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Qué, quién, cómo y cuándo

José Miguel González Hernández

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La renta intertemporal nos permite posicionarnos en un futuro de acuerdo a la generación de ganancia presente en un contexto de planificación prospectiva. Menudo rollo. Realmente lo que se pretende decir es que, lo que ahorres hoy, lo podrás consumir/invertir mañana. Aunque parezca baladí y tengamos la costumbre de tropezarnos con esta reflexión día sí y día también, es en ese círculo donde hay que detenerse: el papel del ahorro en el consumo y en la inversión.

El ciclo funciona de forma lógica, de forma que, si tengo excedente, lo hago circular, bien consumiendo más, con la consiguiente sensación de bienestar adscrita a las endorfinas del momento, o prestándolo para que algo o alguien incremente su capacidad productiva, a cambio de un rédito que se puede considerar como justo. Pero el problema no está en la generación. El problema, y es que estamos en deuda para su resolución, es la redistribución del crecimiento. Todas las partes tienen claro que el éxito radica en sumar uno más uno y que no dé más de dos.

Se puede planificar desde la esfera de lo público o se puede dejar las riendas a la denominada “mano invisible” proveniente de los diferentes mercados. En todos estos casos, nos habremos encontrado en la historia con casos de éxito y otros de fracaso. Ahora bien, estando en un sistema mundial donde las concentraciones de renta son cada vez más acusadas, donde cada vez menos tienen más o donde cada vez más tienen menos, donde la velocidad de corrección no solo no ha sido la misma, sino que en algunos territorios han ido en sentido contrario… de ahí que, en todos los casos de fracaso, hemos fallado.

Hasta ahora, los elementos tributarios de ingresos y gastos se han mostrado como el espectro regulador a la hora de llevar a cabo los procesos de cohesión social, aventurando a colocar la eficiencia social por encima de la económica. No obstante, también hemos aprendido que es más sencillo socializar las pérdidas que reasignar las ganancias porque ¿la desigualdad es anticíclica o procíclica? Aunque el crecimiento beneficia a todas las partes, la velocidad de traslación no es la misma en cada una de las capas sociales, por lo que el avance absoluto puede llegar a convertirse en una mayor diferencia relativa.

Otra variable que hay que incorporar al debate es la naturaleza de la riqueza generada. No es la misma si la basamos en la formación bruta de capital que si la basamos en un suflé relleno de especulación (lícita, pero sin una base sólida que se conforme más allá de la mera confianza). Sé que decir esta afirmación en pleno siglo XXI da la sensación de conformarse como un autralopithecus en plena carrera espacial, pero, siendo simplistas, no debemos olvidar cómo se gestó el inicio de la crisis financiera de 2008 donde los productos financieros pudieron crecer en “¿valor/rentabilidad?” hasta el 400%, de forma que, en el momento que alguien quiso cobrar lo prometido, un desastre a escala mundial se cernió sobre la economía porque la promesa estaba sustentada sobre un promesa/esperanza vacía de contenido.

En definitiva, cuando se toman determinaciones sobre estos temas debemos analizar todas las partes intervinientes del mercado. O como me gusta denominarlo, los diferentes lados del mostrador: el que cobra un precio y abona un salario junto al que paga dicho precio y cobra el salario. De nada vale incrementar la riqueza si ésta no circula y cohesiona. Por ello, ¿qué?, la redistribución; ¿quién? los procesos democráticos; ¿cómo? medidas que del prioridad la equidad sin que estén reñidas con la eficiencia; y ¿cuándo? Ya.

*Economista

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