Hacía mucho tiempo que José Manuel Bermúdez (Las Palmas de Gran Canaria, 1966) quería dejar la política municipal, pero su partido, Coalición Canaria, no se lo permitía. Tiene hambre de poder, de mandar más allá del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, del que es alcalde desde 2011, con un breve paréntesis de un año entre 2019 y 2020, en el que creyó que el mundo se le venía encima. Cuando fue mandado a la oposición se quedó sin nada, sin lo que durante toda su vida adulta había sido su sustento, la política institucional. Para colmo, su partido no le respondió cuando pidió la plaza de senador por la Comunidad Autónoma, cargo que recayó en Fernando Clavijo, derrotado candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma, que eligió el aforamiento nacional (en Canarias desapareció en la reforma del Estatuto de Autonomía de 2018) para que el Tribunal Supremo le descargara de las dos imputaciones con las que comenzó la legislatura, los casos Grúas y Reparos.
Bermúdez se ha guardado la ofensa. Y ahora quiere intentarlo de nuevo. Los planes pasan por dejar el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife después de las elecciones del 28 de mayo. Volar a la política nacional pero sin renunciar a dirigir Coalición Canaria en sustitución de un Fernando Clavijo que necesita inexcusablemente tocar poder para sobrevivir. Los escenarios que maneja y que él cuenta a quien le pregunta en la intimidad son varios pero con los mismos objetivos: tiene que sacar el mejor resultado posible en el Ayuntamiento pero va de número 3 al Parlamento por la isla de Tenerife, lo que le permitiría, en el peor de los casos (no repetir como alcalde), dedicarse a la vida parlamentaria. Pero eso sería un premio de consolación. Si Clavijo no logra entrar en el Gobierno de Canarias ni siquiera como vicepresidente, puesto que hace tiempo que está mendigando al PSOE, y saliera por la puerta trasera de la política, Bermúdez podría reclamar de nuevo para sí la plaza de senador por la Comunidad Autónoma. Pero le apetece más la de diputado nacional por la provincia de Santa Cruz de Tenerife en sustitución de la veterana Ana Oramas.
Es un cargo con galones desde el que él cree que podría hacer los movimientos orgánicos necesarios para hacerse con la secretaría general del partido, lo que también está en su libreta de deseos para la temporada otoño-invierno. Salvo que su actual titular, Clavijo, obtuviera un buen resultado (ninguna encuesta se lo otorga de momento) o lograra copar unas buenas parcelas de poder que ayudaran a satisfacer las ansias de tantos centenares de cargos públicos que se quedaron sin nada tras el desastre de 2019.
Esto significaría que, en el más lejano de los escenarios posibles, abandonaría la política municipal a final de año para presentarse a las elecciones generales ocupando la candidatura que abandonará en esta legislatura nacional la histórica Ana Oramas.
A Bermúdez le sustituiría en la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife el número tres de su lista, Alfonso Cabello, con el que ha hecho muchas migas en este mandato. La sustitución está ya pactada y la ha aceptado -que se sepa de buen grado- la mujer que va en el segundo puesto de la lista, la concejala Gladys de León.
El alcalde Bermúdez lo niega todo: “No voy a dejar la alcaldía, y con mi voto, ni el PSOE ni Podemos obtendrán la alcaldía. Todo lo contrario, a lo que aspiro es a ampliar la mayoría en las urnas para seguir siendo alcalde de Santa Cruz, y para representar a nuestra capital en el Parlamento de Canarias como alcalde”, ha respondido a este periódico al ser preguntado por esta operación multibanda.
“Creo que Tenerife y Canarias no pueden construirse de espaldas a Santa Cruz, como han pretendido estos años los socialistas”, añade para fortalecer su afirmación anterior. “Lo demás son habladurías intencionadas que ponen en circulación otros partidos para intentar desgastarme ante la opinión pública. Es política ficción”.
En su descargo recuerda que son muchos los adversarios suyos y de su partido que han hecho doblete. “Manolo Domínguez”, presidente del Partido Popular de Canarias y candidato a la presidencia del Gobierno, “fue diputado y alcalde de Los Realejos, y Patricia Hernández”, su más directa rival en el Ayuntamiento y también candidata al Parlamento, “fue diputada y alcaldesa de Santa Cruz; por no hablar de Casimiro Curbelo”, presidente del Cabildo de La Gomera y diputado regional, al frente de un grupo parlamentario de tres que ha condicionado la vida política autonómica estos últimos ocho años.
Pero a Bermúdez le parece más relevante que todos esos ejemplos el caso de Pedro Martín, del PSOE, “que se presentó en 2019 a presidente del Cabildo de Tenerife y a alcalde de Guía de Isora a la vez: ya eso es mucho”, recalca.
Ese puesto, el de presidente del Cabildo fue siempre uno de los más deseados por José Manuel Bermúdez, deseoso de abandonar la política municipal para pasar a otras instancias que le permitieran progresar. “¿Yo?”, contesta a esa afirmación, “nunca he optado a nada; otra cosa es que suene mi nombre a todo”, ha respondido a preguntas de este periódico.
Ninguno de los ejemplos aportados por Bermúdez se parecen a sus actuales circunstancias políticas. Parte como favorito a ganar las elecciones en Santa Cruz de Tenerife en dura pugna con la socialista Patricia Hernández, pero tendría que pactar de nuevo con el Partido Popular para mantenerse en el gobierno. Volvería a padecer a la concejala tránsfuga de Ciudadanos Evelyn Alonso, con la que no pudo congeniar estos tres años y que Coalición Canaria ha tenido que colocar en la lista como independiente en cumplimiento del acuerdo que se firmó ante notario en 2019 para que su desobediencia a las órdenes de Ciudadanos permitiera que prosperara la moción de censura que devolvió la alcaldía a Bermúdez.
Sabe que esta será una oportunidad única no sólo para progresar institucionalmente, sino también orgánicamente. Muchas voces dentro de su partido son pesimistas respecto al resultado electoral, y ya son varias las encuestas (esta semana ha sido la de OK Diario) que vaticinan para CC una tercera plaza autonómica por detrás del PSOE y del PP. Las espadas están en alto en el partido y muchas viejas glorias (dícese de las que llevan ya tres décadas tocando poder o sus inmediaciones) se posicionan para optar a la secretaría general de cara a una refundación que parece que tendrá su epicentro en la isla de Tenerife. Bermúdez está y se le espera. O, como dice él, suena su nombre.