Plan de viaje para una visita a las Islas Fiji

Dos fiyianos lucen la 'vestimenta' y antiguas armas tradicionales. Dennis Sylvester Hurd

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Fiji es otra de esas encarnaciones del paraíso que se desparraman por las aguas del Pacífico Sur. Apocas horas de vuelo desde la vecina Australia, este archipiélago de más de 330 islas ofrece playas de ensueño, mares limpios y cálidos cuajados de arrecifes de coral repletos de vida marina, una naturaleza exuberante y una cultura sincrética que incluye los rasgos propios de la Melanesia, importantes aportaciones de la comunidad hindú traslada por los ingleses y la propia herencia de la presencia colonial británica. Fiji es un destino de ensueño que, a diferencia de otros países y regiones de la vecina Polinesia, ofrece precios ajustados y la posibilidad de armar viajes de bajo presupuesto. Eso sí, las conexiones aéreas desde Europa o Latinoamérica demandan escala en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda o los grandes hubs del Extremo Oriente (Tokio; Hong Kong o Singapur).

El país, con poco más de 900.000 habitantes, no es sólo famoso por sus paisajes, fondos marinos y playas. Los fiyianos han sido considerados por muchas publicaciones del sector del turismo como de los pueblos más amables del mundo. No time; o tiempo fiyiano. La vida tranquila y relajada es una de las normas; la siesta de al medio día es casi una religión y las viejas costumbres como beber la Kava, una bebida elaborada por la fermentación de raíces que forma parte de la cultura local. Si te invitan a una ceremonia Kava no pierdas la oportunidad de asistir. Es una de las mayores muestras de hospitalidad en las islas y una buena forma de conocer la cultura local; porque tras la Kava y su ligero efecto narcotizante vienen las viejas historias, las leyendas y los mitos que se remontan a las épocas en las que los isleños no sólo eran de los mejores navegantes del Pacífico, sino también ávidos guerreros devoradores de carne humana.

DE NADI A LA COSTA DEL CORAL.- Nadi es la puerta de entrada de la isla de Viti Levu. Aquí se encuentra el aeropuerto internacional y, también, los primeros resorts que ocupan la costa oeste y suroeste. En Nadi hay un par de cosas que ver: el templo hindú de Sri Siva Subramaniya, un curioso mercado tradicional, las termas de lodo medicinal de Sabeto (con vistas sobre la Montaña del Gigante Dormido) o imponentes manglares. Un lugar interesante para conocer la idiosincrasia local es la Fiji Culture Village (Tel: +679 6200116; E-mail: res@fijiculturevillage.com), un parque etnográfico que hace exhibiciones de los principales elementos de la cultura tradicional del país. También muy cerca de Nadi se encuentran los primeros grandes resorts turísticos que adelantan la cercanía de la Costa del Coral: los más imponentes se encuentran en Danarau y Momi Bay, dónde se localiza el impresionante Marriot, uno de los hoteles más fotografiados del mundo con sus cabañas en plena laguna.

Más allá de Momi Bay se extienden 80 kilómetros de costa repleta de bahías escondidas, playas de arena blanca y arrecifes de coral que forman impresionantes lagunas de agua tranquila y transparente. El paraíso propiamente dicho. En esta parte de la isla se concentran buena parte de los hoteles y grandes resorts. Más allá de las playas hay otros atractivos naturales como el Parque Nacional Dunas de Sigakota, el Fuerte de Tavuni (una increíble fortificación tribal anterior a la llegada de los europeos), o los Manglares de Navosa Beach. Pero las protagonistas de esta parte de la isla son las playas. Imponentes arenales blancos en los que el bosque llega casi a orillas del mar. Las imprescindibles son Natadola, Namuka, Bahía Sovi y Black Rock. Pero las pequeñas calas y los recovecos están a la vista: basta con rodar tranquilo por la Queens Road en dirección a Suba. El coral forma una especie de piscina de 80 kilómetros de longitud donde uno puede ponerse las gafas y el tubo casi en cualquier lugar.

PEQUEÑA GUÍA DE SUVA, LA CAPITAL DE FIJI .- Los modernos edificios de Suva se mezclan con las viejas construcciones de madera de la época colonial. La presencia europea en las islas fue efímera; apenas 96 años, pero dejó huellas profundas como la amplia comunidad hindú trasladada por los ingleses para trabajar en los campos. La capital de la isla es un ejemplo de ese impacto. El centro histórico se concentra en torno a la Catedral del Sagrado Corazón (Calle Pratt), una imponente construcción de piedra de principios del siglo XX que emula a las grandes catedrales europeas. Las casitas coloniales de madera (que nos recordaron a Nueva Orleans) son comunes en las calles Gordon, Victoria y Scott, germen de la ciudad en 1877. Edificios como la Biblioteca Pública o la antigua Casa del Telégrafo (ambas en Victoria Parade) bien pueden valer un par de fotografías y un vistazo.

Al norte de la catedral merece la pena darse una vuelta por el Mercado Municipal (Harris Road) y, al sur, caminar junto al Parlamento situado junto a Albert Park. El Museo de Fiji (Cakobau Road; Tel: (+679) 331 5944; E-mail: fijimuseum@gmail.com) merece una visita por sus impresionantes colecciones antropológicas centradas en las antiguas poblaciones de las islas y su historia. Increíble la sala dedicada a la navegación, con canoas antiguas y restos de las primeras exploraciones europeas. El museo está situado en un edificio de gran valor histórico y junto a los Jardines Thurston, que más allá de su valor estético como jardín botánico guarda algunos restos arqueológicos de la Suva anterior al establecimiento europeo.

