Expertos muestran la otra cara del turismo en Canarias: “Es como el cuadro de Saturno devorando a su hijo”

Dácil Jiménez

Santa Cruz de Tenerife —
14 de junio de 2024 20:49 h

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La falta de gestión, el deterioro de los ecosistemas, la depredación del litoral y la pérdida del valor añadido que supone la naturaleza de Canarias para quienes visitan el archipiélago son algunos de los problemas más acuciantes en relación con el turismo de masas en las Islas. Así lo han expuesto este viernes el documentalista Felipe Ravina, la catedrática en Geografía Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Emma Pérez-Chacón, y el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Matías González, en el I Foro Internacional de debate Presente y Futuro del Turismo de Canarias, organizado por Canarias Ahora y la Fundación Diario de Avisos, y patrocinado por Promotur, Lopesan Hotel Group y Spring Hotels.

Ravina comenzó afirmando que, tras escuchar a los intervinientes del sector turístico, quería dejar claro que respecto al futuro de Canarias, el turismo y el 20A, “no hay que buscar enemigos, sino trabajar en conjunto”, y expuso “para dar un poco de perspectiva” los datos de visitantes de países como Brasil o Argentina, o archipiélagos como el de Galápagos, todos con un número de turistas muy inferior al de Canarias. Con ello quiso reivindicar que el número “se nos ha ido totalmente de las manos”, lo que está afectando no solo a los espacios naturales sino también “al modo de vida” de la gente en las islas, ya que “hay seis turistas por cada residente”. Al final, explicó, “es un problema de número, porque este es un territorio limitado, con unos recursos limitados”.

Expuso con datos los daños medioambientales que está sufriendo Canarias por la creciente presión que se ejerce sobre sus ecosistemas: “En los últimos 50 años hemos perdido el 90% de nuestra biomasa”.

Y señaló especialmente los millones de litros de aguas residuales que se vierten cada día sobre ecosistemas protegidos. “Todo eso el turista lo ve cuando bucea; los emisarios están en medio de puntos de buceo y eso afecta al valor añadido, esos problemas de gestión pueden afectar al turista que viene buscando unas islas en buen estado”.

Más datos. En las aguas del sur de Tenerife “en 15 años hemos perdido el 50% de los cachalotes; la población de calderones, según diferentes estudios, sufre estrés crónico y eso afecta a las crias”. Y relató un reciente encuentro (mientras rodaba un documental en aguas tinerfeñas) con una ballena que arrastraba el cadáver de su cría. “Falta gestión y control en la zona, que provoca una imagen que Tenerife no se merece”.

Ravina relató que esas cifras de llegadas de turistas, como se vio en el 20A, “crean un sentimiento de rechazo. El hartazgo es cada vez mayor, no por el turismo, sino por la falta de gestión. Las infracciones que vemos en nuestros espacios naturales no tienen repercusión para esos turistas, que abandonan la isla sin sanción”. 

A esto, explicó, se suman los atascos y el colapso de las carreteras y de los espacios protegidos. “Disciplina”, dijo, recordando lo explicado en la primera mesa del Foro, y recordó entonces el proyecto Cuna del Alma: “No contempló hasta 10 especies protegidas en sus informes. Es responsabilidad del Gobierno parar proyectos que no cumplen la ley. Es normal el sentimiento de que nos han arrebatado esos trocitos de costa que nos quedan, ignorando a la población local. Lo veo a diario, en las costas, cada vez peor los fondos. Hay lugares que ya no existen”, insistió. 

El documentalista agregó que la preocupación medioambiental ha pasado a ser una preocupación general de la sociedad. “La población se siente desplazada, son muchos factores que influyen en el hartazgo”. Y añadió que “el fracaso” de las administraciones y de la industria es que “este paraíso ha dejado de serlo, gente que deja de sentirse orgullosa y empieza a sentir vergüenza”. Todo esto, explicó, hizo que el 20A se sumase mucha gente a las protestas. 

Ravina añadió que los convocantes del 20A han intentado compartir que la protesta “no es contra el turismo” e insistió en que no hay que señalar a enemigos, para resaltar que, como los representantes del turismo en la mesa 1, “estamos de acuerdo en que el problema es la falta de gestión”. Pero, como apuntó Keani Rawlins (representante de Hawái), “aunque se hable de turismo regenerativo, si son demasiadas personas no es sostenible”. 

Por todo ello, consideró imprescindible que no se aumenten las plazas turísticas, tampoco los residentes. “Hay que limitarlo, no es un territorio infinito. Esas era las dos reivindicaciones principales el 20A. Que las islas estén bien, sobre todo si hablamos de valor añadido para que los turistas se lleven una imagen positiva. Puede que algunos turistas no vuelvan si ven una imagen de unas islas que son un desastre”.

Un ejemplo, incidió, es el Puertito de Adeje, “una maravilla del buceo, donde había de todo”. Pero, “por la falta de gestión, eso que era único en Canarias y Europa, se perdió”. Esto, dijo, “es algo que pasa a diario. Si se hubiese protegido sería un atractivo más. Todo eso es valor para el visitante y se puede perder si se sigue el camino actual”. 

