Róterdam: el contrapunto vanguardista de los Países Bajos

Las Casas Cubo son el símbolo de la modernidad de Róterdam.

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Los mástiles de los viejos barcos de vela se menean de manera pausada en un paisaje dominado por el acero, el cristal y el hormigón. El Puente de Erasmo, con su pilón que se yergue hasta los 140 metros de altura sobre las aguas, ejerce de símbolo de la modernidad de una ciudad que siempre mira hacia adelante. Las ciudades de esta parte del mundo (tanto en territorio holandés como en la vecina Bélgica) suelen ser verdaderas joyas ancladas en el tiempo. Y sí, Róterdam cuenta con un puñado importante de lugares con pedigrí de siglos. Pero lo que aquí abunda es la arquitectura de vanguardia; el diseño vertiginoso; la audacia convertida en concreto. Y ahí, el Erasmusbrug (Puente de Erasmo) es sólo uno más entre tanto y bueno que ver en Róterdam. ¿Caminar bajo el juego de construcción de algún niño gigante? Basta con acercarse a las Kijk-Kubus –Casas Cubo- (Overblaak, 70), un delirio genial del arquitecto Piet Blom que creó un edificio de impacto formado por cubos que parecen desparramarse encima de nuestras cabezas. Una pasada que resume a la perfección lo que es esta ciudad. Una concentración de genialidad en la que, también, podemos encontrar algunos retazos del pasado del gran puerto holandés.

Qué ver en Róterdam.- La primera vez que vinimos a la ciudad lo hicimos para ver su famoso Museo Marítimo (Leuvehaven, 1), uno de los más importantes del mundo en su especie. Leuvehaven se convirtió en uno de los puertos más activos de Europa desde tiempos muy antiguos. Y hoy es la terminal de contenedores más importante del viejo continente y uno de los puertos con mayor tráfico del mundo. El Museo Marítimo es el depositario de un legado marítimo impresionante. Un museo que aparte de mapas, maquetas y barcos históricos, tiene algunas piezas de importancia mundial como la Coca de Mataró, un exvoto marinero del siglo XV que es una de las maquetas navales más antiguas de Europa. Desde aquí hasta las Casas Cubo hay un pequeño y bonito paseo que culmina en Oudehaven (Viejo Puerto), un lugar dónde puedes ver algunas viejas casas de ladrillo típicamente holandesas entre nuevos edificios de vanguardia. Acércate hasta la Witte Huis –Casa Blanca- (Geldersekade, 1C) un edificio modernista de principios del siglo XX que con sus 43 metros de altura está considerado como el primer rascacielos de Europa. Marcando tendencia desde el principio.

¿Pero no queda nada de la vieja Róterdam? Algo queda. La ciudad sufrió de manera muy severa los efectos de la Segunda Guerra Mundial y quedó muy poco de la ciudad medieval. La Catedral de San Lorenzo (Grotekerkplein, 27) es el único edificio religioso que se salvó de los bombardeos. Esta catedral gótica (siglos XV-XVI) es de lo poco que queda anterior 1940 en el centro de la ciudad junto al Ayuntamiento (Coolsingel, 40), un bonito edificio neogótico de la década de los 20 del siglo pasado o la Arminiuskerk –Iglesia de Arminio- (Museumpark 3), un templo reorománico de finales del XIX. Para poder rastrear algo del pasado de la ciudad hay que tomar el tranvía hasta Delfshaven, un pequeño barrio portuario situado al oeste de Het Park en el que puedes ver las típicas casas holandesas con tejados a dos aguas junto al canal. Porque de resto, pura modernidad. Camino del propio Delfshaven, en Het Park, tienes uno de los iconos arquitectónicos de la nueva Róterdam: la Torre Euromast (Parkhaven, 20) se construyó como torre de observación de una exposición internacional y hoy sigue siendo uno de los iconos de la ciudad.

Iconos a punta pala. Un paseo por las calles de la ciudad es una clase magistral de arquitectura moderna. Hay mucho que ver, pero los imprescindibles son el Markthal (Verlengde Nieuwstraat), un mercado municipal instalado, literalmente, en el interior de un enorme edificio de viviendas; la Estación Central de Róterdam (Stationsplein) y las Kijk-Kubus –Casas Cubo- (Overblaak, 70). Otro clásico de la ciudad es ir cruzando el Río Mosa a través de sus diferentes puentes para ver la panorámica de la rivera desde diferentes puntos de vista. El puente más icónico de la ciudad es el Erasmusbrug pero el puente más querido por los vecinos y vecinas de Róterdam es el Koningshavenbrug De Hef (De Hef, sn), una estructura de hierro forjado de finales del XIX que comunica la péquela isla de De Hef con el barrio de Feyenoord, el vecindario más futbolero de la ciudad.

