Si uno piensa en la provincia de Lleida como destino turístico seguro que el dedo irá buscando, de manera automática, la zona de Los Pirineos en el google maps. Aquí nos encontramos con joyas imponentes como el Parque Nacional de de Aguas Tortas y Estanque de San Mauricio, los paisajes de la Sierra del Montsec o el apabullante patrimonio arquitectónico del Val de Boi, uno de los centros de arte medieval más importantes de toda Europa. Pero pocos pensarán en la propia Lleida capital, una ciudad que nos topamos por casualidad en un viaje hacia las montañas y que nos pareció muy bonita de ver y con muchas posibilidades para una escapada de fin de semana. Lleida y su entorno… El Valle del Río Segre (Segrià y la llanura de Lleida) pasa por la ciudad creando una extensísima vega de tierras extremadamente fértiles que convierten a la comarca en una verdadera potencia agrícola. Esto tiene su reflejo en una gastronomía donde mandan los productos de la huerta, el cerdo y el caracol como ingrediente estrella. Buenos vinos y aceite de oliva de primera calidad completan los ingredientes de restaurantes de primera que no van a la zaga de lo que se hace en el resto de Cataluña (uno de los mejores lugares para comer en toda Europa).
Lleida es una ciudad histórica. El elemento más característico de su trama urbana es la llamada Roca Soberana, una elevación de piedra sobre el río que fue el germen y origen de la ciudad desde tiempos muy remotos. Para entender Lleida, lo primero que tienes que hacer es subir hasta aquí (con calzado cómodo y abundante agua fresca) para ir viendo como las sucesivas ciudades fueron superponiéndose una sobre la otra. Dicen que el principio de todo fue la íbera Iltirta, pero las piedras más antiguas (restos de murallas muy bien conservadas) se encuentran a los flancos de la Puerta del León (Plaza Guifre), principal punto de acceso a la particular acrópolis ilerdense. Aquí te vas a encontrar buena parte de lo que hay que ver. El Castillo del Rey o de La Suda (Plaza de Hispanoamérica, 1) sustituyó en época musulmana a la anterior fortaleza romana. Aquí hay un pequeño centro de interpretación con muy buenos audiovisuales en el que puedes ver cómo ha ido cambiando el lugar a lo largo de los siglos: las reconstrucciones y añadidos cristianos y la transformación de los muros impuesta por la artillería.
La espada y la cruz. Aquí también está la Seu Vella –Catedral Vieja- (Camí de la Suda), el monumento más importante de la ciudad. La vieja catedral (porque al igual que sucede en Salamanca aquí hay dos templos catedralicios) se inscribe en la nómina de joyas medievales de Catalunya. El edificio se inició en el siglo XIII, pero es un ejemplo de pervivencia del románico en tiempos en los que el gótico reinaba ya en toda Europa. Su claustro es bellísimo y las esculturas de columnas y capiteles se cuentan entre las más destacadas de todo el país. En el interior de la catedral (ya con una traza gótica en sus naves y bóvedas) puedes ver frescos, esculturas e importantes monumentos funerarios y una colección de tapices. Un dato curioso es que durante siglos, el lugar se usó como cuartel o prisión antes de ser declarada monumento nacional.
Un paseo por el casco histórico de Lleida.- Entre los muros de la Seu Vella y la Plaza de Sant Joan hay poca distancia pero mucha altura de diferencia. Un ascensor panorámico conecta la ciudad a orillas del Segre y su ‘acrópolis’ histórica. San Juan es una de las grandes referencias de esta ‘ciudad baja’ en la que no abundan las grandes plazas o las avenidas más allá de la Rambla de Ferrán y los parques de la rivera del Segre. Pero la ciudad vieja s una red de callejuelas y placetas que se articulan en torno al Carrer Mayor, una calle angosta que recorre el casco histórico en paralelo (pero alejada) al río. Esta calle nos lleva a dos grandes referencias del pasado de la ciudad: el acceso al Call Judío y la Seu Nova (Catedral nueva). Pero también es un eje con bastantes cosas por ver. Y el ejemplo más claro es el Palau de la Paeria (Plaza de la Paeira), uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil gótica de toda Cataluña y actual sede del Ayuntamiento.
