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El último informe sobre el monumento a Franco en Santa Cruz de Tenerife oculta que ensalza la ‘victoria’ del dictador

Monumento a Franco en Santa Cruz de Tenerife

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

La polémica por el monumento a Franco en Santa Cruz de Tenerife se ha avivado en los últimos días tras conocerse las conclusiones de dos de los informes encargados por el Ayuntamiento (gobernado por Coalición Canaria) con el objetivo de que se busquen valores culturales y artísticos y evitar así deshacerse de la escultura. Tanto la Academia de Bellas de Artes como el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (Cicop) han concluido que sí que existe valor artístico en la obra. Sin embargo, si se examina este último dictamen, se observa que en ningún momento se hace referencia a por qué fue erigido, ni qué representa. Comienza hablando de “informe relativo al conjunto escultórico de Juan de Ávalos situado en la confluencia de la Rambla de Santa Cruz y la Avenida Francisco La Roche” y nunca se refiere a él como “monumento a Franco” o como su nombre oficial desde 2011: “Monumento a la Victoria”.

El abogado que interpuso la demanda contra el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Eduardo Ranz, subraya que “hacer un informe sobre un monumento franquista sin indicar que es un monumento franquista es papel mojado”. Además, explica que el CICOP no es el más idóneo para elaborar un informe de este tipo, que debería contar con la visión de expertos en memoria histórica.

“No es una prueba pericial”, destaca Ranz, que subraya que el juzgado no puede dar validez a cualquier estudio. “Es como si para tramitar una incapacidad por un problema en la rodilla no presento un informe ratificado por un médico de la seguridad social”, señala para insistir en la idea de que no es un organismo idóneo. Sí sería competente, por ejemplo, el estudio elaborado por una universidad pública que tenga en cuenta todos los aspectos.

Mantener simbología franquista en los espacios públicos vulnera la Ley de Memoria Histórica desde hace diez años y desde hace cuarenta el Código Civil ya que “los honores y distinciones tienen eficacia jurídica mientras haya vida, en el momento del fallecimiento deben ser retirados”. La norma estatal, en su artículo 15, refleja que los monumentos pueden mantenerse en el caso de que existan razones artísticas protegidas por la Ley. Sin embargo, este monumento no está recogido como Bien de Interés Cultural y en todos estos años el Ayuntamiento no se había planteado su eliminación o su traslado.

Un monumento que nunca ha sido BIC

Ranz explica que ahora no se podría plantear como BIC porque hay abierto un procedimiento judicial. Además, recuerda que el pasado mes de noviembre envió un requerimiento formal al consistorio con el fin de que elaborara un catálogo de vestigios de los símbolos de exaltación franquista, pero al no tener respuesta inició un recurso contencioso administrativo. El Ayuntamiento tampoco ha incorporado ninguna alegación, sino que ha designado a un abogado, motivo por el que el letrado madrileño ha ratificado su demanda.

La presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Tenerife, Mercedes Pérez, recuerda que el monumento fue inaugurado en 1966 en conmemoración al dictador y pone en duda sus cualidades artísticas en tanto que nunca ha sido declarado BIC. En este sentido, recuerda que el Ministerio de Cultura dispone de un informe elaborado tras la entrada en vigor de la ley por una comisión técnica en el que se refleja que “los monumentos que no son BIC se pueden quitar”.

No obstante, añade que si finalmente se concluye que debe mantenerse la asociación no se conformará “con un cambio de nombre”. La presidenta señala que, en ese caso, debe realizarse un museo de sitio en el que se explique qué ocurrió, algo que sí propone el informe del CICOP, aunque en todo momento obvia mencionar la dictadura.

Mercedes Pérez recuerda que en la capital tinerfeña hay configurada una comisión sobre memoria histórica en la que están presentes distintas asociaciones. Explica que se sacó a concurso público la elaboración de un estudio de las calles y monumentos de exaltación franquista pero que hace ya meses que debería haber empezado a trabajar y el proceso se ha ralentizado por los trámites burocráticos.

Santa Cruz de Tenerife sigue por tanto sin hacer sus deberes en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Aparte de estos dos informes, hace unos meses el alcalde aseguró que se encargaría otro a la Universidad de La Laguna. El último pronunciamiento de José Manuel Bermúdez en este sentido fue este mismo jueves cuando aseguró que dejaría la decisión en manos del área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife, de la que es titular el PSOE (que gobierna en pacto con Coalición Canaria). Desde la oposición en esta Corporación ya se ha pronunciado el PP que defiende que esta estatua se mantenga.

“Por la regla de tres de la gestión ideológica del patrimonio muchas ciudades europeas estarían hoy devastadas por el pico y la pala”, destacó la consejera popular Ana Zurita para quien el escultor de la obra es “máximo representante del arte contemporáneo”.

No es el único tropiezo que tiene el PP con respecto a este monumento. Paseando junto a él fue grabado en vídeo el ya expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, un vídeo difundido a través de la cuenta de Twitter del partido.

Las dudas que se pudieran generar en torno al significado del monumento pueden despejarse con ver la crónica de su inauguración en el año 1966 y que se recogió en el NO-DO de la época. En el vídeo se narra que centenares de ciudadanos de toda Canarias se congregaron en este acto en honor al monumento que “conmemora la partida del generalísimo Franco, que cuando era capitán general de Canarias salió de aquí para coordinar el Movimiento Nacional”.

En esa crónica también se destacó que la obra fue costeada por los tinerfeños por suscripción popular y que en los discursos de las autoridades provinciales y el ministro de Comercio se ensalzaron los episodios de aquella jornada. Un acontecimiento que además culminó con una ofrenda en la que no faltó “un olivo, como símbolo de paz, el roble de la fortaleza y el laurel de la victoria”. Se subraya además que el acto constituyó una “cordial prueba de adhesión de los isleños” a la figura de Franco.

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