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Escandaliza el titular y espeluzna el contenido

(Comentario al artículo publicado el 11/12/2018 en algunos medios que conservan intacto su derecho a la libertad de prensa)

“El permiso a Emmasa para verter 20 millones de litros diarios de agua contaminada al mar de Santa Cruz caduca este mes y no hay solución inmediata”

¡No puede ser!... Increíble que esto esté sucediendo en un país civilizado, en una ciudad normal… en una capital de provincia que se publicita como de atracción turística y núcleo cultural, histórico y patrimonial.

¿Cómo una empresa privada puede estar autorizada, durante años, a verter impunemente tantos millones de metros cúbicos de aguas inmundas, sin depurar, vertidos fecales de los que solo “se decantan las partes más sólidas” -¡qué asco!-, residuos contaminantes que atentan contra el medio ambiente y ponen en riesgo la salud pública?

No es alarmismo sino realidad. Ni es aceptable que la pasividad ciudadana, la resignación colectiva, ni la comodidad de pasar de largo sobre problemas de esta gravedad, se aprovechen por la desidia institucional, la dejación de responsabilidades y posturas inaceptables de escurrir el bulto con la sempiterna cantinela del “no. Es que esto no es culpa mía… Es que esto corresponde a otro organismo…”. Elusión organizada entre cargos públicos contra el compromiso político, al abrigo de la multiplicidad de competencias sobre una misma área para que nada funcione por una burocracia enfermiza; como corresponde a un Estado de las autonomías deficiente y oneroso por un gasto público inviable para un país con nuestra precariedad económica.

Escandaloso el titular que encabeza el artículo y espeluznante el texto que le sigue. No hay aquí ningún indicio de animadversión personal; antes bien, podemos asegurar nuestro respeto por la capacidad de trabajo y honradez contrastada tanto del alcalde como del edil directamente responsable del desastre. Lo que no es óbice para repudiar con indignación su gestión errada y perniciosa para los intereses de esta ciudadanía. Porque el sonrojo y vergüenza ajena que inspiran las excusas de estas cabezas visibles -que no saben dónde esconderse avestruceramente- obligan a una reflexión, o a varias, para intentar salir de este pozo negro -que no es metáfora- en el que nos ha sumido una Administración mediocre e incompetente para solucionar los problemas reales.

Aquellos que no tienen repercusión electoralista por su condición soterrada, prosaica y escatológica; y porque actuar sobre ellos no implica ceremonias mediáticas, ni cortes de cintas en ostentosas inauguraciones de colectores, depuradoras, alcantarillado y emisarios de hace 40 años, en estado ruinoso, que deben ser repuestos con carácter de urgencia y sin pretextos evasivos.

Un extracto del texto aludido que pone los pelos de punta:

“Todavía no está desarrollada la solución definitiva de la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Buenos Aires, prevista desde hace tres años; ya licitada por el Gobierno estatal (por 20 millones de euros) pero cuyas obras pueden tardar más de dos años en iniciarse… No obstante, Arteaga -edil responsable- está convencido de que en el año 2021 Santa Cruz tendrá resuelto el problema del tratamiento de las aguas residuales, que lleva más de 30 años sin solucionarse…”

Otra prendijoya del concejal en el mismo contexto: “Muchas denuncias y pocas soluciones”… Consciente de que tiene una causa penal abierta por este asunto, subraya que “salvo denuncias sobre este problema, ningún partido de la oposición hace ninguna propuesta o sugerencia para solucionar la situación”. Señor mío; no pretenda que los demás le hagamos su trabajo por el que usted cobra espléndidamente. Su cacareada “hoja de ruta” solo es un artificio dilatorio que no sirve de nada. Lo que se impone, que se debió ejecutar en los principios del problema, es una actuación de emergencia, con carácter inmediato y prioridad absoluta sobre cualquier otra consideración; pues tamaño desastre, no lo dude, se carga de un plumazo cualquier campaña electoral por brillante que sea y cara que resulte.

Esta penosa situación admite varias lecturas, todas desagradables y sucias como el propio material vertido sin depurar. La más llamativa es la privatización en su día de Emmasa. Una deplorable operación gestada con intención de hacer caja bajo el pretexto oficial de obtener líquido para mejorar los barrios. Que no se cumplió. Se mejoraron las cuentas municipales, paro los barrios siguen con sus reivindicaciones periféricas y sufriendo las mismas promesas electoralistas de entonces.

Pero lo más grave fue que se vendió una empresa pública modélica, que funcionaba de maravilla para satisfacción de los usuarios, que pagaban bastante menos que ahora por un buen servicio que ha dejado de serlo a favor de un negocio poco limpio. Pues hablamos de una empresa privatizada que en su factura incluye un canon “por depuración de aguas residuales”, que no cumple; y cobra a algunos vecinos “alcantarillado” en zonas donde solo existen fosas sépticas. ¿Pendiente alguna responsabilidad política por este fiasco?

Una gestión municipal de este calado merece la reprobación generalizada. Nadie va a pedir dimisiones -no serviría de nada-, pero al menos, mientras se resuelve la vía penal pendiente, alcemos la voz para que ni siquiera intenten repetir los mismos por enésima vez, por un mínimo de dignidad y para privarnos de sufrir tanta vergüenza ajena. Las urnas son nuestra más válida opción de repulsa.

La sociedad civil es la única capacitada para resolver sus propios problemas. No podemos resignarnos al fracaso de quienes deben prestar su servicio con eficacia, sabiduría y voluntad política. Y si no están capacitados, induzcámoslos a que dejen su espacio para quienes puedan, sepan y quieran solucionarlo.

(Comentario al artículo publicado el 11/12/2018 en algunos medios que conservan intacto su derecho a la libertad de prensa)

“El permiso a Emmasa para verter 20 millones de litros diarios de agua contaminada al mar de Santa Cruz caduca este mes y no hay solución inmediata”