Volver a Las Hurdes. El encanto de una comarca mítica y fascinante

El Machu Lanú es un ser mitad hombre mitad macho cabrío que se esconde en las profundidades de los bosques del norte de la provincia de Cáceres. No estamos hablando de una simple leyenda o un mito ya que es una figura que ha trascendido los cuentos de miedo y ocupa un lugar importante dentro del folklore de la comarca de Las Hurdes. Dicen que cuando se ve al Macho Lanú el tiempo suele ser desapacible con grandes vientos y amenaza de tormenta. La última vez que se le vio fue en la década de los 80 cuando un vecino de la zona, Eusebio Martín Domínguez, aseguró haberlo visto sumando su testimonio al de multitud de vecinos y vecinas. Desde la década de los 60 del pasado siglo hay hasta media docena de encuentros registrados. La Genti de Muerti son dos jinetes ancianos de rostro pálido que recorren los alrededores de los pueblos cuando alguien va a morir. También están las Encorujás, brujas esquivas, o el Duende Jampón, un enano que no levanta dos palmos del suelo y pies enormes pero que suele entrar en las despensas a roer las verduras y hortalizas aunque tenga predilección por el jamón (no es tonto).

Las Hurdes son una comarca mítica de las serranías españolas. Un lugar que hay que visitar para encontrarse con lo que pudo ser esa España rural y cerrada antes de que los pueblos empezaran a despoblarse. Una zona marcada por la ‘mala fama’ del documental propagandístico de Luis Buñuel ‘Las Hurdes, tierra sin pan’ en el que se presenta una región atrasada y pobre hasta el extremo en el que se exageran y manipulan muchos aspectos para provocar la reacción del público. La primera vez que viajamos a Las Hurdes fue hace más de 30 años. Movidos por la fascinación provocada por el propio documental de Buñuel y el libro ‘Las Hurdes, estudio de geografía humana’ del antropólogo Maurice Legendre (que inspiró a Buñuel a hacer la película). Nos encontramos con un lugar fascinante y auténtico. Y para nada pobre: rico en historias, en recursos y, sobre todo, en gentes. Y aún hoy, esta zona de la magnífica Extremadura (uno de los mejores destinos de interior de Europa), sigue siendo un bombazo.

Casares de Las Hurdes ejerce de ‘capital’ de la comarca pese a ser un pueblecillo pequeño en comparación con otras poblaciones de tamaño medio como Pinofranqueado o Caminomorisco (situados en la carretera EX204). Su situación justo a mitad de camino de los lugares más distantes y profundos de la comarca lo convierten en una base de operaciones ideal para ir descubriendo los diferentes puntos de interés en escapadas que no superan los 30 kilómetros. Pero también es un sitio donde empezar a entender este espacio. El pueblo ha sufrido muchas modificaciones a lo largo de las últimas décadas pero aún pueden verse algunas muestras de esa arquitectura negra hurdana caracterizada por el uso de la piedra, la madera y la pizarra como principales materiales de construcción. En este sentido destacan el Campanario de Casares (pequeño y exento a la iglesia) y el conjunto de casas de la Calle de Enmedio. Muy cerca del pueblo, siguiendo el cauce del Río Hurdano, está la pequeña alquería de Huetre donde puedes ver varios meandros cubiertos de terrazas de cultivo (una de las características principales del paisaje agrícola de la zona), buenos ejemplos de arquitectura negra y el Centro de Interpretación de la Artesanía de Las Hurdes (Abajo, 73), uno de los muchos pequeños museos temáticos que hay en la zona.

El Camino de Alfonso XIII.- Ya hablamos del famoso documental de Buñuel. El otro acontecimiento que puso a Las Hurdes en el mapa fue el viaje que hizo por la comarca Alfonso XIII en junio de 1922 acompañado por el Doctor Marañón para conocer la dura realidad de la comarca en una época marcada por la enfermedad, el aislamiento y la miseria. Hoy, una ruta de 24 kilómetros entre Casares de Las Hurdes y Las Mestas recuerda aquel hito.

Subiendo hacia los Riomalo; los parajes más conocidos de Las Hurdes.- Riomalo de Abajo y Riomalo de Arriba. Estas dos poblaciones ejercen de emblemas de la comarca y forman parte de la ruta más conocida de las que forman este laberinto de carreteras y caminos. El acceso hasta Riomalo de Abajo es la carretera EX204 que pasa por pueblos de importancia como Pinofranqueado, Caminomorisco y Cambroncino (muy cerca de aquí, en Cambrón, puedes ver el Centro de Interpretación del Agua y Medioambiente de Las Hurdes). Riomalo de Abajo se encuentra justo en la desembocadura del Río Ladrillar en el Alagón, uno de los grandes afluentes del Duero. El pueblo no dice gran cosa en sí, pero desde aquí se accede al Mirador del Meandro Melero (acceso por Calle Escuelas), uno de los más importantes paisajes hurdanos. Desde aquí, la carretera (la misma EX204) sigue el cauce del Ladrillar pegándose a la frontera entre Extremadura y Castilla y León. Un desvío hacia Salamanca.- Llegamos a Las Mestas, un pequeño pueblecito famoso en la comarca por su vinculación con el camino de Alfonso XIII y su miel. Si puedes aprovecha la ocasión para subir a las cimas de la sierra (ya en tierras Leonesas) y visitas dos lugares interesantes. El primero es el Monasterio de San José de Batuecas (SA-201), un sencillo cenobio de finales del XVI que se construyó para acabar con las creencias paganas que aún eran algo común en la zona. El segundo es el Canchal de las Cabras Pintadas (acceso desde el monasterio), donde puedes ver varios abrigos con pinturas rupestres prehistóricas.

