La librería Islátika, un nuevo sueño literario en las calles de Santa Cruz

Las historias de cómo se hacen los sueños realidad son tan variopintas como personas soñadoras existan. En el caso del sueño de la nueva librería santacrucera Islátika la perseverancia, el compañerismo y la ilusión de volver a empezar son los ingredientes clave para que el miércoles 24 de julio abrieran sus puertas por primera vez.

Sin embargo, no fue el primer libro que vendió Antonio González García, encargado principal de la tienda, ni tampoco para el resto de sus compañeros. Su bagaje viene de mucho más atrás, cuando la librería La Isla les dio su primera oportunidad en el sector. Antonio González llevaba 25 años trabajando con ellos, y algunos compañeros contaban casi 30. Es por esto que cuando La Isla anuncia su cierre definitivo en febrero de 2019 y González junto con sus compañeros se ven sin lo que fue casi su hogar decidieron poner en marcha el proyecto de abrir una librería todos juntos.

“Yo caminaba por la ciudad y todo el mundo me conocía. Me paraban para preguntarme dónde iban a comprar los libros ahora, todos desanimados. Porque sí, hay muchas alternativas, pero nuestra variedad era muy famosa en esta ciudad”, cuenta Antonio González.

La idea que desarrollaron no era más que un reflejo de esa entrañable librería, con un amplio abanico de posibilidades para sus clientes de siempre. No fue nada fácil dar los primeros pasos. Tocaron muchas puertas presentando su sueño de la forma más atractiva posible, pero recibieron muchas negativas por parte de grandes empresarios del Archipiélago. “Hizo falta muchísimo dinero y hablamos con muchas personas hasta que al final encontramos a un señor que tiene mucha experiencia en el sector y nos dio la oportunidad de sacarlo. Le encantó la idea desde el minuto uno y ha invertido mucho capital, porque nos contrató y ha estado pagando nuestro salario desde que empezamos a trabajar a puerta cerrada”, comenta el encargado.

Para él, la clave es moverse continuamente y no esperar a que todo venga solo. Con los ojos un poco aguados, Antonio González rememora el miércoles pasado cuando, poco a poco, los ciudadanos de la capital iban entrando y los reconocían inmediatamente a todos. “Teníamos hasta ganas de llorar porque es como estar en familia”.

Propuesta de valor

Lo cierto es que este grupo de libreros no solo presentaron un modelo de negocio rentable, sino que contaban con el valor añadido de la larga experiencia en el mercado del libro y la atención especializada ante la demanda de libros. El encargado es perfectamente consciente de las dificultades por las que pasa este sector, pero se muestra muy optimista: “No solo se vive de la gente de a pie, las instituciones públicas y los colegios son muy importantes y aportan lo que falta cuando los clientes no cubren los gastos. Hay que moverse y no podemos esperar a que la gente llegue a salvar el mes”.

Se aventuran de lleno en la venta exclusiva de libros de todos los géneros, siempre jugando con las dimensiones del local. No obstante, su filosofía de ser un punto de referencia donde encontrar rarezas literarias hace que trabajen bajo pedido, llegando incluso a conseguir ejemplares en el extranjero. Por otro lado, apuestan fuertemente por la sección de idiomas, con una gran variedad de los mismos. Van más allá de los libros de texto que encargan las escuelas y academias, y cuentan con libros de gramática, actividades prácticas y pasatiempos para que el aprendizaje de idiomas como italiano o mandarín sea mucho más ágil.

Por supuesto, no se olvidan de la sección de novedades, puesto que detectan que la gente espera fervientemente los nuevos lanzamientos de escritores de renombre. Lo mismo está ocurriendo con el sector infantil y juvenil con la oleada de youtubers. “Hay que tener en cuenta que para cada libro hay un cliente y no es bueno definirse con un género determinado para que las personas sepan que van a encontrar lo que buscan en nuestro establecimiento”, explica González, siempre conectado con la esencia de Islátika.

Es consciente de que hoy en día existen muchos formatos de librerías e incluso muchas que están especializadas en determinados temas o tipos de libros, y precisamente por eso, ellos deciden cuidar mucho su variedad “para que el cliente encuentre siempre lo que busca”.

Antonio González tampoco le teme a la era digital. Para él, la cultura del libro físico está retomando su fuerza entre los lectores. “Con tantos años de experiencia, hemos visto que la moda de lo digital ha pasado a segundo plano y el placer de pasar las páginas, oler el aroma a nuevo no lo sustituye la tablet”, comenta.