Un viaje al país de los Chachapoyas: los secretos de los ‘hombres de las nubes’

Llegar hasta la Laguna de Los Cóndores demanda una caminata exigente de más de nueve horas desde el pequeño pueblo de Leymebamba (a unas dos horas en combi desde la ciudad de Chachapoyas). No es un camino fácil. Nada que ver con las ‘autopistas’ incaicas que recorren el fantástico Valle Sagrado camino del mítico Machu Picchu. Aquí mandan las cuestas, el barro, una vegetación agresiva que anuncia la cercanía de las llanadas amazónicas, el calor de los valles, el frío de las cimas, la lluvia y unos bichos como helicópteros. Por eso casi no se ven turistas en esta parte del país. Esto es una región de aventureros y mochileros que van y vienen descubriendo secretos como esta Laguna de Los Cóndores a la que vamos. La primera vez que oímos hablar de este sitio fue de la mano del incombustible Federico Kauffmann, uno de los antropólogos y arqueólogos más importantes del Perú. “Si viajan al país no se queden sólo con los incas; visiten Chachapoyas”, nos dijo. Y eso hicimos.

Hablamos de una verdadera expedición de al menos tres días de duración que demanda la asistencia de un guía y que incluye algo de escalada básica, trochas a caballo, mucho esfuerzo y un estado físico aceptable. Lo normal es llegar el día anterior a Leymebamba para visitar su estupendo Museo Arqueológico (Pista del Museo) y empezar a comprender el universo simbólico en el que nos vamos a sumergir. Aquí se custodian las más de 200 momias que se encontraron en la laguna junto a una colección soberbia de objetos de la cultura Chachapoyas, una civilización preincaica que floreció en las serranías del distrito peruano de Amazonas entre los siglos XI y XV (cuando fueron conquistados por los incas). Este pueblo construyó verdaderas ciudades que rivalizan en esplendor a las poblaciones incaicas, pero lo que realmente impresiona de esta cultura es su relación con la muerte.

Llegamos a la Laguna de Los Cóndores después de una jornada extenuante de caminata. En aquella ocasión tuvimos suerte, porque apenas nos molestó el agua y había poco barro (las lluvias más copiosas se producen entre los meses de noviembre y abril). Y aún así fue una aventura llegar hasta la laguna. Pero mereció la pena. El premio al esfuerzo es poder ver los mausoleos de piedra, adobe y madera en los que se encontraron las momias (aún pueden verse multitud de restos humanos en el lugar-. Un universo de nichos, cornisas y pequeños templetes adornados con pinturas y filigranas de piedra y barro. Impresiona ver el lugar: un cantil vertical con un pequeño alero en el que se encajonan las estructuras funerarias. En los alrededores de la propia Leymebamba hay otros santuarios de más fácil acceso como La Petaca o Diablo Huasi.

Los constructores de Kuélap.- Los Chachapoyas dejaron un extenso catálogo de yacimientos arqueológicos en un área de unos 300 kilómetros de largo en las sierras de la Amazonía peruana (entre los ríos Marañón y Huambo). Los incas los llamaron ‘hombres de las nubes’ por vivir en un entorno montañoso donde las nieblas son frecuentes y guerrearon con ellos por casi 400 años (la anexión total se produjo en 1470). Dejaron grandes ciudades y multitud de rastros en un territorio amplio en el que se superponían diferentes jefaturas que compartían un espacio cultural común. Sin duda alguna, la ciudadela de Kuélap es el lugar más famoso y espectacular de esta antigua civilización (a esta población amurallada se la conoce como la Machu Picchu del norte). Pero el legado patrimonial de los Chachapoyas es inmenso. Casi se los puede ver en cada rincón de esta región de la Cordillera de Los Andes. Crearon una civilización inmensa y fascinante.

Estamos hablando de una ciudad grande con una superficie superior a las 500 hectáreas y con una muralla de hasta 19 metros de altura y una longitud de 600 metros de largo y una anchura media de 120 (con una entrada en forma embudo que sólo permite el ingreso de una persona a la vez al interior de la ciudadela). Sólo en el interior de la ciudadela se han podido identificar hasta medio millar de viviendas y otras estructuras, mientras que en los alrededores se han identificado otras 200. Una señora ciudad que debía albergar varios miles de personas y que cuenta con restos de la propia cultura Chachapoyas y de los incas. Junto a los restos históricos hay un completo museo de sitio que nos ayuda a comprender el espacio y a los que fueron sus moradores. Hay otras ciudades Chachapoyas en el territorio, pero ninguna como Kuélap. Muy cerca de la ‘capital’ puedes ver Ollape (a seis kilómetros del pueblo de La Jalca) donde se han podido identifica hasta dos centenares de estructuras entre casas y centros ceremoniales.

