Desde la papa hasta el tomate. Muchos son los productos que Canarias y América han compartido a lo largo de su historia. Algunos son habituales en la rutina y el consumo del Archipiélago, otros pasan desapercibidos aunque son fundamentales para recrear el concepto cultural de las islas. En este punto se encuentra el Laurel de Indias o ficus microcarpa, un árbol de origen cubano que decora y da sombra a muchas ciudades emblemáticas canarias. Entre ellas, Santa Cruz de Tenerife, que cuenta con el grueso de 2.700 especímenes de esta serie en sus calles. Sin embargo, desde hace 16 años viven amenazados. El 10% de estos árboles en la capital está enfermo y 40 ejemplares, muertos. “Los árboles muertos tienen riesgos de caer sobre las personas en vía pública”, relató el concejal de Servicios Públicos, Guillermo Díaz Guerra (PP), durante su intervención en el pleno celebrado el pasado viernes en la capital.
Un informe fotográfico llevado a cabo el pasado 24 de abril por la Asociación de Vecinos La Arboleda, en la zona de Salamanca del distrito Centro-Ifara, recoge “numerosas incidencias” en los árboles de la ciudad. En este informe se detectaron problemas de riego y poda, caída de hojas, excrementos de palomas, sangrado de savia lechosa y hongos. En el archivo se especifican los problemas de 250 Laureles de Indias en las calles Rambla de Santa Cruz, Numancia y la Avenida de 25 de Julio, así como en la céntrica plaza de Weyler. Todos son puntos emblemáticos de Santa Cruz de Tenerife. Un mes después, basta con un paseo por la ciudad para corroborar que los problemas permanecen. La situación de la especie arbórea sigue presentando las mismas carencias: sangrado, hongos y zonas sin sistemas de riego.
Este viernes, 28 de mayo, el PSOE presentó una moción al pleno del Ayuntamiento capitalino a través de los concejales Patricia Hernández y Ángel Martín Bethencour. Con tono conciliador, Hernández le solicitó al equipo de gobierno la creación de una comisión de trabajo para gestionar en conjunto la situación del sistema arbóreo en la capital. Alarmada por la posible tala de los ejemplares de ficus enfermos, a la que el responsable del área aludió hace unos días, la socialista insistió en la importancia de preservar los árboles. Tanto ella como Díaz coincidieron en que el Laurel de Indias es parte del “paisaje, patrimonio y modo de vida” de Canarias.
Pero, ¿cuál es el problema?
A pesar de que no es un árbol endémico, esta especie vegetal es parte de la imagen de las islas y de la capital. Para la bióloga Eva Monedero, uno de los problemas de este árbol de Indias o ficus es que ha sido trasladado de su hábitat natural para depositarlo en otro sitio. “La función de estos árboles en las aceras de la ciudad es que den sombra. Entonces el problema sería que el estado de los árboles provoque su caída por estar en malas condiciones”. De este modo, Monedero propone poner árboles mejor adaptados a la zona, cortarlos a medida si hay riesgo de que caigan y priorizar los endémicos de Canarias, que conllevarían una menor inversión. “El principal problema no es que el árbol esté bien o mal, sino que no debería estar ahí”, defiende Monedero.
En su caso, el especialista en promoción de bosques productivos y comestibles y sistemas agroecológicos productivos permanentes Juan Antonio Hernández defiende que los árboles de Indias destacan por la longevidad, su resistencia a la falta de agua y de calor. “El problema no es porque sean de esa especie. Influyen la falta de cuidado, un suelo que ha ido muriendo, una mala calidad del agua, la contaminación ambiental y los tratamientos en la ciudad para detener la propagación de la COVID. Todos esos factores juntos pueden producir una alteración”. La mejor manera de resolverlo, considera Hernández, pasa por tomar una muestra de suelo y analizar cuál es la situación específica de cada árbol.
Para Eva Monedero, el problema tiene un trasfondo mayor: la falta de concienciación ambiental. La bióloga defiende la realización de campañas para que la población “no vea como algo tan malo cortar un árbol que no está en buena situación”, que “acepte que la tala a veces es una opción barajable” y que valore las especies canarias.
Un hongo oportunista
Esta no es la primera vez que la enfermedad ataca al Laurel de Indias. Guillermo Díaz ha afirmado en declaraciones a este periódico que el hongo lleva más de 40 años en Canarias y se manifiesta en los momentos de debilidad de los árboles. Este tipo de germen “puede penetrar por heridas, cortes de poda, picaduras de insectos o aves, hasta que obstruye los vasos”. Tras ello, “la alimentación no llega, no llega el agua, empieza a morir por las copas y empiezan a perder hojas”, relató. En este sentido, el concejal descarta que este hongo genere algún tipo de patología en las personas.
La Asociación de Vecinos de la Arboleda defiende en su informe que es mejor “regar los árboles de Laurel enfermos con agua potable, porque el agua depurada, la que se usa actualmente, agravaría el problema de los laureles por su mala calidad”. En este sentido, la bióloga Eva Monedero analiza que en Canarias la escasez de agua obliga a priorizar: “No tenemos agua como para estar regando árboles”. Además, la especialista revela que un árbol no se debería regar y “si hay que regar en ciudades es porque estás poniendo cosas que no deberían estar ahí”.
