Fuerteventura volcánica: un paseo por los malpaíses del norte

Malpaís en Fuerteventura. Los campos de lavas dominan el extremo norte de la isla.

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Alejarse de la playa en Fuerteventura puede parecer un contrasentido en una isla que se caracteriza por tener algunos de los mejores arenales del mundo. Un viaje por la isla más allá del mar podría parecer una pérdida de tiempo. Pero Fuerteventura también es una isla de tierra adentro. Quizás esos paisajes austeros donde el verde es una excepción puedan parecer ‘vacíos’. Pero los lugares áridos, con su belleza áspera y minimalista, suelen estar llenos de cosas. Llamar desierto a Fuerteventura es una muy mala analogía, porque la isla rebosa vida y cultura. El norte de la isla está dominado por la presencia de dos sistemas de volcanes que escupieron lava y cenizas en tiempos relativamente recientes. El Volcán de la Arena erupcionó hace unos 10.000 años y más o menos por el mismo periodo se formó la cadena de cráteres que conforman el extremo norte de la isla (Calderón Hondo; Las Calderas, Bayuyo, San Rafael…). En esta parte de la isla no nos encontramos con los esqueletos de viejas montañas redondeadas por la acción de los elementos. Aquí mandan los campos de lavas y piedras de aristas violentas. Los locales lo llaman Malpaís. Un nombre genial.

Para las mujeres y los hombres de estas tierras, los malpaíses son lugares inhóspitos que no sirven para la agricultura. Y por eso se han mantenido más o menos inalterados a lo largo de los siglos. Y decimos más o menos porque si uno sabe mirar puede ver por acá y por allá restos de corrales, viejos muros y huellas muy antiguas. El malpaís, pese a su nombre, es un lugar rico en presencia humana aunque ésta parezca pasar inadvertida. Y un ejemplo claro de lo que decimos sirve para iniciar esta ruta por las tierras volcánicas de Fuerteventura. Las tierras que circundan al Volcán de La Arena presentan una acumulación de vestigios de la isla más remota en forma de viejas estructuras de piedra (las llamadas Casas Hondas donde vivieron los pobladores prehispánicos de la isla) como las de Tisajoyre (FV-10). Pero la gran sorpresa de esta parte del malpaís es el conocido como los Soles de Tejate.

A ras de suelo podría parecer que los montones de piedra y los muros no tengan significado alguno, pero basta con verlos con un mínimo de perspectiva elevada para poder advertir la complejidad del diseño de este lugar. Estamos ante uno de los más grandes e interesantes yacimientos arqueológicos de toda Canarias. Según los que saben de estas cosas, las estructuras de Tejate representan a la luna y el sol y los diferentes ‘rayos’ que salen de los enormes círculos de piedra estarían alineados con diversos fenómenos astronómicos vinculados con el paso de las estaciones. Estaríamos ante una especie de calendario en piedra que entronca con otras manifestaciones presentes en la misma isla (la famosa y mágica Montaña de Tindaya) y en las vecinas (sobre todo en Gran Canaria, una de las mecas de la arqueo astronomía a nivel mundial). Una verdadera joya que bien merecería un centro de interpretación.

Un paseo por La Oliva: la ‘Betancuria del norte’.- Pasear por La Oliva es encontrarse con las huellas de los primeros tiempos de la Fuerteventura europea. Tal como sucede con Betancuria, la primera capital de la isla, no se puede hablar de un pueblo en el sentido clásico del término. Aquí se impuso un urbanismo de casas diseminadas con huertos y grandes campos de cultivo en torno a un par de edificios notables. Entre todos ellos destaca la Casa de los Coroneles (Los Coroneles, 28), una gran casona a medio camino entre la fortificación y el palacio que fue sede del poder político y militar de la isla durante siglos y que hoy puede visitarse gracias a una profunda restauración.

El eje monumental de La Oliva se completa con la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria (Iglesia, 2) una joyita del siglo XVII que cuenta con uno de los retablos más bonitos del Archipiélago. De los tiempos en los que Fuerteventura era uno de los principales productores de cereal de Canarias quedan el Museo del Grano –La Cilla- (La Orilla, 5), ubicado en un antiguo almacén agrícola, y los imponentes Molinos de Villaverde (La Raya, 9). Desde La Oliva también se puede acceder a la zona más interesante del Malpaís a través de la pista que conduce hasta la Montaña de La Arena. Otro lugar interesante directamente vinculado al volcán es la Cueva del Llano (Acceso por calle Caideros), un interesante jameo que permite acceder a un tramo de más de 600 metros de longitud de un viejo tubo volcánico que baja desde el Volcán Escanfraga (según parece esta cueva excavada por la lava tiene cerca de un millón de años de antigüedad).

Los malpaíses del norte y una playa muy especial.- En Lajares hay que detenerse junto a su molino y su molina. Uno junto a la otra. Una buena oportunidad para ver las diferencias (a la vista están) entre estas dos máquinas que usan el viento para moler el grano. Según parece, la molina es un invento netamente canario (para ver la importancia de estos elementos en la cultura insular no puedes dejar de visitar el Centro de Interpretación de los Molinos de Tiscamanita) que no sólo simplifica el diseño sino que multiplica los rendimientos. Y entre medias échale un vistazo a la sencilla Ermita de San Antonio de Padua (Central, 27), una de esas construcciones mudéjares tan sencillas como bonitas. Pero siguiendo con lo que nos atañe, es desde este pueblo desde dónde se accede a los malpaíses del norte.

Subir hasta el Calderón Hondo es una de las cosas que hay que hacer sí o sí si se visita la isla de Fuerteventura. Desde aquí puedes ver la cadena de conos que forman el norte de la isla (volcanes del Bayuyo) y asomarse a uno de los cráteres más bonitos de todas las islas. El malpaís se extiende por la práctica totalidad del norte majorero con las excepciones del Parque Natural de las Dunas de Corralejo, las inmediaciones de El Cotillo y algunas manchas de arena que salpican la costa norte. Terminamos el paseo en una de ellas. Para ir a la playa. La de Majanicho, uno de los lugares más bonitos de la isla.

Fotos bajo Licencia CC: Cornelia Huck; Gertjan van Noord; Víctor R. Ruiz; José Mesa; Luc.T

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