Una relación amorosa no parte de cero, sino de los apegos vividos desde la infancia y a lo largo de toda la vida. Todo ello repercute en las relaciones de pareja que se conforman, sostiene la psicóloga Indira Alcalá. En estas relaciones, añade, hay apegos saludables y adecuados, mientras que otros no lo son tanto. La profesional del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife Indira Alcalá, terapeuta sexual y de pareja, describe los tres tipos de apegos que existen en la pareja.
El apego ansioso o inseguro
Una pareja insegura, poco a poco y casi sin darte cuenta, te va coaccionando con sus propias ansiedades, miedos y desconfianzas. Necesita muestras de amor casi constantes. Comienzas a sentirte obligado a tener que demostrar que la amas o lo amas. En ocasiones, incluso el acto sexual es casi como una manifestación de propiedad, más que de verdadero cariño. El apego ansioso hace que la pareja manifieste comportamientos de control. Se preocupa por cosas sin importancia, imaginando que algo malo ocurre en la relación y que lo van a dejar. Los cambios inesperados de humor es otra de las características y hace culpable a la otra persona de ello. Usa la manipulación emocional como arma sutil y efectiva, y los ultimátums de todo o nada, o incluso se hace la víctima para conseguir sus propósitos. Atención, porque estas se pueden convertir en relaciones peligrosas o tormentosas.
El apego distante o frío
La clásica persona que necesita espacio para sí misma. No es que evite el compromiso, sino que solo se muestra menos cercano y le cuesta la intimidad afectiva. Una característica común es la falta de empatía: no son muy buenos percibiendo ni comprendiendo las emociones de la pareja. No logran identificar las necesidades o los problemas que pueda haber. Les importa la pareja y la relación, pero carecen de las habilidades para conectar con las emociones con facilidad.
Suelen ser personas que disfrutan sus ratos de soledad. No necesitan cercanía y demandan espacio. Les abruma que la pareja pase ese límite. No son muy expresivos emocionalmente.
Tienen un ideal de pareja perfecta. Ponen un listón tan alto que es muy difícil alcanzarlo, lo cual genera mucho sufrimiento. Además, tienden a señalar los defectos de la pareja. No suelen reconocer sus errores; todo lo contrario, la culpa de que la relación no funcione suele ser por la exageración emocional de su pareja. Esto no significa en absoluto que no quiera a su pareja; se trata, simplemente, de que su forma de hacerlo no se corresponde con la de la pareja. Suelen preferir la soledad.
De ahí que habitualmente eviten los compromisos serios y prefieran las relaciones esporádicas.
El apego seguro
Las personas que edifican su relación de pareja basada en un tipo de apego seguro son las que más estabilidad y crecimiento afectivo y empoderamiento personal suelen conseguir. Tiene como raíz la confianza mutua. La confianza es lo que facilita que la relación germine, crezca y se desarrolle. Una persona que confía en sí misma no tiene miedo al compromiso y es capaz de diseñar un proyecto de futuro con la persona que ama. No manifiesta celos. No tiene la necesidad de controlar a la pareja porque confía en ella. Vive en el presente y no piensa en fracasos anteriores o crea historias que no están ocurriendo.
A su vez, creen necesario disponer de su propio espacio personal, pero son capaces de construir otro en pareja, conciliando intereses, conscientes de la importancia de este espacio común. Saben dialogar y discutir con respeto, desde la cercanía, reflexión y empatía. Comprenden que las diferencias son habituales en toda relación de pareja.
No manipulan, no hay egoísmos. Saben escuchar activamente y no crean desconfianzas. Reconocen sus errores, saben que no existen culpables sino responsables y que todos deben asumir su responsabilidad. Se preocupan diariamente en conseguir acuerdos. Cuidan a la persona que aman. Saben que la relación va cambiando, que los acuerdos se vuelven obsoletos y que de cuando en cuando deben ser revisados.
“En realidad, todos tenemos algo de los tres tipos de apego. Dependerá del ciclo de vida de cada pareja, de los retos y circunstancias que nos toque vivir. Ahora bien, lo deseable es que el eje básico sea siempre un apego seguro, digamos que el 80%”, advierte la especialista Indira Alcalá, que anima a preguntarse: “¿Cómo amas?, ¿cómo te aman?”.