De la judería de Lleida quedan apenas las trazas de sus callejones y muros que salen a la luz después de años de excavaciones arqueológicas. La llamada ‘Cuirassa’ fue uno de los barrios hebreos más grandes e importantes de la Corona de Aragón. Se puede explorar su historia a través de visitas guiadas que se centran en lugares como la llamada Casa del Pogrom (Plaza del Seminario) donde se puede ver una casa que se desplomó durante los disturbios anti judíos de 1391 y que guardó un verdadero tesoro en forma de piezas que ponen de manifiesto las extensas redes de comercio de la comunidad hebrea. Y después nos queda la Seu Nova –catedral nueva- (Plaza de la Catedral), que se construyó a mediados del siglo XVIII en un barroco que ya apunta al neoclasicismo. En torno a la catedral encontramos otros edificios notables como el Antiguo Hospital de Santa María (Plaza de la Catedral), el Convento de Santa Teresa (Carrer Arajol, 5) o la espectacular Iglesia de San Lorenzo (Plaça Sant Josep, 7), una joya románica –siglo XII- que hay que ir a ver una vez en la vida.
Como pasa en otras ciudades catalanas, el modernismo es otra de las señas de identidad del lugar. Hay un puñado de casas y edificios que nos hablan de aquellas décadas gloriosas del despertar de la identidad y la potencia industrial del país con ejemplos tan notables como el Teatro Municipal del Escorxador (Lluis Companys, sn); las Casas de Balash (Rambla d'Aragó, 31, 33 y 35); la Casa Morera (Avinguda de Blondel, 92); la Casa Magí Llorenç (Carrer Major, 74); la Casa Melcior (Plaça Sant Francesc, 2) y la Casa Bergós (Clot de les Monges, 2) –puedes ver la ubicación de estas construcciones señaladas en color morado en el mapa. Otros icono del modernismo local es el antiguo Cine Vinyes (Avda de Madrid, 4), que hoy es la sede del Espacio Caixa Forum de la ciudad, y el Mercat del Pla (Sant Martí, 3).
El Museo de Historia de Lleida (Carrer del Sant Crist, 1).- Situado en pleno casco histórico, el museo cuenta con una colección de piezas arqueológicas, históricas y artísticas más que notables. Sobresalen las colecciones romanas –con un par de mosaicos de muchísima calidad- y las medievales –sobre todo las islámicas y la colección de arte románico y gótico-.
El Castillo Templario de Gardeny (Turó de Gardeny, sn).- La conquista aragonesa de Lleida en 1149 trajo a la ciudad a un importante contingente de miembros de la Orden del Temple que se instalaron en la Colina del Gardeny, que ya había servido de centro de operaciones de los ejércitos cristianos durante el asedio. Hoy puedes ver este castillo del siglo XII que ha sufrido pocas modificaciones a lo largo de su dilatada historia. El lugar se ha convertido en un museo sobre la Orden del Temple con joyas como su iglesia conventual, muy rara al conservar pinturas murales, algo único en los edificios religiosos de la orden.
Las tenerías más antiguas de España (Rambla de Ferrán, 9).- Les Addoberies de Lleida datan del siglo XIII y son las curtidurías de pieles más antiguas y mejor conservadas de la Edad Media en la Península Ibérica. Aquí puedes ver restos de dos obradores para el curtido de pieles y las canalizaciones que traían el agua desde el Segre.
Un paseo junto al río; la Mitjana de Lleida.- El Puente del Príncipe de Viana (Príncipe de Viana, sn) se ha convertido en el icono contemporáneo de la ciudad. Desde aquí puedes acceder a la Mitjana de Lleida, una zona de humedales exuberantes que se encuentran justo a la salida de la ciudad Segre arriba (hacia el Este). Aquí te vas a encontrar una red de senderos que recorren toda la zona, plataformas para la observación de la fauna y un Centro de Interpretación (Pont de Pardinyes). Es una pasada el lugar y puedes ver hasta nutrias.
Fotos bajo Licencia CC: Jorge Franganillo; S.G.H.; Alba L.; Carquinyol; Manel Zaera