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La pretendida diversificación económica por ahora solo se traduce en más dependencia del turismo

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

En el reciente debate sobre el estado de la nacionalidad canaria, el celebrado de martes a jueves de esta semana en el Parlamento de Canarias, el presidente del Gobierno regional, el nacionalista Fernando Clavijo, no paró de referirse a la diversificación económica como un proceso necesario y clave en las islas para construir otra estructura productiva: más compensada, más estable y menos dependiente de las actividades propias del sector servicios, donde lo que más tira del carro, y con mucha diferencia, es el turismo.

Clavijo, en su primera intervención, la del arranque de ese debate el martes, aludió a ese concepto económico en numerosas ocasiones y también enumeró las acciones desplegadas por su gobierno para lograr tan esencial fin, que, como es lógico, no se puede conseguir de un año para otro (la actual legislatura, la de Clavijo como presidente, puso el cronómetro en julio de 2015).

Es demasiado habitual entre los presidentes y políticos canarios el recurso de buscar la solución a los males de la economía isleña en la necesidad de diversificarla, y entonces se ponen a hacer la lista de la compra. Sin duda, se trata de una tendencia muy manida y también del camino en el que siempre se halla consenso político, principalmente tras el desencadenamiento de la actual crisis económica.

Pese a que ya han transcurrido casi diez años desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y todos los ejecutivos canarios constituidos desde entonces han tenido entre sus objetivos irrenunciables el ahora reseñado, de esto, por lo que se ve, no ha habido nada de nada o prácticamente casi nada; tampoco en lo que lleva Fernando Clavijo en el Gobierno regional y ya se le puede medir. Más bien ha ocurrido todo lo contrario: la crisis ha hecho a Canarias mucho más dependiente del turismo y de las actividades productivas propias del sector servicios. Si no lo creen, pasen y vean, que los datos oficiales igual hasta asustan.

En los últimos seis años, de 2010 a 2015, este el más reciente con datos desagregados del producto interior bruto (PIB) regional, el sector que más peso absoluto y relativo gana en las islas es el de los servicios, sobre todo por la continua mejoría del turismo durante los años de esta larga crisis económica.

En 2010, el PIB regional a precios de mercado de la Comunidad Autónoma de Canarias dio la cifra absoluta de 41.249 millones de euros; seis años después, según los datos de Contabilidad Regional de España servidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), esa misma variable se situó en 40.880 millones, algo menos que en 2010 pero ya muy cerca de aquel nivel, a punto de consolidar la recuperación en términos macroeconómicos.

En ese mismo periodo de análisis, el bloque de servicios representó el 30,4% del PIB canario en 2015, dos puntos más que seis años atrás, en 2010, cuando ese nivel era del 28,4%.

Como se aprecia en la tabla del INE (véase el cuadro publicado), el ascenso se produce tanto en términos absolutos como relativos, con 12.424 millones de euros en 2015 (30,4%) frente a los 11.724 de seis años atrás (28,4%).

En cambio, y esta es la parte que sirve para evaluar el trabajo de supuesta diversificación de la economía canaria desarrollado por los distintos gobiernos autonómicos desde 2008 hasta hoy (todos presididos por CC), los sectores productivos llamados a relanzar ese proceso en el archipiélago caen en la misma etapa de estudio, lo que incluye la agricultura, ganadería, pesca y silvicultura (del 1,5% al 1,4%, con 535 millones de euros de aportación al PIB canario en 2015), la industria (del 8,4% al 7,6%, con 3.120 millones en 2015) y la construcción (del 7,1% al 4,5%, con solo 1.855 millones en el mismo ejercicio y cuando, antes del leñazo del ladrillo, sobrepasaba con holgura a la industria pues llegaba a niveles del 10% del PIB regional).

En ese periodo de seis años solo se producen leves mejorías en los grupos de actividades inmobiliarias y en los de servicios profesionales y artísticos, pero esas alzas aportan bien poco a cualquier opción seria de que la economía canaria inicie tan ansiado proceso de diversificación.

No hay huellas de que esto ocurra y, por ahora, tampoco parece que las esté dejando el presidente Fernando Clavijo, por mucho que dijera en ese último debate sobre el estado general de Canarias, como le gusta llamarlo al PP, que sus principales fuerzas están puestas en ello.

La estructura económica de las islas sigue dejando a las claras la extrema dependencia, incluso mucho más acusada, del negocio turístico, algo parecido a lo casi siempre ha ocurrido, desde la conquista y colonización de las islas, con los famosos monocultivos de exportación. A veces del pasado no se extraen las mejores enseñanzas.