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Valientes que dejan su sangre en tiempos del coronavirus

Bolsa con el resultado de una donación de sangre en un punto de extracción en Santa Cruz de Tenerife.

Antonio Vacas

Santa Cruz de Tenerife —

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El sistema público de salud es esencial para salvaguardar vidas. Esa es una realidad que se ha revelado con toda su crudeza y dolor en estos tiempos del coronavirus. Al tiempo que se ha disparado el número de contagiados y fallecidos ha crecido una suerte de admiración y reconocimiento social generalizado, nunca antes visto, por la labor de aquellos que trabajan en el mismo ojo del huracán: personal médico y de enfermería en primera línea (colectivos que acumulan el mayor número de afectados) pero también celadores, personal de limpieza, técnicos o administrativos, irremplazables a la hora de mantener esta maquinaria vital operativa.

No obstante, existe un grupo de valientes cuya labor en la sombra transcurre con frecuencia desapercibida para la mayoría –no así para los profesionales del sector- y que resultan imprescindibles con su contribución al sistema, dejándose día a día la sangre para asegurar el funcionamiento de los hospitales. Y esto es algo literal. Son los donantes de los bancos de sangre, un tesoro aún más preciado en la actual coyuntura de crisis.

En este sentido, si en condiciones normales la oferta de sangre en Canarias cubre con ciertas dificultades la demanda de la red de hospitales y clínicas, el escenario presente derivado del estado de alarma sanitaria y el confinamiento domiciliario de la población invitaría a la preocupación. Sin embargo, y sin lanzar las campanas al vuelo, las campañas intensivas promovidas por el Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia (ICHH) del Gobierno de Canarias, y la “generosidad demostrada” por los donantes isleños habituales están permitiendo solventar las expectativas más pesimistas, según confirma Elsa Brito, responsable de Comunicación y Márketing del ICHH.

El promedio ideal de donaciones en Canarias se sitúa en torno a las 300 diarias, nivel que desciende, en ocasiones de forma dramática, en las vacaciones y festivos hasta por debajo de las 200 donaciones. Este era el panorama que se dibujaba en el archipiélago tras el paso de las navidades, carnavales y los recientes episodios de calima. Pero es aquí cuando la implicación de los donantes de sangre ha sido ejemplar posibilitando que la disponibilidad actual se encuentre sobre las 220 diarias. Estos datos son “mejorables pero muy buenos, a tenor de las circunstancias previas, que eran muy complicadas”, señala Brito, si bien precisa que Canarias es autosuficiente en este capítulo.

Este colectivo de héroes anónimos ronda las 11.000 personas en las Islas, según los últimos datos sobre donantes que maneja el ICHH, y son los que mantienen activos los diferentes puntos de extracción de sangre distribuidos por la geografía regional. “Nos ponemos en contacto con ellos para coordinar su desplazamiento a los puntos de extracción de la forma más organizada posible y evitando aglomeraciones”, apunta la portavoz del servicio, quien resalta la importancia que tiene la continuidad de mantener las donaciones en cualquier circunstancia.

Los pacientes no pueden esperar

Es por ello que el ICHH ha activado la campaña #ExcepciónExcepcional, en la que se insta a los residentes en las Islas a acudir a los puntos de extracción en estos momentos de confinamiento domiciliario por la declaración de estado de alarma por el coronavirus. “Donar sangre es una de las razones permitidas para salir de casa con las debidas precauciones, porque los pacientes no pueden esperar”, afirma Brito, quien insiste en solicitar el apoyo ciudadano, donantes habituales o no, para cumplir con ese ejercicio de solidaridad.

Para ello, y en el caso de personas interesadas en acudir a donar (al margen de las registradas y contactadas por el ICHH), esta institución cuenta con un número de atención al que dirigirse (900 234 061, de 9.00 a 22.00 horas). “En este servicio se realiza un breve cuestionario para comprobar que se reúnen los requisitos para donar y se le dirige al punto de extracción más cercano. De esta manera, precisa Elsa Brito, se hace un filtrado para confirmar los potenciales donantes reales y se facilita la atención a los mismos, coordinando afluencias y evitando aglomeraciones y pérdida de tiempo”.

