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El plátano es fenomenal

Por mucho que queramos y que nos guste el plátano, no hay manera de comérselos todos. Y miren que lo he intentado, Dios sabe que lo he intentado, pero ella no, de hecho se enfadó espetándome: ¿es que no hay otra fruta en la tienda o qué? Y se lo tuve que confesar: es que tenemos que comernos todos los plátanos que hay en el mercado, porque si no los botan a la PICA, es decir, a la basura. Es que no damos avío con todo lo que producimos. Por eso, varias veces a la semana se los amaso a mis hijos, antes de ir a trabajar me mando uno, en la mochila del colegio de los chinijos les pongo otro, cuando vamos a la playa me llevo una manilla por si se quedan sin energía. También, de vez en cuando, cuando me acerco a un supermercado, cosa rara, compro una bolsita de plátanos desecados y fritos. Cuando toca pella gofio, y siempre siguiendo las instrucciones de mi madre, le echo un plátano, un chorrito de coñac y otro de aceite con sal gorda. También los escacho con galletas algún domingo por la tarde. Pero no hay manera de acabar con el excedente del mercado. Le he subido el potasio a cinco a toda mi familia y, aún así, en Canarias botaremos este año más de once millones de kilos porque hemos comenzado con la PICA un mes antes para, según las dirigentes del Lobby bananero, estabilizar los precios. ¡Coño!, también podrían planificar un poco la producción, pero ¡qué va!, los botan para seguir ganando lo mismo. Es un negocio, no cabe duda. Y claro, nosotros a tupirnos a plátanos para que el mercado no se colapse, ni el banco de alimentos puede absorberlos. En fin, un sinvivir con el potasio por las nubes. Se lo he dicho a mis chiquillas, mientras las cuatro familias del Lobby Platanero en Bruselas y sus dirigentes isleños sigan teniendo tanto poder para hacerse con la mayoría de las ayudas del POSEI (141 millones de euros) frente a la mayoría de pequeños productores canarios, tendremos que seguir hartándonos a plátanos. Terminaré colgando una piña grandota en la despensa porque en La Laguna no se da la platanera.

Por mucho que queramos y que nos guste el plátano, no hay manera de comérselos todos. Y miren que lo he intentado, Dios sabe que lo he intentado, pero ella no, de hecho se enfadó espetándome: ¿es que no hay otra fruta en la tienda o qué? Y se lo tuve que confesar: es que tenemos que comernos todos los plátanos que hay en el mercado, porque si no los botan a la PICA, es decir, a la basura. Es que no damos avío con todo lo que producimos. Por eso, varias veces a la semana se los amaso a mis hijos, antes de ir a trabajar me mando uno, en la mochila del colegio de los chinijos les pongo otro, cuando vamos a la playa me llevo una manilla por si se quedan sin energía. También, de vez en cuando, cuando me acerco a un supermercado, cosa rara, compro una bolsita de plátanos desecados y fritos. Cuando toca pella gofio, y siempre siguiendo las instrucciones de mi madre, le echo un plátano, un chorrito de coñac y otro de aceite con sal gorda. También los escacho con galletas algún domingo por la tarde. Pero no hay manera de acabar con el excedente del mercado. Le he subido el potasio a cinco a toda mi familia y, aún así, en Canarias botaremos este año más de once millones de kilos porque hemos comenzado con la PICA un mes antes para, según las dirigentes del Lobby bananero, estabilizar los precios. ¡Coño!, también podrían planificar un poco la producción, pero ¡qué va!, los botan para seguir ganando lo mismo. Es un negocio, no cabe duda. Y claro, nosotros a tupirnos a plátanos para que el mercado no se colapse, ni el banco de alimentos puede absorberlos. En fin, un sinvivir con el potasio por las nubes. Se lo he dicho a mis chiquillas, mientras las cuatro familias del Lobby Platanero en Bruselas y sus dirigentes isleños sigan teniendo tanto poder para hacerse con la mayoría de las ayudas del POSEI (141 millones de euros) frente a la mayoría de pequeños productores canarios, tendremos que seguir hartándonos a plátanos. Terminaré colgando una piña grandota en la despensa porque en La Laguna no se da la platanera.