El objetivo prioritario de esta primera ruta propuesta es Riomalo de Arriba dónde nos encontramos con una buena muestra de la típica arquitectura negra hurdana y con el Centro de Interpretación de las Hurdes (Santa Teresa, sn). Este pequeño museo se ha instalado en una típica casa hurdana rehabilitada y hace un recorrido por la riquísima cultura de la comarca con especial atención a su folclore y su mitología. El entorno del pueblo también es un buen ejemplo de lo que frece esta comarca: el río es una sucesión de pozas y pequeños saltos de agua que riegan un paisaje agrícola marcado por la alternancia de terrazas de cultivo y pequeñas manchas de bosque que van ocupando las tierras de labor abandonadas. Desde aquí hasta Casares hay 15 kilómetros pasando por el Alto del Robledo y el Mirador de Las Carrascas.

El Río Malvellido y la arquitectura negra hurdana.- El Arroyo Malvellido se encuentra con el Río Hurdano en el pueblo de Nuñomoral, una de las localidades más grandes e importantes de la comarca. Para recorrer el Malvellido hay que tomar la carretera CC-63 e ir hacia arriba buscado los paisajes más auténticos de la comarca. Aquí vas a encontrar dos puntos fuertes: los paisajes agrícolas adaptados a las duras condiciones ambientales (entramos en un valle muy cerrado con grandes pendientes) y algunos de los mejores ejemplos de la construcción tradicional de la zona. Para encontrar estas dos facetas típicamente hurdanas hay que acercarse al rosario de alquerías que forman Martilandrán, Fragosa y El Gasco. En esta zona el Malvelillo se retuerce en meandros imposibles que crean un paisaje único que ha sido aprovechado al máximo. Cualquier trozo de terreno cultivable está aprovechado al máximo y cuando la pendiente no permite plantar en horizontal pues se crea tierra cultivable a través de un complicado  bellísimo sistema de terrazas en las que manda el almendro y el olivo que junto a la miel son los tres grandes productos agrícolas de la comarca.

La carretera culmina en El Gasco, una pequeña alquería que cuenta con el conjunto de casas tradicionales más grande y mejor conservado de toda la comarca. Aquí se encuentra el Centro de Interpretación de la Casa Hurdana (Calle de Arriba –El Gasco-) una vieja casona con taberna rehabilitada que sirve de ejemplo de cómo vivían las gentes de esta zona hasta hace un par de décadas. Desde El Gasco también parte uno de los senderos paradigmáticos de Las Hurdes; el que sube hasta el Chorro de la Meancera. Este camino de ida y vuelta apenas demanda recorrer 2,1 kilómetros aunque con un desnivel considerable en los últimos tramos de acceso a la cascada. El premio es poder ver uno de los paisajes más bonitos de la comarca.

En busca de los petroglifos de Las Hurdes.- La presencia de los humanos en esta parte de la Península Ibérica viene de lejos. En las sierras de la Peña de Francia pueden verse algunos reparos rocosos con pinturas rupestres, pero la manifestación prehistórica por antonomasia es el grabado que aparece en numerosas estaciones asociadas, en su mayor parte, a fuentes de agua y cauces de ríos. Los grabados hurdanos datan de un periodo intermedio entre el final del Paleolítico y el inicio del Neolítico y presenta características propias y muy marcadas que permiten hablar de una cultura muy marcada. Este es un sitio muy especial desde siempre. Para acercarse a los grabados más accesibles y espectaculares hay que irse al extremo oeste de la comarca y subir hasta Las Erías, uno de los pueblos más bonitos de la zona (hazte una foto en su arco de entrada de origen medieval). La estación de petroglifos más famosa de la comarca es la de Las Erías (Calle Diseminado) y muy cerca puedes ver los Petroglifos de Tesito de los Cuchillos (acceso desde la CC-156) donde junto a los típicos motivos hurdanos puede verse una inscripción latina: RMAMIACVI (se ha interpretado como protege mis armas).

El otro núcleo patrimonial se localiza en torno al pueblo de Robledillo de Gata. Aquí puedes visitar el Museo del Molino de Enmedio (Plazuela, 11) en una vieja almazara medieval movida por la fuerza del agua única en su especie en toda España (data del siglo XII y estuvo en funcionamiento hasta los años 70 del pasado siglo) y un conjunto de casas muy bien conservadas con bonitas balconadas de madera. En las inmediaciones del pueblo hay varios vestigios que hablan de las diferentes culturas que han habitado estas montañas a lo largo de los milenios: el Dolmen de Robledillo (sendero desde el pueblo) y un tramo de una calzada romana (acceso por CC-7.2).

 Fotos bajo Licencia CC: Santiago Hernández; Jesús Pérez Pacheco; Víctor Iniesta; Luis Daniel Carbia Cabeza; Miguel Ángel Ordóñez