Cada donación de sangre implica prestar unos treinta minutos de nuestro tiempo (entre la extracción y la recuperación, que incluye un refrigerio) y algo menos de medio litro de nuestra sangre (450 ml). Pasado ese intervalo, el donante puede continuar con sus quehaceres habituales. Los cálculos realizados por la Federación Española de Donantes de Sangre señalan que el 34% de la sangre extraída se emplea para casos de oncología, el 25% para intervenciones quirúrgicas, un poco más del 20% para crónicos y transplantes, el 15% para atender casos de anemia y otro 5% en obstetricia y paritorios. Las cirugías generales absorben entre dos y cinco bolsas, según los casos, cifra que se llega a doblar en operaciones sujetas a mayores complicaciones.

El mayor número de donaciones –y también las más demandadas- son de los grupos sanguíneos A+ y O+ (casi tres cuartas partes del total entre ambos) y los hombres representan en torno al 56% de los donantes, según los registros de la Federación de Donantes, que atestiguan igualmente que por segmentos de edad son las personas entre 31 y 45 años los principales aportantes. Por sus características fisiológicas, los hombres pueden hacerlo hasta cuatro veces al año y tres veces las mujeres.

De la sangre extraída en una donación se obtienen una bolsa de concentrado de hematíes, otra de plasma y una tercera de concentrado de plaquetas, para los usos específicos que sean necesarios. La sangre caduca –motivo por el que resulta fundamental que las extracciones sean constantes- y su vigencia oscila entre los 5-6 días de las plaquetas hasta los 42 días de los hematíes.

Para donar, siempre de forma voluntaria y no retribuida (es un acto de solidaridad ciudadana) hay que ser mayor de edad y menor de 65 años, superar los 50 kilos de peso, tener un buen estado de salud y no estar embarazada o hasta transcurridos seis meses del parto, así como tampoco tener síntomas respiratorios o haber estado en contacto con personas con coronavirus. A lo anterior se suma la prohibición de haberse hecho tatuajes o piercing en los últimos cuatro meses, estar en tratamiento con insulina, haber sufrido hepatitis C (tampoco hepatitis B en algunos casos), y no haber transcurrido entre una semana y cuatro meses de tiempo desde una cirugía menor o mayor, respectivamente. En caso de haber viajado al extranjero hay que esperar un mes para donar si la procedencia es extraeuropea y cuatro meses si se trata de países con riesgo de malaria o chagas. También hay una restricción si se ha estado en el Reino Unido hasta doce meses (aunque sea de forma discontinua) entre 1980 y 1996, por la eventual incidencia en esta población de la enfermedad de Creutzfeld-Jakob (derivada del mal de las vacas locas). Es necesario, además, informar antes de la donación sobre el consumo de medicamentos, vacunas y prácticas de acupuntura, para confirmar la idoneidad de la misma.

En la página web www.efectodonacion.com se desglosa la distribución de los diferentes puntos de extracción, fijos y de plaquetas diseminados a lo largo del archipiélago, horarios de atención y los supuestos en los que se requiere concertar cita previa.

Dificultades para aumentar las donaciones

Canarias se encuentra a la cola entre las comunidades autónomas en tasa de donantes de sangre en relación a su población, con un promedio que se sitúa en torno a los 30 donantes por cada mil habitantes, según datos recopilados por la Federación Española de Donantes de Sangre, de 2018. La tasa a nivel nacional en ese mismo período ronda los 36 por mil, mientras que Extremadura y Castilla-León lideran el ránking español por encima de los 44 donantes por cada mil habitantes.

Varias causas explican esta realidad:

Un territorio fragmentado, el insular, que dificulta y encarece la gestión y aprovechamiento de los recursos destinados a este cometido.

La ausencia de una red de asociaciones sociales, colectivos o hermandades dedicadas a incentivar y organizar campañas de donaciones, a modo de apoyo de la labor de las administraciones públicas, modelo que sí se da en otras regiones.

El peso relativo de la población extranjera entre los residentes en las Islas, superior en el caso de Canarias y Baleares –también con bajas tasas de donaciones- que en el promedio nacional. Se trata, por lo general, de personas menos integradas o desconocedoras muchas veces –incluso por el idioma- de determinadas realidades sociales de los territorios que habitan, como podría ser la cuestión que nos ocupa, circunstancias que afectan a su papel como donantes. En el caso de los británicos existe también una restricción para su consideración de donantes por su exposición a la enfermedad de Creutzfeld-Jakob (versión humana del llamado mal de las vacas locas.

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