Guía de Skyros: la mayor de las desconocidas Espóradas griegas
Según Homero, la ninfa Tetis soñó que su hijo Aquiles moriría si partía a la guerra contra Troya. Y por eso lo convenció para que se retirara a una pequeña isla al sur de la Península de Pelion para tratar de escapar de su funesto destino. Y ahí estuvo escondido y vestido de mujer hasta que el mismísimo Ulises lo descubrió y lo convenció para que participara en la guerra de todas las guerras. Las alternativas eran dos: o esconderse y no ser nadie o morir y convertirse en un héroe cantado por los poetas a lo largo de los siglos. La historia de Aquiles, el asesino de hombres, ha pasado de generación en generación. En cierto modo se convirtió, pese a ser el hijo de un vulgar ser humano –el rey Peleo-, en inmortal. Y la historia tuvo su origen aquí, entre los peñascos de Skyros, una isla pequeña, preciosa, auténtica. Y gracias a los dioses, poco transitada por el turismo.
Skyros tiene un desproporcionado aeropuerto situado en su extremo norte (comparte el uso civil con el de base militar). Hasta aquí vuelan los aviones de las compañías Olympic Air y Sky Express con conexiones directas con Atenas y Salónica. Pero como sucede con el resto de las islas griegas, la mejor manera de llegar hasta aquí es a través del barco. La forma más habitual para llegarse hasta el puerto de Linaria es desde el cercano pueblo de Kymi, en el continente. La empresa Skyros Shipping conecta estos dos puertos con una frecuencia al día (una hora y 50 minutos de travesía). El precio del billete ronda los 14 euros (llevar un coche cuesta 25 euros). Desde aquí también puedes ir, de manera directa, a las islas de Skopelos y Alonissos con la misma compañía. Para llegar desde Atenas al pueblo de Kymi debes usar los servicios de la empresa de autobuses Elvias que une los dos lugares con escala en la ciudad de Calcis. El viaje dura unas cuatro horas y media y el precio del billete ronda los 16 euros. Para ir desde el centro de Kymi y el puerto deberás tomar un taxi. En la isla, el único servicio público de transporte es un autobús que conecta el puerto con Chora, la capital. La mejor opción para moverse es con un scooter de alquiler o con coches.
Una isla poco trillada por el turismo.- Uno de los mayores atractivos de Skyros (o Esciros) es que pese a ser un verdadero tesoro no entra dentro de los circuitos turísticos habituales (en general las Espóradas –Las Dispersas- quedan muy lejos de los puntos calientes del Egeo). Tiene poco más de 220 kilómetros cuadrados de superficie y una población estable de unas 3.000 personas. La característica más notable de su geografía es su forma de ocho y las marcadas diferencias entre la mitad norte (Merói) y la sur (Vounó). Un estrecho istmo cubierto de huertas, olivos y vides cruza de lado a lado separando dos regiones casi antagónicas: al norte quedan los frondosos bosques que culminan en el Monte Olymbos (casi 400 metros de altitud) y al sur colinas casi peladas que terminan en playas solitarias y costas ásperas dominadas por el cantil. De un extremo a otro apenas hay 28 kilómetros.
Pero que dan para mucho. Ya sólo por lo mitológico merece la pena la visita. Ya te hablamos de Aquiles. Pues bueno, según dicen, aquí también estuvo la tumba de Teseo que reposó aquí hasta que vinieron por sus huesos para llevarlos a Atenas. Como casi cualquier trozo de tierra de esta parte del mundo, la Historia en mayúsculas se palpa en todos los rincones. Griegos, romanos, venecianos, otomanos… Y eso tiene su traducción en piedra a través de grandes y pequeños monumentos que se concentran, en su mayor parte, en el extremo norte. El Fuerte de Palamari, una enorme ciudadela de la Edad del Bronce –es coetánea a la Guerra de Troya- que se encuentra muy cerca del aeropuerto, también basta para echarse una vuelta por aquí. Pero es que hay más. Mucho más.
El pueblo de Chora (u Hora) ejerce de capital de Skyros. Es un abigarrado montón de casas agrupadas bajo una enorme peña y organizadas en uno de esos típicos laberintos griegos. Sus calles flanqueadas por casas blancas y sencillas y sus placitas con buganvillas son una auténtica delicia. Una pequeña ciudad que también tiene espacio para un gran castillo medieval (obra de los venecianos durante los casi dos siglos que ocuparon la isla –del XIII al XV-); para el Monasterio de San Jorge, una maravilla bizantina del siglo X con excepcionales pinturas murales; una interesante colección de pequeñas iglesias y ermitas; talleres de alfareros –la cerámica de la isla es famosa en toda Grecia- y dos museos (el Museo Arqueológico de Skyros y el Museo Etnográfico y Folclórico Manos y Anastasia Faltaits –ambos en la Plaza dedicada a la memoria del poeta Rupert Broke, cuyos restos reposan junto a los olivos del sur de la isla-. Chora también sirve de acceso a una zona de grandes playas (Gyrismata, Molos y Magazia) donde se concentra la mayor parte de la oferta turística de la isla. Aquí también encontrarás casas de pescadores, huertos, las omnipresentes ermitas bizantinas y algunas muestras notables de la cultura local como viejos molinos de viento a orillas del mar. Un poco más al sur nos encontramos con pequeñas calas y bahías. Destaca la de Aquiles que, según la tradición, fue el punto de partida del héroe hacia la Guerra de Troya.
El norte de Skyros.- La joya histórica de esta parte de la isla es la ciudadela de Palamari, como te habíamos contado antes. Pero la mitad septentrional de Skyros es famosa en toda Grecia por otra razón: es una verdadera meca del senderismo. Las colinas que suben hacia el Monte Olymbos, cúspide de Merói –así es como se llama la mitad norte-, están cubiertos de densísimos pinares y los caminos y carreteras que cruzan esta zona comunican viejos pueblos abandonados, iglesias, ermitas, campos de cultivos y playas preciosas en las que el bosque llega, literalmente, a la orilla del mar. En torno al gran aeropuerto hay verdaderos playazos como San Pedro (con su ermita cubierta de iconos incluida) o Kira Panaglia y pequeñas calas. Toda la costa noroccidental de Skyros repite el mismo esquema: bosques y valecillos que conducen a playas espectaculares. Aquí también puedes visitar una cantera de mármol, los restos de viejas ciudades como los de Katoune y ermitas blanquísimas.
El sur de la isla.- La enorme Paralia (Playa) Kalamitsa sirve de puerta de acceso a Vounó, la mitad sur. Las Espóradas, a diferencia de la Cícladas o el Docedaneso, son islas relativamente verdes. Ya te hablamos de los bosques que cubren la mitad norte de Skyros y de las huertas que ocupan la práctica totalidad del istmo que une las dos zonas. El verde también se ve en las breves plataformas costeras que hay en Chora y en la propia Kalamitsa. Pero un poco más al sur el paisaje cambia por completo y ofrece los tonos pardos y casi desolados que son normales en otros archipiélagos griegos –aquí dominan el pedrusco y los matorrales-. Se puede decir que ésta sirve de nexo entre las otras Espóradas (con Scíathos, Skopelos, Alonnisos y Kira Panagia como islas más importantes junto a la propia Skyros) y el resto de grandes archipiélagos helenos. En estos parajes puedes visitar algunas viejas iglesias y ver pequeñas calas de grava gruesa como Paralia Renes o Kolimpada. Esta zona de la isla es áspera y los caminos no son fáciles si no se dispone de un coche 4X4. Si se está aquí varios días, la opción es darle a la patilla.
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