El documentalista añadió que el principal reclamo al turista son nuestros espacios naturales, por ello, “lo mejor que le podría pasar al turismo y al residente es que nuestros espacios naturales se protejan. No creemos enemigos, hay que mejorar la gestión y que se protejan los espacios naturales”. 

El 'valor añadido', en peligro

Matías González inició su intervención lanzando una pregunta a los asistentes: “¿Estamos preparados para afrontar los retos de los que se ha hablado aquí?”. En su opinión, para iniciar una mejora es necesaria una mayor coordinación entre departamentos dentro de la administración, y puso varios ejemplos sobre los distintos problemas que conlleva el reparto de competencias y que algunas consejerías trabajen de manera independiente a otras en cuestiones que atañen a ambas. “Hay demasiada inercia en los mecanismos de las administraciones, distintas competencias, hacen falta colaboraciones interadministrativas”, señaló.

“El turismo es mucho más de lo que hacemos en nuestra empresa”, espetó antes de reflexionar: “Si es cierto que lo que importa es la experiencia para un turista, hay que aceptar entonces que la rentabilidad de esa empresa (hotel) no depende solo de lo que esa empresa hace dentro de sus instalaciones, sino también fuera (playas, restaurantes, montes, etc.). Por tanto, habrá que invertir más en la preservación y conservación de la naturaleza. Creo que hay un deficit en la necesidad de definir lo que es común en el turismo”, explicó, en referencia al uso de carreteras, hospitales, aceras, energía, recursos, etc. Esto, dijo, “es un tema clave, como reflexión”. 

Por todo ello, prosiguió, “necesitamos reorientar esta industria, que nos da de comer y condiciona nuestras vidas en muchos sentidos, porque transforma también nuestros hábitats naturales y humanos. Tenemos que implicarnos todos en nuestra interacción”. 

Sin embargo, señaló que la industria debe también “escuchar” a la sociedad sobre cuánto quiere verse expuesta a la interacción con el turista. “Nos falta una comprensión de la naturaleza compleja de este fenómeno que es el turismo. Hay que gestionar mejor esas interacciones”.

Y por último, expuso que según estudios recientes solo el 5%de los turistas se informan sobre los espacios protegidos de Canarias en las páginas oficiales. La mayoría “se informa en perfiles de influencers, que suelen saltarse las normas para obtener una buena imagen”. Esto, concluyó, “hay que cambiarlo”.

El litoral, doblemente amenazado

La catedrática en Geografía Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Emma Pérez-Chacón centró su intervención en los daños causados al litoral de las islas por la urbanización descontrolada y por la fragilidad del mismo.

La experta destacó que solo el 3% del territorio sigue siendo playa duna. “Esa zona es la que ha sido el oscuro objeto de deseo de la construcción. Ademas, no se han conservado ni protegido esas zonas” y las construcciones han acabado por “entorpecer la llegada de arena” a esas áreas arenosas de las islas. A la hora de desarrollar la industria turística y de urbanizar, no se han tenido en cuenta estos aspectos. “Hemos construido sobre la desembocadura de barrancos, porque acaban en el litoral”, y puso como ejemplo Los Cristianos, en Tenerife, donde cuando llueve en abundancia se producen inundaciones, porque es el cauce del barranco.

“Ocupamos el litoral con fondo de barranco, se colmata ese barranco y se pasa al siguiente. Eso provoca importantes alteraciones en la dinámica”, ha detallado. Y eso, ha añadido, afecta también a las construcciones, que muestran problemas con el tiempo.

“Es como el cuadro de Saturno devorando a su hijo”, ha expuesto. “Todo esto nos dice que nuestra manera de relacionarnos con el litoral debe ser revisada”. La catedrática ha explicado que el 12% de la franja costera canaria está deteriorada, según un informe de Greenpeace, y según un informe de la ULPGC que se publicará próximamente, los datos son aún peores. “Nos salen cifras en Tenerife del 21% y en Gran Canaria, del 20%. Si nos centramos a la franja más cercana a la costa, en Gran Canaria el porcentaje es del 30%”.

La consecuencia es “un litoral artificializado, alterado”. Si esto se examina junto a las zonas de vertidos residuales se ve “una intensa relación”.

Y por último, hay que añadir la subida del nivel del mar por el cambio climático. Entonces la experta advirtió: “No les quiero asustar, pero les recomiendo ver el proyecto de Grafcan donde se pueden ver las zonas inundables de Canarias en un futuro por la subida del nivel del mar. Buena parte de ellas son turísticas”.

Pérez-Chacón reflexionó sobre que en el pasado había menos conocimiento del valor del medio natural y de las consecuencias de la actuación humana sobre él; por tanto “Ahora tenemos mucha mas responsabilidad”.

Por ello, hizo cinco propuestas: reciclar el territorio litoral degradado, en vez de ganar terreno; mejorar el tratamiento y la reutilizaron de agua; no hacer nuevas intervenciones en el litoral en zonas susceptibles de ser inundadas; no edificar en cauces de barrancos, no edificar en laderas con pendiente superior al 50%.

“Hay que planificar para la incertidumbre”, por lo que no ocupar más litoral sabiendo que es sensible es lo más responsable y lo más coherente.