En 1783, el príncipe ruso Potemkin acompañó a su soberana, Catalina la Grande, en una gira por Ucrania. La soberana se sorprendió de los hermosos que eran los pueblos que recorría, la elegancia de los lugareños y la felicidad que parecía irradiar el conjunto. Que la misma vaca apareciera en varios pueblos sucesivamente no despertó las sospechas de nadie en el séquito, aunque vaca, vestidos y fachadas de edificios eran tan falsos como el cartón-piedra con que fueran revestidos estos últimos. Todo era un trampantojo del valido Potemkin, quien utilizó esta argucia para que los visitantes se marcharan con una buena impresión y su reina no se deprimiera ante la realidad en que vivían sus súbditos.
Salvando las distancias, en Santander el arte del trampantojo tiene una edad dorada y no solo en un sentido metafórico. Puede que la ejecución real de los presupuestos rara vez se aproxime a lo aprobado inicialmente, pero en un sentido físico la ciudad tapa lo que puede ser una realidad deprimente para vecinos y turistas: por segunda vez un grupo de fotógrafos ha participado en la iniciativa 'Paisajes vacíos' para cubrir la fealdad de los escaparates comerciales vacíos en Santander, que es el humo de un fuego como el de la crisis galopante del comercio de la capital cántabra. En la primera edición, hace un año, participaron 21 fotógrafos, ahora son 18 nuevos. De los varios cientos escaparates que hay criando telarañas repartidos por toda la ciudad (el 40% de los de la calle Guevara ha echado la persiana, por ejemplo) los más céntricos tendrán el privilegio de ver tapadas sus vergüenzas por imágenes de gran tamaño y gran impacto, un uso político de la cultura que hubiera aprobado sin duda el príncipe ruso.
Sin embargo, el mayor uso del trampantojo se encuentra en el salón de plenos del Ayuntamiento de Santander, en donde se ha vuelto irrelevante el número de mociones aprobadas por la oposición. Dado que jurídicamente no son vinculantes, aunque políticamente sean resultado de mayorías, las mociones se cuentan por varias decenas pero ninguna prospera una vez terminada la votación. Son propiamente humo y material de registro para investigadores del futuro, pero sin efecto práctico en la realidad actual. El último ejemplo es la reforma del Reglamento de Participación Ciudadana que haría posible la constitución de comisiones de investigación para estudiar la gestión de servicios como el de la recogida de basura. El Partido Popular ya ha anunciado que, sin un expediente previo, que tenía que haber abierto el partido gobernante, está viciado de nulidad por lo que nadie cree que vaya a constituirse una comisión cuya existencia nace poco menos que camino de los juzgados.
Según datos facilitados por los grupos de oposición, los regionalistas han visto aprobadas 35 iniciativas y los socialistas, 26. La mayor parte de ellas siguen a la espera. Concretamente, hay 18 en las que ha intervenido el PSOE, incumplidas. Por parte de Unidas por Santander, su iniciativa estrella, la creación de un Observatorio de la Contratación, sigue a la espera también.
A propósito de la recogida de basuras, 2021 fue el año del traspaso de poderes entre la otrora omnipresente Ascan y Cespa, la nueva responsable del Servicio tras un proceso selectivo a dedo en el que se hizo valer el procedimiento de emergencia y que fuera la segunda empresa mejor colocada en el concurso que se resolvió hace casi una década. El traspaso, tal y como todos preveían menos el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander, fue de todo menos tranquilo.
Tras un informe de Intervención en donde se denunciaba un quebranto millonario por un rosario de incumplimientos en la ejecución de la recogida de residuos, la decisión del equipo de gobierno de resolver el contrato con Ascan y que la recogida la asumiera otra empresa tuvo un corolario de querellas contra altos cargos y técnicos municipales, la retirada del 10% de los contenedores de las calles por su 'propietario' Ascan y el alquiler de camiones y contenedores donde fuere ya que el anterior adjudicatario no facilitaba el material rodante.
Después de aquel 11 de noviembre, el trampantojo del cambio de gestor apenas escamoteó una realidad de contenedores rotos, suciedad y recortes de plantilla. Según a quién se pregunte variará el grado de mejoría o estancamiento constatado, pero lo que todos dan por seguro es que el gran cambio se experimentará en 2023 a las puertas de unas nuevas elecciones y con un nuevo adjudicatario derivado de un nuevo pliego de condiciones. Mientras tanto, el Ayuntamiento asume el sobrecoste de las mejoras que tenga que ir introduciendo Cespa, un añadido por el momento de 300.000 euros a los 16,4 millones adjudicados por un año inicialmente.
