La sala de lo militar del Tribunal Supremo (TS) ha ratificado la suspensión durante quince días de empleo y sueldo a un mando de la Guardia Civil destacado en La Gomera al considerarlo autor de una falta grave que consistió en embriagarse y mostrar una actitud “indigna” que afecta a la imagen del cuerpo.
El Tribunal Supremo concluye que, aunque los hechos se produjeron cuando estaba de paisano, el acusado fue reconocido por varias personas y además se identificó como miembro de la Benemérita, e incluso dijo que era “el que mandaba”, de manera que mostró un comportamiento “indecoroso e insolente que empaña el buen nombre y prestigio de la Guardia Civil”.
Los hechos se remontan a la madrugada del 19 de diciembre de 2019, cuando el sargento de la Guardia Civil que ejercía de comandante del puesto de San Sebastián de La Gomera se encontraba de paisano en un bar de Valle Gran Rey.
Después de estar dos horas consumiendo bebidas alcohólicas presentó “evidentes signos de embriaguez como habla estropajosa, problemas para mantenerse en pie, falta de coordinación y de reflejos, mirada perdida y dificultad para hablar”.
En varias ocasiones se dirigió a la dueña del local insistiendo en que podía cerrarle el establecimiento si se comprobaba que a la puerta del mismo se vendía droga, añadiendo “de forma repetitiva y cargante”, que si tenía algún problema lo llamara a él personalmente.
La propietaria se puso en contacto con el 112, lo que permitió que se personaran en el establecimiento el capitán del puesto de San Sebastián y un sargento del Seprona, que lo trasladaron a su domicilio.
Una vez abierto el correspondiente expediente disciplinario, la propietaria alegó que el acusado le dijo que estaba en ese local porque sospechaba que se estaba consumiendo y vendiendo droga y se producían altercados.
Añadió que llegó a entender que su insistencia en verse con la mujer a solas y que se comprometía a no cerrarle el local, en realidad eran insinuaciones para que se acostara con él.
La propietaria declaró que el guardia civil “se identificó como el que manda en San Sebastián, como el que manda en toda la guardia civil y le enseñó una documentación”.
Apunta que a la hora de haber llegado presentaba evidentes signos de embriaguez hasta el punto de que no podía ni hablar, e insistía constantemente en que si no colaboraba con él le iba a cerrar el bar.
Era tal el acoso que sufrió la mujer que prácticamente le resultaba imposible trabajar.
“Cada vez que iba a atender a los clientes me llamaba y me pedía otra consumición más de ginebra. Rompió una copa al brindar con un amigo y pidió otra. Su actitud era muy chula”, agregó la propietaria del local.
Los miembros de la guardia civil que fueron a ayudarlo certifican que el acusado se encontraba en estado de embriaguez y que, pese a ello, cuando llegaron estaba a punto de coger su coche.
A pesar de que dijeron que era una persona responsable y trabajadora o que se negara que estuviera borracho, ni que amenazara con cerrar el establecimiento ni que hubiese hecho alguna insinuación a la dueña del local, lo cierto es que los tribunales dan por válidas las manifestaciones de la propietaria que califican de “firmes, prolijas y detalladas”.