y de origen extranjero”.

El XIII Informe El estado de la pobreza. Seguimiento del indicador europeo (AROPE) de pobreza y la exclusión social en España 2008-2022 también reflejó que el 36% de la población canaria, es decir casi 780.0000 personas, se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social (a pesar de esta tasa cayó en 1,6 puntos respecto a 2021). La vivienda, la brecha de género y la falta de apoyo a los hogares con menores son factores de mayor riesgo.

Sin recursos especializados

El documento de Cáritas recoge que se repite la discriminación de género si se analiza el acceso a los recursos específicos de atención de personas en exclusión, los cuales en su mayoría están enfocados a la atención de hombres sin hogar por su alto porcentaje y que se encuentra una oferta muy escasa de recursos específicamente para mujer sola. Esta situación “expone a la mujer en muchas ocasiones a acceder a unos pocos recursos mixtos, donde deben convivir con hombres, entendiendo que su herencia emocional y mental es afectada por esta convivencia ante los antecedentes de violencia de género, o intrafamiliar”, indica.

Esa cuestión se repite en recursos de atención como comunidades terapéuticas, formaciones para la empleabilidad o la inserción, e incluso en actividades lúdicas. “Sin dejar un espacio real de cuidado y proceso interdisciplinar con un enfoque de género”. remarca la ONG.

“He huido a Tenerife porque mi ex me ha hecho la vida imposible. tenía una orden de alejamiento que ya ha vencido y ahora tengo miedo, estoy muy lejos pero no me siento segura, no puedo volver donde está mi familia porque tengo miedo de cruzarme con alguien o sentir que está cerca, yo antes era una chica alegre, normal, ahora esto es un infierno, quiero salir pero no puedo, solo pienso en el daño que me ha hecho y me derrumbo no tengo fuerzas para vivir”, explica Zona, de 29 años, una de las protagonistas de este reportaje.

Los tipos de violencia que sufren las mujeres sin hogar

El estudio indica que las mujeres sin hogar a menudo “están expuestas a la violencia física en las calles”. Pueden ser objeto de agresiones y abusos físicos por parte de otros individuos sin hogar o incluso personas que simplemente desean hacerles daño (delitos de odio). Así mismo, la violencia sexual es una de las formas más alarmantes de violencia que enfrentan las mujeres sin hogar, situaciones que “a menudo ocurren en contextos aislados donde la vulnerabilidad e inseguridad son predominantes”.

Cáritas recuerda que las mujeres sin hogar pueden ser vulnerables a la explotación y la trata de personas; pueden ser forzadas a realizar trabajos forzados, mendigar, robar o ser obligadas a prostituirse por terceros que se aprovechan de su situación de vulnerabilidad. También pueden sufrir violencia emocional y psicológica, que incluye el acoso verbal, la humillación, el menosprecio y la intimidación. Esto “puede tener un impacto duradero en su bienestar mental y emocional”, apunta.

Por otro lado, el informe hace hincapié en que “en situación de sin hogar se identifican altas cifras de experiencias de violencia de género en contextos donde las mujeres en esta situación claudican a mantener una relación estable con una única pareja, aunque esta sea violenta con ella, como alternativa a encontrarse en soledad en la calle y expuesta agresores sexuales, o situaciones de alta violencia reiteradas hacia ellas”.

Otro tipo de violencia a la que hace especial mención Cáritas es a la institucional, que se produce “a través de políticas, prácticas y actitudes discriminatorias en los sistemas de ayuda y servicios sociales”. “Esto puede incluir la negación de servicios básicos, la falta de acceso a refugios seguros frente a la violencia de género al contar con problemas de salud mental o adicciones y la falta de apoyo adecuado para salir de la situación de falta de vivienda”, concluye.