Los 'varios' presupuestos
2021 se inició con varios presupuestos simultaneados: dos proyectos por separado, cada uno de un socio del gobierno PP-Ciudadanos, el prorrogado de 2020 con que se inició el año y uno de remanentes, ya que el Estado suprimió los límites de déficit y dio barra libre al gasto para la reactivación de la economía. Entre presupuesto ordinario y disponibilidad de remanentes (presupuesto no ejecutado anteriormente), la capital cántabra empezó febrero con más liquidez que nunca, cerca de 260 millones de euros y una pandemia que encaraba su segundo año con visos de pasar, por obra y gracia de las vacunas, pero que no terminaba de pasar nunca.
El II Plan de Choque municipal se convirtió así en un 'todos a una' que ya no convencía a todos tanto como el primero. De hecho la oposición empezó a señalar que con él se financiaban gastos ordinarios como el asfaltado de barrios y no programas específicos para la protección y la reactivación económica en lo que se consideraba ya recuperación.
2021 acabó como lo hizo el anterior, sin borrador presupuestario, una situación que no era habitual en pasadas legislaturas, pero que se está convirtiendo en norma en la presente. Sin borrador, ni negociación con los grupos, el presupuesto a buen seguro no podrá ejecutarse porque no existe en la actualidad.
Unidos en apariencia
Si el trampantojo es un mundo de apariencias, nada más indicado de puertas adentro del Consistorio que la propia 'estabilidad' gubernamental para dar cuenta de ello. Entre un socio, Ciudadanos, que protesta, se queja de los incumplimientos, apuesta por la moción de censura, pero no actúa en consecuencia porque dice estar atado de pies y mano, y otro socio, el Partido Popular, con cinco veces más concejales pero que traga quina y aparenta normalidad a la espera de que los meses pasen, el Gobierno municipal ha mantenido su división 'de facto' 12 meses más. De hecho, no es infrecuente que voten en sentido contrario, como ha ocurrido en el pleno extraordinario para la constitución de las comisiones de investigación, en donde los de Javier Ceruti (Cs) se alinearon con el resto de la oposición.
Dada su condición de minoría, PP y Cs tuvieron que pactar con terceros los presupuestos. El elegido, y el dispuesto a ello, fue una vez más Vox, que arremetió contra los departamentos de Ciudadanos (Urbanismo, Contratación, Cultura), partido que mantuvo la apariencia escrupulosa de no sentarse con el concejal Guillermo Pérez-Cosío aunque luego se benefició del voto de este para tener un presupuesto en vigor, que era de lo que se trataba.
Concertinas y patrimonio
El cuidado del patrimonio y la disciplina urbanística en la capital son cosa del Ayuntamiento, el cual no anda afortunado ni en un caso ni en otro. En el primero, hizo oídos sordos, aunque encargó a la Universidad de Cantabria un informe, a la ocupación durante décadas del Castillo de Corbanera (Bien de Interés Cultural, BIC) por un particular que cerró el acceso al interior, en donde levantó un chalet.
En el otro aspecto, el Consistorio, que dictamina desalojos, impone sanciones y obliga a costosas intervenciones urbanísticas a los particulares, fue denunciado ante la Inspección de Trabajo por las condiciones inestables en que tenía los sótanos de la Casa Consistorial. La denuncia de los sindicatos llegó siete meses después del aviso de un arquitecto técnico municipal sobre la estabilidad del sótano y del inmueble, al que no se hizo caso en su momento.
Como no todo en Santander es cosa del Ayuntamiento, otras instituciones también juegan en el patio de la casa del PP. El Gobierno de Cantabria, compuesto por socialistas y regionalistas, compuso un presupuesto con intervenciones contundentes en la capital o que le afectan directamente, caso del nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología (Mupac), en el ámbito del PSOE; o el desarrollo del polígono de La Pasiega (PRC), un área que se presenta como fundamental para el desarrollo del Puerto de Santander.
La Autoridad Portuaria de Santander (APS) vivió un cambio en su dirección con el relevo de Jaime González por el exconsejero de Industria, Francisco Martín. Este, que salió del Ejecutivo autonómico, para hacer sitio a Javier López Marcano al frente de la Consejería de Industria, se estrenó en el cargo con polémica: la instalación de concertinas en el vallado perimetral del puerto, una decisión que pretendía evitar el asalto de los migrantes albaneses a los buques con destino a Reino Unido, pero que generó una reacción en contra, no solo de la sociedad civil sino de destacados dirigentes del Partido Socialista.
Las concertinas, que se instalaron como elemento disuasorio, es decir, por su apariencia, acabaron teniendo una consistencia muy real en el ámbito político autonómico y municipal. Fue el único trampantojo que no escondía nada detrás.