Guía de Buenos Aires: un paseo desde Palermo hasta Belgrano

Viajar Ahora

26 de marzo de 2023 10:10 h

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Una de las cosas que más nos fascinan de Buenos Aires es la manera en la que una calle determina diferencias abismales entre un barrio y otro. Un ejemplo claro es la frontera social que marca la Avenida Santa Fe entre Balvanera y La Recoleta. Lo mismo sucede entre La Recoleta y Palermo. En este caso, los límites vienen marcados por la Avenida de Córdoba (con Almagro y Villa Crespo al sur-el barrio de la comunidad judía-) y la Avenida Coronel Díaz al este (que marca el límite con La Recoleta). Palermo es, junto a La Boca, el barrio más ‘auténtico’ de la capital argentina. No es un vecindario de grandes monumentos o museos de importancia. Para nada. Aquí mandan los grandes espacios verdes (algunos con verdaderas joyas) y los pequeños conjuntos urbanos bien conservados que nos hablan de lo que debían ser los vecindarios de clase media trabajadora en los buenos tiempos del país. Palermo es el resultado de un proceso de redescubrimiento que se inició en la década de los 70 del pasado siglo. Al principio este fue un terreno de quintas que poco a poco fueron colmándose de casas de una o dos plantas construidas por familias de emigrantes enriquecidas. Pero hace unos 30 años todo estaba en un estado lamentable. Y llegaron los psicólogos (se le llegó a nombrar Villa Freud), los teatros independientes y los primeros comerciantes ‘raros’ para ir poniendo en valor un barrio que hoy es uno de los lugares de moda de la ciudad.

El cambio fue para bien en algunas zonas como los alrededores de la Plaza Serrano (no dejes de entrar en el Pasaje Soria) o las calles Gurruchaga, Honduras, El Salvador o Costa Rica (y la Plaza de Armenia) donde podrás ver casas preciosas en un entorno urbano a la europea. Pero la gloria de Palermo también ha desencadenado una especulación urbanística salvaje que ha llenado la trama urbana de edificios altísimos y horrorosos. Por ejemplo, nosotros fuimos testigos como caía bajo la piqueta la casa de José Hernández (en la Avenida Luis María Campos, 1160), el autor del Martín Fierro. Así que vas alternando pequeños palacetes y casas a la italiana o a la española, con edificios de una fealdad terrible. Calles preciosas cruzadas por verdaderos horrores como la Avenida Juan B. Justo. Aquí se apelotonan los restaurantes, los bares, los boliches (lugares de marcha) y los teatros independientes.

Más allá de Plaza Italia.- La Palermo de los grandes parques empieza al cruzar la Avenida Santa Fe por la Plaza de Italia. En apenas unos metros tienes el Jardín Botánico Carlos Thays (entrada desde Santa Fe) y el rebautizado Ecoparque (Av. Sarmiento, 2601), uno de esos eufemismos tan argentinos que alude al antiguo Zoológico de la ciudad (está en un estado bastante mejorable y no merece la pena). Bajando por Sarmiento nos encontramos con la Avenida del Libertador, la calle donde vive buena parte de la alta sociedad porteña. Aquí los jardines de multiplican y se convierten en una verdadera joya de arte. Aquí hay varios imprescindibles. Nuestro preferido es el Jardín Japonés (Av. Casares, 3450) un verdadero paraíso de orden y tranquilidad en medio del caos. No dejes de visitar este rinconcito. Es de lo mejor de toda la ciudad. Los otros lugares que hay que ver sí o sí: el Rosedal (acceso desde la Avenida Sarmiento) y la Plaza Dr. Benjamín A. Gould donde reina el espectacular Planetario de Buenos Aires (Av. Sarmiento, sn). No te pierdas el Monumento de los Españoles (Libertador y Sarmiento), uno de los conjuntos escultóricos más bonitos de toda la ciudad.

