Cuerpo presente, de Marlon de Azambuja
Espacio Cultural El Tanque, en Santa Cruz de Tenerife
Comisaria: Dalia de la Rosa; hasta el 17 de junio
Visitas de miércoles a viernes, 17.00-20.00, y sábados, 11.00-14.00
El artista brasileño-español Marlon de Azambuja configura en Cuerpo presente una jungla urbana en un espacio destinado otrora al almacenamiento de combustible. La planimetría del Espacio Cultural El Tanque delimita por completo el espacio del que dispone el artista para ejecutar su obra. El verdadero reto para el creador sigue siendo encontrar un modo significativo de hacer prevalecer su ideología artística sobre la potencia y la historia de la estructura de la construcción.
En este sentido, la amplia y activa trayectoria de Azambuja deambula entre los acentos en el espacio urbano en los que, a partir del equipamiento de las ciudades, elabora reinterpretaciones de la situación de este en el tránsito cotidiano. Sin embargo, en esta intervención concreta invierte sus postulados para introducir lo vegetal en lo post-industrial.
Esta presencia natural debe ser tomada con ciertos matices ya que Cuerpo presente no es un simple amontonamiento de macetas sino que las ramas, tomadas de plataneras, se encuentran en un frágil equilibro, atadas a las columnas de hierro forjado del espacio. Su ubicación en las alturas hace del entramado vegetal una sucesión de coronas de flores, esculturas únicas y efímeras, susceptibles de ser borradas por el soplo de la brisa.
Esta sensación se acentúa ya que los ramos están configurados por la limpieza de una plantación, con lo que se exponen secos y con tonos ocres y tímidamente verdosos. La vida y la solemnidad son otorgadas por el magistral uso de la luz que produce sombras chinescas y fantasmagóricas sobre las paredes metálicas del recinto.
La propuesta de Marlon de Azambuja y de la comisaria Dalia de la Rosa imita sin saberlo un escenario post-urbano y semi-apocalíptico y termina por configurar una suerte de ruina vegetal. Las cápsulas vegetales pueblan el espacio mientras la luz tenue del sol y el rumor constante de la estructura los rodean. Incluso el espacio central, predeterminado desde el uso anterior del edificio, mantiene un cierto carácter cultual. La esperanza de un futuro sostenible ya perdido reside en el edificio, como si se hubiera mantenido la esperanza durante largo tiempo y luego se hubiera abandonado. Ello hace que perviva un sentimiento de ritual pagano, un espacio en el que la lógica ha perdido peso y que ahora se vuelve imprevisible.
Cuerpo presente perpetúa una línea de Azambuja que puede apreciarse en la instalación Herencia, ejecutada en 2006 en Patio Herreriano. Siguiendo la línea de grandes autores como Olafur Eliasson, se invita a una reflexión acerca de la sostenibilidad de la actividad humana y la creación de esquemas tanto urbanos como agrícolas derivada de ella. Es una preocupación que, de manera lamentable, se mantiene presente, bien por ignorancia deliberad de la problemática o bien por una alarmante falta de medios para combatirla.