La enorme Laguna de Venecia es un mundo en sí misma. En sus más de 550 kilómetros cuadrados de superficie hay espacio para grandes humedales cuajados de aves, playas y una gran multitud de islas. Hay unas 130 en las que están incluidas las que forman la propia ciudad. A escasos dos o tres centenares de metros de los embarcaderos de Cannaregio se encuentra la Isla de San Michelle, que desde tiempos antiguos acoge al cementerio histórico veneciano. La Iglesia de San Michelle in Isola es un edificio más que notable del arquitecto Mauro Coduss, uno de los más prolíficos artistas del Renacimiento italiano, que es digno de una visita. Para los amantes de los cementerios históricos hay que señalar que San Michelle también tiene una buena lista de huesos ilustres entre los que destacan figuras de la talla de Ígor Stravinski, el poeta Ezra Pound o el científico Christian Andreas Doppler (para citar a los más notables). Los vaporettos de las líneas 4.1 y 4.2 hacen escala aquí en su salto desde Fondamente Nove hasta Murano.
La gente llega a Murano para ver sus famosas fábricas de cristal, uno de los más famosos del mundo. El Rio dei Vetrai (Río del Cristal) atraviesa longitudinalmente este pequeño conjunto de islas de poco más de 5.000 habitantes. Las riveras de este canal están repletas de viejos talleres dónde se elabora, de manera artesanal, el famoso cristal de murano. Las fábricas más importantes están cerradas a las visitas, pero a lo largo del Fondamenta dei Vitrai (fondeadero del vidrio) hay muchas opciones ‘para turistas’ dónde puedes ver cómo se sopla el vidrio y comprar alguna pieza. Para llegar al Museo del Vidrio Museo del Vidrio (Fondamenta Marco Giustinian, 8; Tel: (+39) 041 739 586) hay que cruzar el Ponte Longo e internarse en la segunda de las siete islas que forman esta Venecia en miniatura. El centro está bueno y merece la pena verlo; aquí te enteras, por ejemplo, que la concentración de fábricas de cristal fue impuesta por las autoridades de una Venecia harta de incendios y malos olores. Sólo por ver el interior del Palazzo Giustiniani –dónde se asienta el museo- ya merece la pena pagar la entrada. Justo al lado del museo nos encontramos con la Basílica de Santa María y San Donato Basílica de Santa María y San Donato (Calle San Donato, 11; Tel: (+39) 041 739 056), sin duda alguna el hito patrimonial más importante de Murano. Esta imponente construcción del siglo XII es una de las más importantes joyas del estilo bizantino que es coetánea a la mismísima San Marcos y que, más allá de la enorme calidad de su arquitectura, también presume de buenos mosaicos.
De las 15 iglesias que había antes de la invasión napoleónica hoy apenas sobreviven tres. Después de visitar Santa María y Santo Donato callejea por las islas cruzando de canal en canal e intérnate en el laberinto de callejuelas. Aquí no hay grandes palacios. Las grandes familias vivían en Venecia. Pero todo tiene un aura de autenticidad y sencillez que atrapa; pero no faltan los tesoros. En San Pietro Martire (Fondamenta dei Vetrai; Tel: (+39) 041 739 704), por ejemplo, hay un lienzo de Giovani Bellini y la Torre del Reloj del Campo de San Stefano –una pequeña plaza junto al Rio dei Vitrai- tiene cierto aire florentino y cumple su función de auténtico rascacielos de la isla. En la plaza, una enorme estrella de cristal llamada Cometa di Vetro se ha convertido en un nuevo icono de esta pequeña ciudad que, pese a las estrecheces, tiene un parque, un cementerio y hasta campos de fútbol. Santa Maria degli Angeli es la tercera de las iglesias del lugar (siglo XVI): sufrió mucho tras la desamortización napoleónica, pero se deja ver. Otro lugar interesante es el Palazzo da Mula (Fondamenta da Mula, 152), un muy buen ejemplo de gótico civil y, también, uno de los escasos ejemplos de lujo veneciano en la isla. No es mala idea, si sigues hacia Burano, abandonar Murano junto al precioso Faro de Murano, que desde 1912 guía a los barcos que se internan en la laguna desde la boca del Lido. A sus pies se encuentra el fondeadero de Murano Faro, donde hace parada la Línea 12 del Vaporetto (Fondamente Nove B – Burano - Punta Sabbioni).
Una visita a Burano .- Si Murano es el ‘barrio’ de los vidrieros, Burano es el de los pescadores. Así que si Murano te pareció un lugar sencillo (en comparación con la extravagancia de los grandes monumentos y palacios venecianos), este te lo va a arecer aún más. Pero, pese a su humildad, es uno de los lugares más bonitos y auténticos ya no sólo de esta parte del país, sino de toda Italia. Las casitas de dos o tres plantas pintadas de colores vivos forman un laberinto de callejuelas y canales muy bonito. Es uno de los lugares más fotogénicos que vimos jamás. La Piazza Baldasarre Galupi actúa de corazón del barrio. Aquí se apelotonan los edificios más notables del lugar: la Parroquia de San Martino (Tel: (+39) 041 730 096), con su torre inclinada en plan Pisa, y el sencillo palacio gótico que ocupa el Museo del Encaje Museo del Encaje (Piazza Baldassarre Galuppi, 187; Tel: (+39) 041 730034).
Pero el verdadero ‘monumento’ de Burano es la propia Burano. Las mejores fotos se toman en la Fondamenta de San Mauro. Aquí, el canal describe un ángulo de 90 grados adornado con un buen puñado de casas pintadas de colores chillones, aunque no tanto como la Casa de Bepi, una extravagancia de estridencias geométricas multicolores que se ha convertido en uno de los rincones más fotografiados del barrio. Como sucede en Murano, aquí conviene olvidarse de los mapas y caminar doblando aquí y allá y dejando que el azar nos vaya descubriendo las pequeñas joyas: el Puente de Mármol; Puente della Vigna; Terrazza sul torcello … Desde Burano se puede acceder con facilidad a otras islas como Torcello, dónde hay importantes restos arqueológicos romanos, un par de museos, campos de cultivo y humedales cuajados de aves acuáticas. También desde aquí (en la Línea 12 del Vaporetto) se accede a los límites de la laguna Veneta y a las playas sobre el Adriático.
Fotos bajo Licencia CC: Christine und Hagen Graf ; othree ; Anna Fox ; Jorge Franganillo ; Peter Visser