Museumpark, la milla de oro cultural de Róterdam.- La mayor parte de los grandes museos de Róterdam se encuentran concentrados en Museumpark, un pequeño parque situado a poca distancia de Leuvehaven. Como suele suceder en todas las ciudades europeas, aquí hay museos de todo tipo y para parar un tren, pero los más significativos se encuentran aquí: el Museo Boymans Van Beuningen (Museumpark, 18) es la gran pinacoteca de la ciudad. Aquí vas a encontrar algunas obras maestras del arte flamenco (con nombres de la talla de Peter Bruegel o Rubens) y pinturas de maestros como Van Gohg o Magritte. El otro gran museo artístico de Róterdam es el Kunsthal Rotterdam (Westzeedijk, 341), centrado en el arte contemporáneo y con una arquitectura singular. Dos curiosidades en Museumpark.- Justo al lado del Kunsthal se encuentra la pequeña y coqueta Catedral Ortodoxa de San Nicolás (Westzeedijk, 333), que es linda para ver por sus frescos de estilo bizantino. La otra propuesta está en la zona opuesta del parque. La Casa Sonneveld (Jongkindstraat, 12) es uno de los pocos ejemplos de arquitectura Nieuwe Bouwen de la ciudad.

Róterdam como fue en Schiedam.- Para llegar hasta esta pequeña ciudad portuaria desde el centro de Róterdam hay que tomar la Líneas 21 o 24 del tranvía hasta la parada de Koemarkt e ir hasta Lange Haven. Aquí te vas a encontrar la típica trama urbana medieval de callejuelas y canales con casas de ladrillo y algunos edificios de importancia como la Havenkerk Schiedam (Lange Haven, 72), el Stedelijk Museum (Hoogstraat, 112), ubicado en un soberbio palacio neoclásico o la Grote of Sint Janskerk (Lange Kerkstraat 37), una auténtica maravilla del siglo XIV que rivaliza con la mismísima catedral de Róterdam. Esta pequeña ciudad es una pasada para pasear. Hay que caminar por sus canales y puentes buscando rincones como el Molino de De Walvisch (Westvest, 229).

Un paseo hasta el Kinderdijk.- Aquí se encuentran los molinos de drenaje más famosos de Holanda. La mejor forma de llegar hasta aquí desde la ciudad es tomar el barco desde el embarcadero de Erasmusbrug. La Línea 202 del Waterbus y El ferry Driehoeksveer hacen el trayecto entre los dos puntos en unos 40 minutos. Los billetes sencillos cuestan 2 euros. En Kinderdijk vas a entender una de las peculiaridades más singulares del país: el sistema de canales, diques y molinos de drenaje que permitieron ganar terreno a las aguas para, literalmente, sacar un país desde la profundidad del mar y los ríos. Aquí puedes ver 19 de estas máquinas fabulosas que han ayudado a mantener el país seco desde el siglo XVIII. Hay que decir que los Molinos de Kinderdijk forman parte del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Aquí podrás visitar un pequeño centro de interpretación y entrar a algunos de los molinos que están abiertos al público. Es uno de los puntos culminantes de cualquier viaje a Holanda.

Viajar a Róterdam desde Ámsterdam.- Entre las dos ciudades median apenas 78 kilómetros. Si vas con coche propio la forma más rápida de conectar las dos poblaciones es la Autopista A-4. El trayecto apenas demanda 45 minutos de tiempo. Si vas en transporte público la opción más cómoda es el tren. El Intercity de la empresa Nederlandse Spoorwegen (NS) conecta las dos ciudades en una hora. Los servicios de conexión se mantienen durante todo el día y las frecuencias entre las 6.00 y las 22.00 son cada diez minutos. EL precio por trayecto ronda los 12 euros. La opción más barata es el autobús. Flix Bus tiene un servicio cada hora desde la Estación de Sloterdijk. El trayecto dura una hora y media y el precio del billete ronda los 10 euros. La otra empresa de transporte por carretera que une las dos poblaciones es BlaBlaCar Bus aunque sólo ofrece cuatro conexiones diarias en cada sentido. El punto de partida desde Ámsterdam es Sloterdijk y el precio del billete ronda los 6 euros.

Fotos bajo Licencia CC: Vijay Kiran; Isabella; Jan-Willem Reusink; Rob Kemme; Bert Knottenbeld; Jeroen Looyé; Marcelo Campi

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