La falta de agua, el principal problema
Una veintena de expertos de diversas áreas y de todas partes de España han investigado en Santa Cruz por qué se producía la muerte de este ficus, según declaró Guillermo Díaz. “Había muchas líneas de investigación. Descartamos el envenenamiento, la presencia de metal pesado en el agua y la contaminación. A priori todo apuntaba a una relación con el déficit hídrico de las raíces”. El responsable del área fecha las primeras muertes de árboles en la capital en torno a 2005. “Este hongo aprovecha los momentos de debilidad para ”atacar, penetrar y empezar a matar árboles, son hongos oportunistas“, relató.
Entre los profesionales consultados por el Ayuntamiento, según la moción presentada por el PSOE, se encuentra el arbolista Josep Selga. Patricia Hernández recalcó durante el pleno que en el informe de Selga los hongos se estudiaban como una “consecuencia” y no una causa de la enfermedad. En este punto, los hongos saldrían por la falta de nutrientes. La causa de la enfermedad es, según el informe citado por el Partido Socialista, la “insuficiencia de agua”. La solución: “más agua, más veces”.
En este argumento se sitúa también el experto bosques productivos Juan Antonio Hernández, quien afirma que “normalmente una especie arbórea o cualquier especie vegetal si está bien nutrida tiene mayor resistencia y, si está malnutrida, es normal que le afecten hongos, bacterias o que atraigan a más plagas”. En este caso, el riego y el estado del suelo son fundamentales: “Si cultivamos un buen suelo no vamos a tener muchos problemas”.
La concejala de Unidas Podemos en el organismo municipal Dolores Espinosa Padilla advirtió durante el pleno que “no se podía perder un árbol más”. La edil afirmó durante el acto que hace unos años se talaron varios árboles en la calle Méndez Núñez y eso supuso el incremento de la temperatura en tres o cuatro grados. En su intervención, Espinosa citó el informe del ingeniero agrónomo Alexander Doble. Según sus palabras, este especialista advirtió que las causas que han provocado los daños han sido variadas. Entre ellas, “la poda inadecuada, las condiciones climatológicas, así como obras que han dañado tanto las raíces como las bases de los troncos y que fomentan la entrada de patógenos, además de las presencia adversa de fructificaciones de hongos y exudados”. En este sentido, el responsable de Servicios Públicos señaló también a la orina de los animales de compañía como un problema para las palmeras de la capital. Mientras que, Dolores Espinosa apuntó que la orina de seres humanos también está afectando a los árboles de Santa Cruz.
Aunque el documento de La Arboleda también señalaba a los excrementos de las palomas como un problema para los laureles de indias, Juan Antonio Hernández lo descarta. Para este experto, las palomas no implican directamente un problema para el árbol. “La presencia de palomas y otros tipos de aves ha existido siempre y no ha habido mayor anomalía”, sentencia. De este modo, que los árboles se encuentren “aprisionados en las aceras, la falta de sustratos y la contaminación son puntos más influyentes en la salud del árbol”, señala el especialista. Para él, “los árboles son sumideros de carbono hasta cierto punto”. En este sentido, su papel en la lucha contra la contaminación se ve condicionado con la salud y calidad de vida de los árboles.
El estrés hídrico o la calidad del agua
El informe recogido por la Asociación de Vecinos La Arboleda afirma que el agua potable de Santa Cruz de Tenerife tiene unos datos de riego “no idóneos”. En él, mencionan que, aunque los valores de PH deberían estar entre cinco y siete, en la capital se suministran con parámetros de nueve. En relación a ello, Hernández afirma que el mejor PH para cultivar “cualquier especie vegetal es el neutro, es decir, que no sea ácido ni alcalino”. Para el medioambientalista, uno de los motivos de la enfermedad de estos árboles puede ser el agua que se utiliza: “Si es un agua pesada o tiene determinados componentes pueden influir directamente en la salud de los árboles”, explica. En esta línea, el uso de desinfectantes como el cloro, empleados en el último año para prevenir la propagación del coronavirus, también pueden ser determinantes en la situación de estas especies.
Mientras tanto, Guillermo Díaz acusa también al estrés hídrico, o falta de agua, como la causa de la enfermedad de estos árboles, pero señala a múltiples factores, entre ellos al cambio del viento en los últimos diez años. Según su versión, el viento ha disminuido mucho la humedad relativa y ha hecho que los árboles exuden “muchísimo más, por lo que pierden mucha agua”. En este sentido, ha afirmado que se van a “respetar a todos los árboles que aunque estén muertos no tengan riesgo de dañar a nadie”. Para atajar la situación, el organismo municipal ha optado por contratar a un arbolista técnico. Por el momento, la solución pasa por un proyecto piloto que, a grandes rasgos, consiste en la inyección de 50 litros de agua en agujeros separados entre sí y en un sistema vallado y con carteles informativos para ver cómo evolucionan los árboles. Una iniciativa que, de funcionar, salvaría la vida, por el momento, a los árboles enfermos de la capital. Frente a la petición del PSOE de crear una comisión para el proyecto, el concejal presentó una enmienda a la moción a partir de la que se compromete a informar a los grupos del Ayuntamiento de cómo evoluciona el plan.