Camino de Belgrano.- Belgrano es un barrio brutal. Tiene las contradicciones propias de la ciudad con lugares de una fealdad terrible (como algunos tramos de la Avenida Cabildo) y rincones de una belleza enorme (no dejes de pasear por calles como Conesa y Zapiola o la Plaza Castelli). Desde aquí puedes ir hasta la Avenida Cramer para ver la Iglesia Anglicana de San Salvador (Av. Crámer, 1820), una de las más lindas de la ciudad. Este vecindario de origen aristocrático tiene hasta tres puntos de interés para el viajero con prisas. El primero de ellos es la Plaza Manuel Belgrano donde se apelotonan algunos edificios notables y museos. No dejes de entrar a la Parroquia Inmaculada Concepción de Belgrano (Vuelta de Obligado, 2042) una ‘replica’ de la famosísima Rotonda romana (el Panteón de Agripa). Justo enfrente está el Museo de Arte Español Enrique Larreta (Av. Juramento, 2291), un palacete de principios del siglo XX que guarda una de las colecciones de arte medieval, renacentista y barroco más importantes de este lado del charco. Sólo por pasear por sus jardines andaluces merece la pena entrar. También aquí está el Museo Histórico Sarmiento (Cuba, 2079), en el que se hace un recorrido por la vida y obra de uno de los presidentes más queridos por los argentinos (algo poco frecuente, por cierto).

Las Barrancas de Belgrano son ideales para descansar, echarse un rato en el pasto (como dicen aquí) y ver a la gente ir y venir. Si pasas por aquí los sábados o domingos por la tarde no dejes de darle un vistazo a La Glorieta, un pequeño templete o kiosco de música donde la gente va a bailar tango y milonga. Desde aquí basta cruzar una calle (Virrey Vértiz) para ingresar al Barrio Chino, otra de esas excentricidades porteñas que tanto nos gustan. Un gran arco da acceso a la Calle Arribeños, que ejerce de espina dorsal geográfica de la comunidad asiática en la capital. Aquí vas a encontrar supermercados, restaurantes, negocios y algunos detalles chinos como estatuas y el propio arco. Es una curiosidad. Está bueno para aprovechar y comer.

COMER EN PALERMO Y BELGRANO

 La Guitarrita para completar el mapa de la pizza (Vuelta de Obligado, 3401).- Uno de los mejores lugares de Buenos Aires para comer esa maravilla que es la pizza argentina. Hay varias sucursales de esta casa por toda la ciudad, pero el original está en el barrio de Núñez a pocas cuadras del límite con Belgrano. Pizzas a la piedra con una calidad muy superior a la media. Y el local, con ambiente futbolero, es la bomba.

Comida ‘peronista’ en el Santa Evita (Julián Álvarez, 1479).- Clásicos de la cocina popular argentina con ambiente ‘justicialista’ –por el Partido Justicialista de Perón-. Se come bien, los precios son acordes a la calidad y uno vive una experiencia diferente digna de un par de fotos y posts en tus redes sociales. Si vas en invierno no dejes de probar el mondongo (como los callos). Matahambritos de impresión y milanesas que se salen. De los mejores flanes de la ciudad.

Un salto a Villacrespo para ir a Salgado Alimentos (Juan Ramírez de Velasco, 401).- De las mejores pastas frescas de toda la ciudad. Carta con verdaderas delicias como los ravioles de ciervo (nuestros preferidos). De los mejores pestos que probamos jamás y ‘tucos’ –salsas de tomate y carne- que quitan el hipo. Y si pasas por ahí un día 29 no dejes de pedir los ñoquis.

TAO TAO, el chino más chino (Av. Cabildo, 1418).- En el área de influencia del Barrio Chino. Para nosotros es el mejor chino de todo Buenos Aires (algunos en el propio barrio han caído en picada en los últimos tiempos). Carta amplia con verdaderas delicias como los general tao (de pollo o cerdo) con un picante espectacular. El pato a la naranja es de verdad y los currys son excelentes.

Fotos bajo Licencia CC: Juan Antonio Segal; Beatrice Murch; Pilar F