El modelo de turismo que se aplica en Canarias no es sostenible debido al contenido de las actividades recreativas que se ofertan y al número elevado de visitantes que reciben las islas, según ha explicado el profesor de la Facultad de Geografía e Historia en la Universidad de La Laguna (ULL) Víctor Martín.
El docente, en una entrevista a Efe, pone de relieve el gran consumo de agua que tiene el archipiélago, un elemento que se emplea en actividades destinadas al turismo como los parques acuáticos, las piscinas y el riego del césped.
Además, ha añadido que el incremento en el uso del agua con destino turístico no está aparejado a la utilización de aguas residuales y a la producción de agua desalada por los agentes turísticos, tanto públicos como privados. Por su parte, la desalación del agua del mar, según Martín, supone una dependencia externa de determinadas tecnologías.
Cuando se produjo el desarrollo turístico inmobiliario del archipiélago se acompañó de una situación “particular” porque las zonas costeras de las islas estaban en manos de grandes propietarios de la tierra, afirma el experto.
Sin embargo, cuando llegó la crisis de la agricultura de exportación, dichos propietarios recalificaron sus bienes para dedicarlos al turismo, asevera Martín, y añade que los terratenientes son también dueños de los recursos hídricos, lo que ha favorecido que el agua agrícola pase a ser de uso turístico.
Esto último condiciona los precios del agua para el consumo de los habitantes de las islas y para el consumo en la agricultura, lo cual afecta a la soberanía de los alimentos.
El docente afirma que la sostenibilidad está reñida con la dependencia de recursos, por lo que habría que conseguir un camino de autosostenibilidad respecto a la producción energética, en el que no se está avanzando.
A pesar de que se han hecho esfuerzos, el experto indica que no son suficientes los avances para el aprovechamiento de la energía solar y eólica, así como para favorecer la cogeneración, la cual consiste en obtener simultáneamente energía eléctrica y energía térmica útil, debido a que, en muchas ocasiones, la administración de estos procesos está en manos foráneas.
“La sobrevaloración del progreso turístico no debería ser el elemento fundamental de la economía en las islas”, indica Martín, un elemento de desarrollo que, junto a la conservación, favorece la sostenibilidad.
El “enorme” peso que este sector tiene en la economía local debería “hacer pensar” a los agentes públicos y privados en diseñar un cambio estratégico del modelo de desarrollo que conduzca a la diversificación productiva, el cual, junto a mayores cotas de soberanía alimentaria, “harían entrar a las islas en los índices de sostenibilidad necesarios”, según el docente.
Los aviones y barcos son fundamentales para el transporte de los turistas que visitan Canarias, los cuales emiten gases de efecto invernadero y favorecen el cambio climático a escala global, aunque en lo local también afectan los coches de alquiler y el abastecimiento del parque de vehículos para los residentes locales.
Por otro lado, la dependencia exterior del archipiélago “en todos los sentidos” contribuye al cambio climático global, señala el experto, ya que la energía, las manufacturas y los alimentos se producen a “miles de kilómetros de distancia y en condiciones de no sostenibilidad para el planeta”.
En relación con la calidad del turismo en las islas, Martín subraya que en países como Estados Unidos, donde el sector tampoco es sostenible, los beneficios económicos que se obtienen por cada visitante son cuatro veces mayores a los que se consiguen en España, y mucho más si se compara con Canarias.
El camino que debería seguir una industria tan importante como la turística es el de la sostenibilidad, afirma Martín, e indica que los visitantes toman cada vez más en cuenta si sus destinos respetan este factor.
El turismo sostenible no afectaría a los beneficios económicos de la industria, explica el geógrafo, y la diferencia de modelo con el turismo de masas reside en la diversificación económica y en la limitación del número de viajeros para que la masificación del sector se acabe.
Añade que si no se cambia de modelo a uno más sostenible “podríamos perder el interés del turista que busca las particularidades del archipiélago, el bienestar de la población local y la conservación de sus recursos”.
De manera natural, el turismo favorece el encuentro de culturas, un fenómeno que se está perdiendo en las islas ya que, por un lado, los visitantes del archipiélago ejercen una función acultural en los habitantes insulares y, por otra, la confección del modelo turístico actual no permite que los anfitriones den a conocer sus tradiciones y costumbres.
Como se fomenta el turismo de sol y playa en Canarias, Martín apunta que los viajeros no salen de los centros urbanos de vacaciones y debido a la carencia de planificación apenas se empapan de la cultura local.
El encuentro cultural supondría, como reconoce el experto, la transferencia de recursos económicos a las áreas que hasta ahora no se han visto beneficiadas por los efectos del turismo.