El mundo simbólico de los Chachapoyas: Karajía y los Mausoleos de Revash.- Kuélap es una de las grandes maravillas arqueológicas del mundo pero aún así, los Chachapoyas son un pueblo reconocible gracias a su complejo mundo funerario. Los mausoleos empotrados en paredes verticales se encuentran por todo el territorio: quizás el lugar más ‘intrépido’ por lo que supone llegar es la Laguna de Los Cóndores, pero los ‘cementerios’ más espectaculares son los de Revash y Karajía (aprovecha para visitar las Cavernas de Quiocta). En el primer caso estamos ante un complejo de nichos, repisas y pequeños edificios que repiten el esquema de otros yacimientos aunque de una manera más vistosa por la espectacularidad de las construcciones y la belleza de las pinturas. En Karajía, muy cerca de la actual ciudad de Chachapoyas, lo que tenemos es un conjunto de sarcófagos individuales con forma antropomorfa que son la imagen paradigmática de esta cultura y su hito más reconocible.

Explorar todos y cada uno de los yacimientos arqueológicos vinculados a la cultura Chachapoyas demandaría varias semanas. Algunos de los más importantes se encuentran muy cerca del eje que forman las localidades de Chachapoyas y Leymebamba (apenas 80 kilómetros por una carretera –la 8B- en muy buenas condiciones). Así que si obviamos el sendero de la Laguna de Los Cóndores (que demanda al menos tres días) podríamos ver los cuatro o cinco lugares paradigmáticos de la región en dos o tres días.

Un paseo por la ciudad de Chachapoyas.- La capital del departamento del Amazonas es una bonita ciudad colonial con algunos monumentos importantes para ver. Como suele suceder en todas las poblaciones ‘españolas’ de esta parte del mundo, todo el tramado urbano se organiza en torno a la Plaza de Armas, que aglutina los principales símbolos civiles y religiosos de la población. Aquí puedes ver la Catedral, la sede del antiguo Cabildo –hoy Municipalidad Provincial- y un puñado de viejos palacios vinculados a las familias más importantes de la historia local. Uno de ellos alberga el Museo del Reino de las Nubes (Jirón Ayacucho, 908), con una importante colección de objetos de la cultura Chachapoyas, y otro alberga la Casa Museo de Toribio Rodríguez de Mendoza  (Jr. Ortiz Arriet, 466), uno de los padres de la independencia peruana. A espaldas de la Plaza de Armas tienes el Mercado Modelo de Chachapoyas (Libertad, 88), todo un espectáculo para los sentidos. No dejes de entrar a la Casona del Rosario (Grau, 517) una espléndida vivienda colonial reconvertida en hotel con uno de los patios más bonitos de todo el Perú. Otro de los clásicos es subir hasta el Mirador de Luya Urco (acceso por Calle Santa Ana y aprovechar el camino de bajada para visitar el Pozo de Yanayacu (Salamanca, sn) un viejo pozo prehispánico que se vinculó con un milagro de Santo Toribio para cristianizar los ritos de agua que se realizaban en otras épocas.

Ir hasta la Cascada de Gotca y otros lugares de interés cerca de la ciudad.- Las cataratas de Gotca son una serie de saltos de agua con más de 700 metros de caída en un entorno de bosque lluvioso espectacular. Para llegar aquí desde Chachapoyas debes tomar una combi con dirección a Bagua o Pedro Ruiz y pedir bajar en el Cruce de Cocachimba. Ahí puedes tomar un taxi hasta el inicio del sendero que lleva al pie de las cataratas. En las inmediaciones de la capital hay algunos otros lugares que ver. Hay multitud de espacios arqueológicos, estaciones con pinturas rupestres y mausoleos. Si sólo puedes elegir un lugar date un paseo por el pequeño pueblo de Huancas. Ya vas a ver qué merecerá la pena. Aquí puedes ver la iglesia colonial del Señor de los Milagros (Plaza de Armas) y subir hasta el Mirador del Cañón de Huancas Sonche.

Para Saber más: ‘Los Chachapoyas’ Editorial BCP (libro digital)

Fotos bajo Licencia CC: Toni Fish; Sucram Yef; MI PERÚ; betoscopio