CRÍTICA DE CINE

Los Increíbles no se arriesgan

Fer D. Padilla

Santa Cruz de Tenerife —

- Título: Los Increíbles 2  (2018)

- Dirección: Brad Bird

- Guión: Brad Bird

- Reparto: Holly Hunter, Craig T. Nelson, Bob Odenkirk, Catherine Keener, Samuel L. Jackson

La secuela de la película de superhéroes familiar por antonomasia no puede tener un inicio mejor. El tiempo de desarrollo y la expectativa del público se ven claramente recompensados en unos primeros quince minutos espectaculares. Pixar sabe lo que su público quiere y mejor aún, siempre acierta a ofrecerlo.

Al menos durante un rato. Porque con su transcurso, empezamos a encontrarnos aspectos no tan cuidados, detalles que distraen o son irrelevantes, que desarrollan en nosotros una preferencia por los acontecimientos que rodean a determinados personajes por encima de otros, lo cual hace flaco favor a lo que desenfocamos en nuestra atención en este caso.

Los conflictos entre lo legal y lo moral que aparecen en Los Increíbles 2 cansan. No porque no constituyan diálogos que aporten sustancia a la trama sino por ser dilemas relamidos ejecutados a través de un contexto plagado de películas con el mismo problema.

Junto al debate de justificar o no el ir en contra de la ley a favor de la defensa y el bien común -y sobre todo, familiar-, nos enfrentamos a otra escenificación muy recurrida: el del intercambio de roles entre los cabezas de familia. Interesante, sí. Da mucho juego y es necesario para desarrollar el episodio y educar en temas de igualdad y otras muchas cuestiones sociales.

Sin embargo, no olvidemos que hablamos de Brad Bird (Los Increíbles, Ratatouille, El gigante de hierro) y de Pixar, una de las empresas de animación más creativas y originales -adjetivos que se quedan muy cortos-. Lamentablemente, en esta producción, no arriesga ni de lejos como su fama les precede. Ese es el gran fallo de esta película y la mayor diferencia respecto a su antecesora. Ahí es donde claramente decepciona.

Los Increíbles 2 peca de inocente y tiende exageradamente al conformismo. Hace intentos de querer progresar, tanto en historia como en mensaje, pero lo hace de una forma bastante torpe y costumbrista, lo cual convierte a este filme de genial, revitalizante y prometedor inicio en una secuela más. Una segunda parte que se centra en las nuevas generaciones de espectadores, creyendo asegurado el público ganado anteriormente y, sobre todo, llena de gags que explotan los puntos más excéntricos y característicos de todos los personajes.