LAS TIERRAS ALTAS DE NAMOSI, LA ALDEA DE NAVALA Y LAS CUEVAS CANÍBALES.- La mejor manera de adentrarse en la exuberancia del interior de la isla es siguiendo el cauce del Río Wainikoroiluva, una serpiente de agua que, a medida que ganamos altura, se va encajonando entre paredes cada vez más altas y verticales. Una curiosa costumbre local, que se ha convertido en atracción para turistas, es hacer rafting tranquilo en tradicionales balsas de bambú llamadas bilibili. Otro punto imprescindible del interior de la isla es la Aldea de Navala (Acceso desde la costa norte) una auténtica población fiyiana con casas tradicionales y artesanía local de verdad. Es una de las mejores visitas que se pueden hacer en la isla más allá de las playas. Camino de Sigakota te puedes detener en las Cuevas de Naihehe un lugar histórico que fue escenario de las últimas ceremonias caníbales de la isla a mediados del siglo XIX y más hacia la costa el Fuerte de Tavuni, como te dijimos antes.

UN SALTO OVALAU .- El ferry sale desde un pequeño embarcadero situado junto al pueblo de Natovi. La pequeña isla de Ovalau no tiene playas de mención y su paisaje no es espectacular. La importancia del lugar está en su costa oriental. Levuka fue el primer asentamiento europeo en el país. Los primeros marineros y comerciantes se asentaron en las primeras décadas del XIX y con ellos llegaron los primeros misioneros que iniciaron la evangelización del país. Hoy, Levuka ya no es la capital; es apenas un pueblito de viejas casas de madera pero que cuenta con un encanto especial. El lugar fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO y merece la pena ir a verlo aunque nos reste una jornada de playa.

VISITAR LAS ISLAS YASAWA Y MAMANUCA.- Los territorios insulares, para los viajeros y viajeras, tienen el hándicap de la fragmentación, lo que sube bastante la cuenta en desplazamientos. En Fiji, si quieres visitar varias islas, la solución al problema es el Bula Pass, una tarjeta de transporte que te permite viajar entre islas a un precio reducido. El más barato es el pase para cinco días que cuesta unos 180 euros; el más caro, que da acceso durante 15 días por unos 325 euros. El Bula Pass conecta una treintena de puntos de las Islas Yasawa y Mamanuca desde el puerto de Danarau. El Bula Pass puede comprarse online, en el aeropuerto y en la mayoría de los hoteles.

Lo mejor de dedicar un par de días a las Yasawa es que puedes sumergirte de lleno en la cultura local y visitar islas prácticamente vírgenes a las que las hordas de turistas apenas llegan. Las Mamanuca son un buen destino para mochileros con ganas de fiesta y alcohol, aunque hay lugares fascinantes como el Arrecife de Malolo, un verdadero paraíso para hacer snorkel o buceo. Las Yasawa son otra cosa. Tienes como grandes alicientes las mismas playas paradisíacas que en Viti Levu, pero tranquilas, solitarias y silenciosas. Si puedes dedicarle al menos tres días te recomendamos visitar una o dos islas; si tienes la oportunidad de dedicarle una semana puedes hacer varios saltos. Las mejores y más salvajes son Waya y Wayaseva (están unidas por un pequeño paso de arena) y Nacula, dónde se rodó la mítica película ‘El Lago Azul’; en este verdadero paraíso se combinan preciosas playas, montañas cubiertas de vegetación y aldeas de pescadores. Ideal para hacer snorkel.

UN VIAJE A TAVEUNI.- La tercera de las islas en extensión recibe el nombre de Isla Jardín. Desde Vitilevu hay dos maneras de llegar. O a través de un corto vuelo de apenas 40 minutos (Unos 180 euros ida y vuelta) o un ferry que demora toda la noche en cubrir la distancia entre las dos islas. Si dispones de tiempo, no es mala idea dedicar dos o tres días a este verdadero paraíso cubierto de densos bosques lluviosos. Las playas no abundan; sólo hay pequeños arenales protegidos por corales en el extremo norte (junto al aeropuerto) donde hay muy buenos lugares para bucear y en los alrededores de Vidawa. Pero lo que realmente asombra de esta isla es su interior. El bosque guarda pequeñas lagunas y cascadas; algunas espectaculares como el tobogán de Waiyevo.

Una buena manera de descubrir la isla es hacer alguna caminata por el Parque Nacional Bouma, un lugar donde además de naturaleza puedes ver numerosos yacimientos arqueológicos de los antiguos fiyianos y aldeas tradicionales. Este sector de la isla Alterna impresionantes parajes costeros, accesibles a través del Sendero Litoral de Lavena, cascadas como las de Tavoro (las más espectaculares de todo Fiji) y antiguas aldeas dónde, a excepción de comerse a la gente, siguen viviendo como hace siglos.

Fotos bajo Licencia CC: Graeme Churchard; Briankyle post; Kai Johnson; Alan & Flora Botting; Dennis Sylvester Hurd; Björn Groß

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