Canarias vivió dos olas de calor el pasado julio, algo que no sucedía desde 1975, según informa la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en las redes sociales.
La temperatura máxima de la primera ola, del 9 al 11 de julio, ascendió a los 37.6 grados, la segunda más alta de las 41 registradas desde 1975, solo por detrás de la del 25-27 de julio de 2012, que fue de 39 grados, mientras que la anomalía de la ola (5.6 °C) fue la duodécima más alta desde 1975.
Dentro de este primer episodio de ola de calor se registró un pico de 42,8 grados en las estaciones de Lomo Pedro Alfonso-San Bartolomé de Tirajana (mínima de 31.1ºC) y de Agüimes-El Milano (mínima de 33.8ºC); y también se superaron los 40ºC en las de Tasarte, Mena, Las Tirajanas, Centro Forestal Doramas y Morrojable.
La segunda ola de calor del pasado julio fue “menos intensa”, señala Aemet Canarias, como así lo atestiguan los dos valores relativos a los dos indicadores de referencia para estimar su magnitud: máxima de 32.5 grados, la vigésimo tercera más alta de la serie histórica, y la anomalía de la ola, de 3.8 grados.
En esta segunda se alcanzaron los 43.4 grados en el aeropuerto de Lanzarote.
La Aemet señala que uno de los principales problemas al hablar de olas de calor es que no existe una definición única y precisa del término. Se trata de episodios de temperaturas anormalmente altas, que se mantienen varios días y afectan a una parte importante de la geografía. La cuestión es determinar qué valor tienen que alcanzar las temperaturas para poder considerarse ola de calor, cuántos días tienen que mantenerse y qué superficie tiene que verse afectada.
Esa imprecisión en el término, indica la Aemet, da lugar a interpretaciones subjetivas de estos episodios, sobre los que “en muchas ocasiones” existe “una tendencia a exagerar sobre el tema”.
La Aemet recalca que “es normal que haga calor” y no se puede hablar de una ola cuando las temperaturas, aún siendo altas o incluso muy altas, sean relativamente habituales en el periodo estival.
Cita como ejemplo que en Sevilla aproximadamente el 60% de los días de julio y agosto se registran máximas por encima de 35ºC y el 25% por encima de 38ºC. Por tanto, un día con una máxima de 38ºC en Sevilla será un día muy caluroso, pero no lo suficiente como para ser candidato a ola de calor en la localidad.
Por el contrario, en Molina de Aragón la temperatura máxima absoluta registrada hasta la fecha es precisamente 38ºC, por lo que una máxima de esta magnitud sí podría formar parte de un episodio de ola de calor.
Tras probar con distintos umbrales, el criterio elegido por la Aemet es considerar como ola de calor un episodio de al menos tres días consecutivos en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000.
Los datos de Canarias se procesan de manera independiente, pero con una variación respecto al criterio general, ya que al utilizarse solamente seis estaciones, bastaría con que uno de los observatorios registrase un episodio cálido para que se considerase ola de calor en el archipiélago.
Por ello, en Canarias se exige que sean al menos dos las estaciones que registren un episodio cálido para que constituya una ola de calor.